El Catolicismo y el Celibato del Papa

Una doctrina católica que se considera como muestra de dedicación papal a la santidad es el celibato. Para la mayoría de católicos devotos, la idea de un papa casado es una blasfemia. De hecho, desde una perspectiva católica, la idea de un “papa papá” con una esposa es inconcebible. Pero es importante analizar la doctrina del celibato papal a la luz de las Escrituras.

Cuando hablamos del “celibato” en un sentido religioso, nos referimos a la condición de soltería de una persona con fines eclesiásticos. Al abordar el tema del celibato, un apologista católico ha señalado:

[E]l “celibato sacerdotal” no es una “ley” de carácter obligatorio para toda la Iglesia, sino más bien es una “disciplina eclesiástica” que surge de cumplir el consejo del Apóstol Pablo y sobre todo de Nuestro Señor Jesucristo (Zavala, 2000, énfasis añadido).

El apologista aclara que este “consejo” hace referencia al enunciado del apóstol Pablo en 1 Corintios 7:7 (“Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo”) y al enunciado de Jesús en Mateo 19:11-12 (“Hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba”).

¿Proveen estos enunciados autoridad bíblica para el celibato del papado? Incluso cuando se les confronta con la evidencia bíblica, los partidarios del celibato están forzados a admitir que el celibato no es una “ley de carácter obligatorio”. Es cierto que al presentar su consejo opcional debido a la “necesidad que apremia” (vs. 26), Pablo mencionó que era mejor permanecer soltero para ocuparse más de “las cosas del Señor” (1 Corintios 7:32-34). Pero Pablo mencionó que no todos tienen el mismo don de Dios. De hecho, algunos tienen el don “de un modo” (i.e., permanecer solteros; cf. 1 Corintios 7:7), y otros tienen el don “de otro modo” (ser casados; cf. 1 Corintios 7:7). Por tanto, habiendo declarado, “Mas también si te casas, no pecas” (1 Corintios 7:28), Pablo concluyó que el que se casa “hace bien”, y el que no se casa, “hace mejor” (1 Corintios 7:38).

El enunciado de Jesús en Mateo 19:12 (“El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba”) no implica que la “incapacidad” de recibir el celibato sea un pecado. Pablo estuvo de acuerdo (1 Corintios 7:28). En cambio, implica que muchos no tienen el “don de continencia”, así que sería mejor que tales personas se casaran para evitar fornicación (1 Corintios 7:9). La Biblia no obliga a nadie a casarse o permanecer soltero.

Pero si la elección es entre “lo que es bueno” y “lo que es mejor” (en un tiempo que apremia; 1 Corintios 7:38), los católicos pudieran argumentar: “¿Por qué cuestionar la práctica del celibato en nuestra religión?”. El punto es que el problema no radica en la volición personal de permanecer soltero, sino en los requerimientos divinos para aquellos que cumplen un rol eclesiástico específico. La Biblia dice que Dios constituyó diferentes ministerios en la iglesia (Efesios 4:11). Cada uno de estos ministerios tuvo (y tiene) sus requerimientos específicos. Por ejemplo, en el caso del apostolado, los requisitos incluían haber aprendido directamente de Jesús y haberle visto después de Su resurrección (Hechos 1:21-22). Incluso Pablo vio al Señor en su camino a Damasco (Hechos 9:3-5; 22:6-8), y él aprendió el Evangelio por revelación directa del Señor (Gálatas 1:11-12).

También hay requisitos bíblicos para los obispos. Ya que se considera al papa como el “Obispo Universal”, se esperaría que él cumpliera “universalmente” los requisitos para los obispos. ¿Qué dice la Biblia en cuanto al celibato para los obispos?

En el Nuevo Testamento, el título “obispo” es equivalente al título “anciano” o “pastor”; estos tres términos hacen referencia a la misma persona en el mismo oficio (e.g., Hechos 20:17,28; Tito 1:5,7; 1 Pedro 5:1-2). En 1 Timoteo 3 y Tito 1 encontramos los requisitos bíblicos para los obispos. Pablo comenzó su lista de requerimientos para los obispos con la siguiente expresión: “Pero es necesario…” (1 Timoteo 3:2, énfasis añadido). Con estas palabras, el apóstol implicó que un obispo no tenía la opción de cumplir los siguientes requisitos, sino que el cumplimiento de cada requisito era una necesidad.

