El Cielo Valdrá la Pena

Resumen

El cristianismo requiere negación de sí mismo, esfuerzo continuo e incluso sufrimiento, pero el cielo vale la pena.

Nadie puede llegar al cielo con la frente seca, los hombres relajados y los pies suaves. El cristianismo comienza con la autonegación, la carga de la cruz y el seguimiento del Nazareno por la "vía dolorosa" (Lucas 9:23-26). Se requiere tristeza piadosa para entrar por la puerta estrecha, y el abandono de los placeres del pecado para viajar por el camino difícil (Mateo 5:4; 7:13-14; 2 Corintios 7:10).

Alguien puede tener que llegar a Cristo a pesar de las objeciones de la familia (Mateo 10:34), el ostracismo de los amigos (1 Juan 3:13) y la burla del mundo (Mateo 5:10). Alguien puede correr el riesgo de ser catalogado como parte de un grupo odiado y odioso, puede sufrir debido a la corrección política, y en algunos lugares puede ser muerto prematuramente como mártir (Apocalipsis 2:10).

Incluso si puede evitar estos problemas, tal persona todavía tendrá que hacer inversiones significativas. Si asiste a todos los servicios de la iglesia y se involucra en todas las actividades usuales (juveniles, de visitación, cuidado, comunión y campañas) por un par de horas a la semana, invertirá algo de 20,000 horas durante 50 años. El ingreso promedio de la familia norteamericana (si ambos esposos trabajan) es $117,795. Si tal familia da algo del 10% por 50 años, entonces contribuirá $588,975. Si alguien es activo en la lectura bíblica, la enseñanza, el evangelismo y el liderazgo, entonces invertirá sustancialmente talento y energía.

¿Valdrá la pena el cielo?

Un Paquete de Viaje Gratis al Paraíso

¿Qué diría si le dijera que tengo pasajes gratis a una isla única? Cuando baje del avión, estará en un paraíso hermoso. Su temperatura siempre es excelente y constante. Su hermosura no tiene comparación. Sus amenidades son lujosas. Sus actividades son divertidas y significativas. ¿Cuánto costaría tal viaje?

En la isla, la música es impresionante. Las voces perfectas, el tono perfecto y la armonía perfecta harán que desee escuchar más.

Se le dará las llaves de su propia mansión, abastecimiento continuo de comida deliciosa y ropa espléndida, y una corona para su cabeza. Todas sus cuentas serán pagadas, y usted llegará a ser multimillonario al instante.

Nunca tendrá que trabajar nuevamente. No tendrá que sudar bajo el sol; no tendrá que esforzarse hasta que sus músculos le duelan; no tendrá reuniones largas u horarios estresantes. No es vacaciones; es una mudanza. Este viaje no tiene fin; no llegará a ser un recuerdo hermoso perdido en la ocupación frenética del regreso a la realidad. Esta es la realidad. La vida estresante llegará a ser el recuerdo que se olvida.

En esa isla, hay seguridad, serenidad y protección absoluta. Ningún ejército asecha—no hay tanques, aviones o barcos de guerras, ni armas nucleares. Ninguna persona violenta vive en toda la isla. Todos los ciudadanos son pacificadores y compasivos. Las puertas no tienen cerraduras, las ventanas no tienen seguros, las mansiones no tienen alarmas, los alrededores no tienen luces de seguridad. La isla no tiene armas de fuego, cárceles, policías o cortes. No tiene traficantes, pedófilos, ladrones o asaltantes.

No hay hospitales, clínicas o farmacias, ya que nunca necesitará tales servicios. No hay píldoras, inyecciones, cabestrillos, sillas de ruedas, muletas, prótesis, escayolas, lentes, dentaduras postizas o ayudas de audición. Si tiene cáncer, cuando salga del avión, será curado. Si tiene una enfermedad cardíaca, efectos de derrame cerebral o una condición crónica debido a una lesión, todo esto desaparecerá.

Si tiene una incapacidad física, esta será quitada. El ciego verá la belleza de la isla. El sordo oirá sus canciones. El cojo caminará por sus calles. El mudo alabará a su Hacedor. Nunca tendrá dolor—no habrá gemidos, expresiones bajas, pastillas para el dolor, quiroprácticos o clínicas para el dolor. Si es una persona mayor, se le restaurará la juventud.

Nunca estará triste. Un día pensará: “No puedo recordar la última vez que no estuve feliz”. No experimentará ansiedad, lágrimas, desánimo, desesperación, depresión, problemas, dolores o infelicidad otra vez. Experimentará gozo, libertad, descanso y júbilo constante—sin límite, sin final y sin interrupción.

Conocerá a grandes héroes del pasado. Abel, Abraham, Sara, Isaac, Jacob, José, Moisés, Josué, Samuel, Rut, David, Elías, Isaías, Ester, Daniel, María, Pedro, Juan, Pablo y Bernabé viven en la isla. Puede llegar a vivir al lado de uno de ellos. Puede ir a almorzar con otro—o con muchos, día tras día.

