Amándole como Dios Ama

El amor es un sentimiento que procede de la naturaleza de Dios (1 Juan 4:8). Dios puso el amor en el corazón de cada persona. Cuando comenzamos nuestras vidas como niños pequeños, no entendemos el amor, ¡pero sí entendemos lo que necesitamos—comida, descanso, ropa limpia. Cuando crecemos, comenzamos a experimentar el amor—amamos nuestros juguetes, a nuestros hermanos y padres, nuestros programas de TV. Amamos estas cosas por lo que hacen por nosotros. En un punto de la vida, debemos aprender que el amor se dirige hacia otros.

También debemos aprender que se debe amar a otros a pesar de la manera en que ellos respondan. Otra vez, Dios nos muestra la manera. Cuando los primeros esposos, Adán y Eva, pecaron en el huerto (Génesis 3), se separaron de Dios (Isaías 59:1-2). Pero Dios les amó a pesar de esto. Él prometió enviar a Jesús para herir la cabeza de Satanás, quien les había engañado (Génesis 3:15).

Así que el amor también es una elección. El amor es la decisión de continuar haciendo lo que es mejor para los demás, a pesar de las consecuencias que esa elección tenga en nosotros. Dios envió a Su único Hijo a la Tierra para morir por Adán y Eva (y todos nosotros). Él tomó una elección, y esa elección requirió que diera a Su Hijo.

Ahora, consideremos este concepto del amor en la relación matrimonial. En 1 Corintios 7:1-5, el apóstol Pablo escribió:

En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer; pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.

El contexto de este pasaje es la relación física/sexual entre esposos: “bueno le sería al hombre no tocar mujer”. (Se usa “tocar” como una figura de expresión para la relación íntima con ella). En vista de las necesidades, impulsos y deseos que son una parte natural en los seres humanos, Pablo escribió que “cada” hombre tenga su propia esposa y que “cada” mujer tenga su propio esposo. Entonces, el plan de Dios es que el matrimonio consista de un hombre y una mujer.

Pero la responsabilidad no termina allí. Observe que el esposo “debe cumplir el deber conyugal con su esposa”. Esto muestra que el esposo tiene un “deber” hacia su esposa que él debe cumplir. ¿Qué necesita su esposa? ¿Le ha preguntado lo que necesita de usted como esposo y cabeza de su hogar?

Esposos, los consejeros cristianos recomiendan que preguntemos a nuestras esposas en cuanto a sus necesidades más importantes. Probablemente, serán las siguientes, o algunas similares a estas: El afecto (no sexual), la conversación íntima, la honestidad y sinceridad, el sostenimiento financiero y el compromiso familiar (vea Willard, 2011). Note que estas “necesidades” no son las suyas. Usted tendrá una lista diferente (más adelante). Es importante reconocer que ella tiene estas necesidades (y otras), pero usted no puede cumplirlas sino hasta que hable con ella en cuanto a tales necesidades y la manera en que puede satisfacerlas.

Esposas, ustedes también son responsables de satisfacer las necesidades de sus esposos. ¿Le ha preguntado a él de qué manera puede satisfacer tales necesidades? La lista anterior es las necesidades suyas (o algo similar), pero no son las necesidades de él. Los consejeros cristianos sugieren que las necesidades más importantes del hombre son: La satisfacción sexual, la compañía recreacional, el atractivo físico (de su esposa), el mantenimiento doméstico (hacer de su hogar un lugar de refugio) y la admiración (de sus logros, trabajo y liderazgo en el hogar) [Willard, 2011]. Usted tendrá que preguntarle cuáles son sus necesidades únicas, y la manera en que tales necesidades se relacionan a esta lista.

Estas son algunas sugerencias para ayudarle a tener una buena relación con su cónyuge y mostrarle su amor por él o ella. Esto comienza con amarle como Dios ama—incondicionalmente y sacrificialmente. Luego, debe comunicar ese amor al ver la manera en que puede satisfacer las necesidades y expectativas que su cónyuge tiene en el matrimonio.

Mientras expresa amor a su cónyuge, tenga en mente los principios cristianos generales en el Nuevo Testamento que regulan todas nuestras relaciones, no solamente entre esposos: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto” (Colosenses 3:12-14).

Misericordia, benignidad, humildad, mansedumbre, paciencia, perdón, amor. Si trabaja en desarrollar estas virtudes en su matrimonio, tendrá un cónyuge que (muy probablemente) no irá a ningún lugar más en busca de amor, afecto, compañía, etc.

Dios quiere que tenga un matrimonio feliz y exitoso. Él creó el matrimonio para sus necesidades y gozo. Probablemente usted cosechará de su matrimonio lo que haya sembrado en él. ¡Así que haga su mayor esfuerzo!

Referencia

Harley, Willard, Jr. (2011), Las Necesidades de Él, las Necesidades de Ella [His Needs, Her Needs] (Grand Rapids, MI: Revell).