Felicidad Garantizada
Uno de nuestros derechos inalienables es “la búsqueda de felicidad”. Se pensaría que en esta nación, todos serían felices, pero esto no es cierto. Según el Instituto Nacional de Salud Mental, 18.8 millones de norteamericanos adultos sufren de depresión clínica. Eso es el 9.5% de la población adulta. Además, 19.1 millones de norteamericanos de 18-54 años de edad sufren de desórdenes de ansiedad. Esto representa el 13.3% de este grupo. En un Estudio de Comorbilidad Nacional patrocinado por los Institutos Nacionales de Salud, se descubrió que 35 millones de norteamericanos (más del 16% de la población) sufren de depresión severa suficiente para garantizar tratamiento en algún punto de sus vidas. En un periodo dado, 13 a 14 millones de personas experimentan esta enfermedad. A la luz de tal información, es tiempo de regresar al plan de Dios para tener una vida digna.
La Biblia es un libro en cuanto al gozo y la felicidad. El tesorero etíope “siguió gozoso su camino” (Hechos 8:39), y de esa manera muchos más han encontrado el camino del Señor. Se puede encontrar las palabras “feliz”, “bienaventurado” (incluyendo “bendito”, “bienaventuranzas”), “regocijo” (“regocijó”, “regocijándose”, etc.) y “gozo” (“gozoso”, “gozar”, etc.) un total de más de 900 veces.
Según la Palabra de Dios, ¿a quién se le garantiza la felicidad?
El que obtiene y conserva la sabiduría es feliz. “Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia; porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus frutos más que el oro fino. Más preciosa es que las piedras preciosas; y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella… Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano, y bienaventurados son los que la retienen” (Proverbios 3:13-15,18; cf. Eclesiastés 9:15-18). La palabra que se traduce “bienaventurado” también puede ser traducida “feliz”. Esta es la primera de ocho “bienaventuranzas” en Proverbios (3:13; 8:32,34; 14:21; 16:20; 20:7; 28:14; 29:18).
Se ha valorado consistentemente el oro y la plata desde tiempos antiguos. Se gastará miles de millones este año para adquirir estos materiales preciosos. Muchos alrededor del mundo adornan sus cuellos y manos con estos materiales cada día. Los esposos y las esposas los usan como símbolos del amor y la devoción que se han prometido. Cuando los ladrones entran a las casas, las cosas hechas de oro y plata son las primeras que roban. Pero la Biblia habla de algo que vale más que el oro y la plata—la sabiduría.
En la historia apasionante Las Minas del Rey Salomón, los héroes ficticios de Don Henry Rider Haggard—Allan Quatermain, el Capital John Good y Don Henry Curtis—se abrieron camino a través de la arena caliente del desierto y sobre las cimas heladas de la montaña a una tierra olvidada. Ayudaron a liderar una revolución exitosa contra el rey tirano del país. Como recompensa, una hechicera repulsiva llamada Gagool les guió a la cámara secreta del tesoro de Salomón. Les llevó profundamente dentro de una montaña, abrió una puerta secreta y les mostró una cámara donde había suficiente oro para hundir una flota de barcos y suficientes diamantes para pagar una deuda nacional. Ellos entraron apresuradamente, tocaron el oro y se deleitaron en su maravillosa suerte.
Mientras tanto, ¡Gagool cerró la puerta secreta! Los tres aventureros estaban encerrados en un lugar oscuro, sepultados dentro de la tierra. Mientras las horas pasaban, su desesperación comenzó a crecer. No tenían luz, comida, agua o esperanza de ser rescatados. Las palabras finales de la hechicera hacían eco alrededor de la cámara: “¡Coman de esto!”, ella reía fuertemente. “Beban de esto… ¡Llénense!”. Ellos tenían una fortuna inmensa, pero Quatermain relató luego, “Nosotros lo hubiéramos cambiado todo con gusto por la oportunidad más pequeña de escapar. Sin duda, pronto lo hubiéramos cambiado por un poco de comida y un vaso de agua, y después de eso, por un término rápido de nuestro sufrimiento”. Él concluyó, “Realmente, las riquezas que los hombres se esfuerzan por adquirir, no tiene valor al final”.
Las riquezas no pueden comprar la salud o la felicidad. No pueden comprar un minuto más de vida. No pueden comprar el amor o apaciguar el odio. No pueden comprar la paz con Dios. ¿Qué es el uso de las riquezas sin sabiduría? El hombre necio que hereda una fortuna pronto se dará cuenta que su dinero tiene alas y vuela lejos.