Se reunirá con seres queridos cristianos a quienes ha extrañado por mucho tiempo—una madre, un padre, un hermano o hermana, un abuelo, un amigo, profesor o vecino—y antepasados que nunca conoció o que soñó conocer. Todos ellos están vivos—con salud y felicidad perfecta.

Usted vivirá para siempre en salud perfecta. No hay funerales, funerarias, ataúdes, cementerios, lápidas o flores de plástico. Su cuerpo no envejecerá, sus ojos no se apagarán, su audición no disminuirá, su lengua no tartamudeará, su piel no se arrugará, su cabello no caerá, su mano no temblará, su pisada no flaqueará, su energía no declinará, su mente no fallará. No hay huesos rotos, rodillas rasgadas o cuerpos lesionados.

Conocerá al Rey del Universo—su Hacedor, Redentor, Salvador y Padre—y a Su Hijo, Jesús. Allí le esperarán. Disfrutará Su luz, se regocijará en Su hermosura y adorará Su Santidad.

Su familia y amigos pueden reunirse con usted en cualquier momento. Hay boletos para ellos. Pueden vivir allí juntos para siempre. Hay una invitación abierta y espacio suficiente. Todo el que tiene un boleto está bienvenido.

(Lea en cuanto a estas cosas en Génesis 25:8; Salmos 16:11; 116:15; Juan 14:1-3; 2 Corintios 5:1-10; 12:4; Filipenses 3:20-21; 1 Tesalonicenses 4:16-18; 1 Timoteo 6:15-16; Tito 2:13; Hebreos 11:1-12:22; 1 Juan 3:2; Apocalipsis 2:7; 7:9; 14:13; 19:1-10; 21:1-27; 22:1-21).

Cualquier Precio Es Cómodo

¿Cuánto costaría un boleto a tal isla? ¿Un millón de dólares? ¿Mil millones? ¿Una vida de preparación? ¿Cuánto estaría alguien dispuesto a sufrir para llegar a tal lugar? ¿Sería algún precio demasiado alto?

Desde luego, esta “isla” es el cielo; la llegada es el Día del Juicio (Mateo 25:31-33); el avión es la iglesia (Hechos 20:28; 1 Corintios 15:24); el boleto es la salvación (Hechos 2:38; 15:11). El precio es gratis, ya que Jesús lo pagó con Su sangre (Efesios 1:7). Simplemente se requiere nuestro amor recíproco, nuestra fe obediente y nuestra lealtad absoluta (Mateo 22:36-40; Marcos 16:16; Juan 3:16; 14:15; Efesios 2:8; Hebreos 5:8-9).

Cuando Jesús preguntó, “¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8:36), quiso decir que el cielo valdrá todo. Nuestros sufrimientos presentes no se comparan a esa gloria (Romanos 8:18; 2 Corintios 4:17). Ya que nuestra existencia terrenal es menos que el 1% de nuestro periodo de vida como seres eternos (Santiago 4:14; Eclesiastés 12:7), cualquier comparación rápidamente se descarta como insignificante.

Recuerde que el cielo es uno de dos destinos—y solamente dos destinos. Existiremos en la eternidad (Eclesiastés 12:7), pero la Tierra dejará de existir (2 Pedro 3:10-12). Los únicos lugares eternos son el lago de fuego y la “isla” (Apocalipsis 21:1,8). Si perdemos la isla, terminaremos en el lago. El riesgo es grande, pero las probabilidades están a su favor ya que Dios quiere salvarle (1 Timoteo 2:4; 2 Pedro 3:9).

Vaya con Nosotros

Como Moisés dijo a Hobab, “[n]osotros partimos para el lugar del cual Jehová ha dicho: Yo os lo daré. Ven con nosotros” (Números 10:29). “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven” (Apocalipsis 22:17).

Dios no nos está invitando a vivir en una choza en un lugar remoto del cielo; Él quiere que nos mudemos con Él a Su casa. No nos está invitando a sentarnos a las puertas del cielo y escuchar sus canciones; quiere que seamos parte de los que cantan. No nos está ofreciendo un paseo para observar las puertas de perlas, las murallas de jaspe y las calles de oro; quiere que vivamos dentro del palacio y veamos al Rey en Su gloria (Salmos 27:4).[1] Hay una corona en el cielo que ninguna cabeza llevará sino la de usted (2 Timoteo 4:8); una mansión que ahora está vacía, esperándole (Juan 14:2); vestiduras que cuelgan en los roperos celestiales que son a su medida (Apocalipsis 7:9); un lugar especial para usted en las bodas del Cordero (Apocalipsis 19:7). Ciertamente, “Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en él” (Salmos 34:8).

Jesús extiende Sus manos para darle la bienvenida (Mateo 11:28). Dios observa con interés (Lucas 15:20-32). El Espíritu Santo espera con un “lapicero” en la mano para listar su nombre en el Libro de la Vida (Lucas 10:20). Obedezca al Evangelio (Hechos 8:35-40). Permanezca fiel (Apocalipsis 2:10; 22:14).

¿Suena bien? Hay boletos extras.

Referencia

[1] Esta sección es adaptada de algo que una vez escuché u oí. No he podido encontrar la fuente original.