Culpable de mentira
Un comerciante fue traído ante un tribunal. Había sido acusado de mentir a sus proveedores, estafar a sus clientes, falsificar documentos y dinero, engañar en sus impuestos y defraudar en sus anuncios publicitarios. Durante los años, había llegado a ser el mentiroso más conocido en todo el pueblo.
El juez le preguntó: «¿Cómo se declara?». El hombre respondió: «Culpable de todas las acusaciones, su señoría».
El juez pidió un receso y luego regresó con el veredicto de «Inocente».
Cuando se le preguntó por qué había pronunciado tal veredicto en vista de la admisión del hombre, el juez respondió: «¡Ese hombre es tan mentiroso que no se le puede creer nada de lo que dice!».
—Adaptado de «El empleo del engaño» [«The use of falsehood»] (1833), El filósofo sonriente [The laughing philosopher] (Nueva York: S. J. Silvester), p. 11.