Generalmente, los requisitos se enfocan en la moralidad del candidato al obispado. Entre estos se encuentra el siguiente: “marido de una sola mujer,…que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad” (1 Timoteo 3:2,4, énfasis añadido). Si conectamos estos requisitos con el enunciado de Pablo en 1 Timoteo 3:2, aprendemos que a un obispo le era (y es) necesario ser marido de una mujer, y tener su hogar e hijos en sujeción al Señor. ¿Contradice esta conclusión la idea que la Biblia no obliga a nadie a casarse? No. La Biblia no obliga a nadie a casarse, así como tampoco obliga a alguien a ser un obispo en una congregación. Pablo mismo indicó: “Si alguno anhela [el anhelo es opcional] obispado, buena obra desea” (1 Timoteo 3:1, énfasis añadido).

Aunque la Biblia no obliga a nadie a casarse o ser obispo, requiere que el que “anhela” el oficio de un obispo sea un hombre casado que tenga hijos en sujeción a Dios. Esto simplemente quiere decir que los solteros (por más buenos y fieles que sean) no pueden ser obispos, ya que no cumplen los requisitos divinos para este oficio. Es importante notar en este punto que ser soltero no impide servir a Dios, ya que hay muchos otros ministerios en el servicio a Dios. No obstante, el oficio del obispado está reservado para hombres fieles que tienen hijos en sujeción.

¿Por qué es este el caso? Pablo dijo que es mejor permanecer soltero (1 Corintios 7:38). ¿No implica eso que el soltero pudiera “servir mejor” en el oficio de un obispo? Permanecer soltero es una buena elección que permite más libertad (de las obligaciones inherentes en el matrimonio) para servir a Dios y esparcir el Evangelio (particularmente en un tiempo de opresión y persecuciones; vea Lyons, 2006). La Biblia no requiere que los predicadores, evangelistas y maestros sean casados. Pero los obispos supervisan los asuntos internos de la familia congregacional y deberían ser casados. Pablo señaló en 1 Timoteo 3:5: “Pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?”. El obispo necesita demostrar que puede gobernar su propia familia física (esposa e hijos). Al hacerlo, muestra su capacidad de ser un obispo en una familia espiritual (una congregación local de la iglesia). La sabiduría en este requerimiento llega a ser más evidente cuando consideramos que la iglesia está constituida de muchas familias, y por ende, necesita líderes que hayan mostrado fidelidad y sabiduría en guiar a sus propias familias. Un hombre que nunca se ha casado, no tiene una familia sujeta a él. Por ello, no llena todos los requisitos de un obispo.

Todavía algunos pueden objetar: “Pablo fue un gran apóstol y fue soltero. ¿No realizó una gran obra por la iglesia?”. ¡Absolutamente! Pablo fue un gran apóstol y evangelista, pero no fue un obispo. Él conocía los requisitos para un obispo, y por ende, nunca osó tomar dicho título. Cuando enseñó al joven Tito, le dijo quién podía ser un obispo: “[E]l que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía” (Tito 1:6, énfasis añadido).

Al considerar la jerarquía católica, se puede notar que el “Obispo Universal” del catolicismo (el papa) no cumple los requisitos obispales divinos de ser casado y tener hijos. Lo que muchos católicos consideran una blasfemia (un obispo casado con hijos) es, en realidad, un requisito bíblico para los obispos. Y lo que muchos católicos consideran un símbolo de pureza y sacrificio abnegado (el celibato del papado), es desobediencia a la Palabra de Dios.

Hoy, aunque la Iglesia Católica permite el matrimonio para sus miembros, prohíbe el matrimonio para los que tienen el oficio del obispado (como también para muchos sacerdotes, curas y monjas). El apóstol Pablo (a quien muchos defensores del catolicismo apelan para argumentar a favor del celibato) escribió: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad” (1 Timoteo 4:1-3, énfasis añadido). La Iglesia Católica prohíbe casarse cuando no permite que un obispo participe de la institución matrimonial. Apostata de la fe cuando rechaza los requisitos divinos para los obispos y en su lugar requiere lo contrario. La prohibición del matrimonio es una doctrina falsa de la cual el Espíritu Santo advirtió.

Referencias

Zavala, Martín (2000), “El Celibato, ¿Por qué No se Casan los Sacerdotes?”, Defiende Tu Fe, http://www.defiendetufe.org/por_que_no_se_casan_los_sacerdotes.htm.

Lyons, Eric (2006), “¿Es el Matrimonio Algo ‘Bueno’?”, Apologetics Press, http://www.apologeticspress.org/espanol/articulos/3030.