La sabiduría que es “mejor…que el oro, y que el oro refinado” y que tienen ingresos mayores “que la plata escogida” (Proverbios 8:19; cf. 3:15; 8:11) es lo que Santiago después llamó “la sabiduría que es de lo alto” (Santiago 3:17). La pseudo-sabiduría que este mundo ofrece no vale mucho (Mateo 16:26; Romanos 1:22; 1 Corintios 1:20; 2:6-7; 3:19; 2Corintios 1:12; Santiago 3:15). Dios nos da la sabiduría y habilidad de saber y obedecer a la verdadera sabiduría (Juan 8:32; Romanos 6:17). Como hijos de Dios, podemos pedir sabiduría a Dios en cualquier momento (Santiago 1:5).
Alguien dijo, “Hay dos clases de gente: aquellos que aman las cosas y usan a la gente, y aquellos que aman a la gente y usan las cosas”. Jesús dijo, “[L]a vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:15). Ya que Jesús “nos ha sido hecho por Dios sabiduría” (1 Corintios 1:30), dichosos son aquellos que le encuentran. “Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría”.
El que obedece a Dios es feliz. “Ahora, pues, hijos, oídme, y bienaventurados los que guardan mis caminos… [E]l que guarda la ley es bienaventurado” (Proverbios 8:32; 29:18). Jesús dijo, “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” (Juan 13:17; cf. 15:14; Génesis 6:22; Éxodo 40:16; Salmos 19:11; Mateo 7:24-25; 12:50; Santiago 1:25; Apocalipsis 22:14).
La Biblia enseña consistentemente que no puede existir felicidad sin santidad. Esta idea es contraria a la creencia de la mayoría de gente. Al descartar la Escritura, ellos pasan sus vidas en busca de felicidad. La buscan en todo lugar. Piensan que la pueden encontrar en el sexo, el placer, el dinero, el matrimonio, las drogas, el alcohol, la comida, una casa más grande, un mejor vecindario, el poder, el prestigio y la prominencia.
El mundo está bajo los pies del maligno, y él no está interesado en hacer feliz a nadie por mucho tiempo. En Las Cartas del Diablo de C.S. Lewis, Escrutopo es un demonio antiguo a quien Orugario, un demonio joven, se reporta. La tarea de Orugario es dirigir a una persona al infierno a través de los laberintos de la vida. Desafortunadamente, falla. ¡Su cliente llega a ser cristiano! Escrutopo escribe a Orugario una serie de cartas no solamente para castigarle y amenazarle sino también para instruirle en cuanto a las maneras de prevenir que su cliente llegue a ser un cristiano maduro. Una carta aborda el asunto del placer. Escrutopo reconoce que el placer es una herramienta útil para que los espíritus malos engañen a los seres humanos. Pero el problema es que el placer es realmente la creación de Dios. Escrutopo explica, “Todo lo que podemos hacer es distorsionar el placer”. Escrutopo dice que la fórmula del infierno es simple—ofrecer un antojo constantemente creciente de un placer constantemente decreciente. El premio supremo es conseguir el alma del hombre—a cambio de nada.
El que estudia la Biblia diariamente es feliz. “Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas cada día, aguardando a los postes de mis puertas” (Proverbios 8:34; Juan 8:31-32; Hechos 2:42; 17:11-12). El salmista escribió, “Mejor me es la ley de tu boca que millares de oro y plata” (119:72). Si hubiera solamente una Biblia en el mundo y usted la poseyera, ¿cuánto pediría por ella? ¿Mil dólares? ¿Diez mil dólares? ¿Un millón de dólares? ¿Más? ¿La vendería por algún precio? Antes de responder, recuerde:
- La Biblia es producto de la boca de Dios y revela la mente de Dios (2 Timoteo 3:16-17).
- Puede hacerle “sabio para la salvación” (2 Timoteo 3:15) y puede salvar su alma del infierno (Mateo 16:26; Romanos 1:16; Santiago 1:21).
- Contiene el camino a esa ciudad eterna donde no hay más dolor, enfermedad, llanto o muerte (Apocalipsis 21:4; Juan 14:6).
- Contiene la más grande historia de amor que jamás ángeles u hombres hayan contado (Juan 3:16; Romanos 5:8; Hebreos 2:9).
- Contiene todas las cosas necesarias para la vida y la piedad (2 Pedro 1:3).
