La Definición del Matrimonio

Mientras los legisladores pelean en cuanto a la legitimidad de los matrimonios entre el mismo sexo, los jueces activistas promueven aprobación constitucional en su redefinición del matrimonio, y los ciudadanos en los Estados Unidos están involucrados en una guerra cultural antagónica, es inconcebible ser informados de que el presidente de los Estados Unidos haya anunciado su aprobación de la sexualidad homosexual. Si Dios existe y la Biblia es Su Palabra revelada, entonces los Estados Unidos está enfrentando peligro inminente. La evaporación de los principios cristianos en la civilización norteamericana guiará a la extinción de la civilización, la libertad y la moralidad.

En medio de tales circunstancias deprimentes, la persona espiritual puede encontrar algo de consuelo en las palabras de las Cortes Supremas antiguas de los EE.UU. Por ejemplo, en el caso de 1885, Murphy vs. Ramsey, que abordó la legitimidad de la poligamia, la corte declaró:

Ciertamente no se puede suponer que haya una legislación más saludable y necesaria en la fundación de una comunidad libre y autónoma…que aquella que busca establecerla en la fundación de la familia, la cual consiste y se genera de la unión para toda la vida de un hombre y una mujer en el estado sagrado del matrimonio—la fundación segura de todo lo que es estable y noble en nuestra civilización, la mejor garantía de esa moralidad reverente que es la fuente de todo progreso bueno en el mejoramiento social y político (1885, énfasis añadido).

Observe que la Corte Suprema señaló que la estabilidad de una nación y su progreso adecuado se basa en el hogar compuesto de un hombre y una mujer por toda la vida—la declaración precisa de Dios mismo (Génesis 2:24). Durante la mayor parte de la historia norteamericana, las cortes no han tenido problema en reconocer y reafirmar la idea de la familia y la definición histórica del matrimonio. Tal pensamiento se basa y se encuentra en armonía total con la Biblia.

En otro caso de la Corte Suprema, Reynolds vs. los Estados Unidos, después de reconocer el derecho constitucional a la libertad de religión, la corte repudió la poligamia como una ofensa penable contra la sociedad, y confirmó la importancia fundamental de la monogamia: “Aunque el matrimonio es por su propia naturaleza un deber sagrado, también es un contrato civil en las naciones civilizadas, y es usualmente regulada por la ley. Se puede decir que la sociedad está fundada en él” (1879, énfasis añadido). Estos sentimientos legales reflejaban el enfoque de la mayoría de norteamericanos por los primeros 180+ años de la historia norteamericana. El cambio de la norma social—un hombre y una mujer—da como resultado la desestabilización de la sociedad.

Entonces, no es una sorpresa que en 1848, la Corte Suprema de Carolina del Sur expresara la posición de los fundadores y los norteamericanos antiguos en cuanto a lo que pasaría si se abandonara la moralidad cristiana:

¿Qué constituye el estándar de moralidad buena? ¿No es el cristianismo? Ciertamente no hay otro. Si se dice que no se puede apelar a él… ¿qué sería de la moralidad buena? Si se aboliera este estándar, en un instante el tiempo de virtud moral en el que vivimos se convertiría en una noche oscura y tenebrosa de inmoralidad pagana (Municipalidad de Charleston…, énfasis añadido).

Los que practican el divorcio no-escritural, la homosexualidad y otros comportamientos siniestros están socavando poco a poco la fundación de la civilización norteamericana—lo cual la corte llamó la “fundación segura de todo lo que es estable y noble en nuestra civilización”. ¿Despertarán los norteamericanos de este estupor espiritual? ¿Se levantarán y reaccionarán a tiempo? Ha llegado el tiempo de que aquellos que todavía conservan sentimientos morales reconozcan que estamos en una guerra extensa e inconfundible—una guerra cultural—una guerra de proporciones sísmicas contra las autoridades y fuerzas culturas que ahora revelan hostilidad directa contra Dios, Cristo y la Biblia. Debemos meditar y dedicarnos a la lucha crítica, mientras consideramos las palabras de Dios a través de Pablo:

Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes (Efesios 6:10-13, énfasis añadido).

Referencias

Municipalidad de Charleston vs. Benjamin [City Council of Charleston v. Benjamin] (1848), 2 Strob. L. 508 (S.C. 1848).

Murphy v[s]. Ramsey (1885), 114 U.S. 15; 5 S. Ct. 747; 29 L. Ed. 47; 1885 U.S. LEXIS 1732.

Reynolds vs. los Estados Unidos [Reynolds v. United States] (1879), 98 U.S. 145; 25 L. Ed. 244; 1878 U.S. LEXIS 1374; 8 Otto 145.