Ahora, responda: “¿Cuánto vale la Palabra de Dios para usted?”. ¡Usted no la vendería a ningún precio! ¿Pero cuántas veces actuamos como si la Biblia no valiera mucho? Damos esa impresión cuando…
- No investigamos sus páginas para aprender la voluntad de Dios para nosotros (Juan 5:39).
- No la estudiamos diariamente y aplicamos sus preceptos a nuestras vidas (2 Timoteo 2:15; Hechos 17:11).
- No la enseñamos a otros para que ellos la puedan obedecer (Hechos 8:4; 1 Pedro 3:15).
¡Ciertamente el que tiene una Biblia y la sigue es feliz!
El que es generoso es feliz. “Peca el que menosprecia a su prójimo; mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado” (Proverbios 14:21; 11:24-25; 19:17; 28:27; Salmos 41:1-2; 112:5,9; Lucas 6:30-36; Hechos 20:35; 1 Juan 3:17-22).
El que es salvo por el Señor es feliz. “Bienaventurado tú, oh Israel. ¿Quién como tú, pueblo salvo por Jehová, escudo de tu socorro, y espada de tu triunfo?” (Deuteronomio 33:29; cf. Número 24:5; Mateo 13:44; Hechos 8:8,39; 13:52; 16:34; Romanos 5:2; 15:10; Efesios 1:3; Filipenses 3:3; 4:4; Santiago 1:9-10). “Bienaventurado el pueblo que tiene esto; bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová” (Salmos 144:15; cf. 33:12).
El que tiene a Dios como su ayuda y esperanza es feliz. “Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su Dios” (Salmos 146:5; cf. 42:5; 46:1; Jeremías 17:7; Marcos 9:22-23; Hechos 26:22; Colosenses 1:27; 1 Timoteo 1:1; Hebreos 4:16; 1 Pedro 1:21). ¡El que ha aprendido de Jesús (Juan 6:44-45), creído en Él como el Hijo de Dios (Juan 8:24), se ha arrepentido de sus pecados (Lucas 13:3), confesado su fe en Cristo (Mateo 10:32-33), recibido el lavamiento de sus pecados en el bautismo (Hechos 2:38) y está siguiendo fielmente a Él (Apocalipsis 2:10) tiene razón para gozarse!
El que confía en Dios es feliz. “El entendido en la palabra hallará el bien, y el que confía en Jehová es bienaventurado” (Proverbios 16:20; Mateo 12:18-21; Romanos 15:12-13; 2 Corintios 1:9-13; Efesios 1:12-13; 2 Timoteo 1:12).
El que teme a Dios es feliz. “Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios; mas el que endurece su corazón caerá en el mal” (Proverbios 28:14). “Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien” (Salmos 128:1-2).
Las mujeres que tienen hijos son felices. “Luego Zilpa la sierva de Lea dio a luz otro hijo a Jacob. Y dijo Lea: Para dicha mía; porque las mujeres me dirán dichosa; y llamó su nombre Aser” (Génesis 30:12-13; cf. Salmos 127:1-5; Juan 16:21).
Los hijos que tienen padres piadosos son felices; los padres que tienen hijos piadosos son felices. “Camina en su integridad el justo; sus hijos son dichosos después de él” (Proverbios 20:7; cf. Hechos 2:39). “Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta” (Salmos 127:5).
El que tiene un buen maestro de Biblia es feliz. “Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de ti, y oyen tu sabiduría” (1 Reyes 10:8; cf. 2 Crónicas 9:7; Lucas 10:39-42; 11:28,31).
El que no se condena a sí mismo es feliz. “¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba” (Romanos 14:22; cf. Hechos 24:16; 2 Corintios 1:12; 1 Juan 3:21).
El que persevera es feliz. “He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo” (Santiago 5:11; cf. 1:12; Salmos 94:12; Mateo 10:22; Hebreos 3:6,14; 10:39).
El que sufre por el bien de la justicia es feliz. “Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois” (1 Pedro 3:14). “Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado” (1 Pedro 4:14; cf. Mateo 5:10-12; 10:18-22,39; 16:25; 19:29; Marcos 8:35; 10:29).
“¡Felicidad garantizada!”. ¿Suena demasiado bueno para ser cierto? ¿Por qué no intentarlo?
Derechos © 2011. Traducción por Moisés Pinedo. Título original en inglés, “Happiness Guaranteed”, por www.housetohouse.com; folleto.