La Edad de la Responsabilidad y el Bautismo

Pregunta:

“Comprendo que los niños no tienen pecado, y que por ende, son salvos. Pero ¿a qué edad un niño o adolescente no es salvo, y por tanto, necesita ser bautizado? Gracias por su ayuda”.

Respuesta:

Esta pregunta se basa en dos proposiciones que el indagador ya acepta como verdades bíblicas: (1) los niños son salvos, y (2) el bautismo está relacionado a la salvación. Este breve artículo no lidia con estas premisas, pero se debe señalar que estas tienen sostenimiento bíblico adecuado. Aunque el catolicismo y el calvinismo enseñan que los niños nacen heredando el pecado de sus padres, la Biblia refuta tal doctrina (Éxodo 32:32-33; Deuteronomio 24:16; 2 Reyes 14:6; 2 Crónicas 25:4; Jeremías 31:30; Ezequiel 18:20; cf. Pinedo, 2010b, pp. 140-144). Y la Biblia indica claramente que el bautismo es esencial para la salvación (Mateo 28:19-20; Marcos 16:15-16; Juan 3:3-5; Hechos 2:38; 8:38; 10:47-48; 16:33; 19:3-5; 22:16; Romanos 6:3-5; Gálatas 3:27; Colosenses 2:12-13; 1 Pedro 3:21; cf. Pinedo, 2012).

¿Pero cuándo el niño alcanza una edad en que llega a ser responsable ante Dios y por ende debe someterse al bautismo para el perdón de sus pecados? Esta pregunta no tiene una respuesta que se aplique absolutamente a cada individuo. Es como preguntar: “¿A qué edad un niño está listo para usar un cuchillo de cocina?”. Desde luego, una edad puntual sería una sugerencia imprudente. Los que tenemos dos o más hijos, entendemos que nuestros hijos son diferentes, y que ellos maduran a edades diferentes—dependiendo de una variedad de condiciones sociales y ambientales. Aprendemos a observarles, y llegamos a darles responsabilidades y permisos según su grado respectivo de madurez. Esto se aplica a la pregunta en consideración.

La Biblia hace referencia a la edad de la responsabilidad (cf. Romanos 7:9), pero por razones obvias, tampoco ofrece una edad determinada. El trasfondo histórico y contextual de los relatos en cuanto a la ministración del jovencito Samuel en el templo (1 Samuel 3) y la visita de Jesús a Jerusalén a la edad de 12 años (Lucas 2:41-52), pueden apuntar a la pubertad como el periodo en que los niños no solamente comienzan a experimentar cambios corporales, sino también a desarrollar un nivel de madurez intelectual y emocional más profundo. Pero otra vez, la edad de la responsabilidad se relaciona más a un proceso continuo de comprensión y madurez espiritual, en vez que a una edad específica (cf. Lucas 1:80; 2:52).

INDICACIONES PRÁCTICAS

Hay algunas indicaciones que pueden ayudar a los padres a determinar si sus hijos están comenzando su viaje en el camino de la obediencia a la fe. Obviamente, la petición constante del bautismo indica deseo de someterse a este acto de obediencia (cf. Hechos 8:36), pero no siempre es una indicación de madurez adecuada en el niño. Por otra parte, la participación reflexiva y seria en el servicio de adoración, la ejecución diligente en la clase bíblica, y las preguntas con un grado mayor de profundidad espiritual pueden ser una mejor indicación.

De manera interesante, uno de los conceptos esenciales que una persona debe entender y creer antes de llegar al bautismo es la deidad de Cristo, la cual es parte de la confesión cristiana (Romanos 10:9-10). Para entender el concepto del “Dios Hombre”, la persona debe tener conocimiento de la concepción virginal (Mateo 1:18,20,23). A la vez, esto demanda que tal persona comprenda la concepción natural (al menos en un nivel general). Si un padre considera que su hijo es demasiado joven para entender generalmente el proceso natural que guía al nacimiento físico, entonces es probable que ese niño también sea demasiado joven para llegar al nacimiento espiritual (Juan 3:3,5).

CONSEJOS PRÁCTICOS

Aquí hay algunos consejos prácticos que se aplican a los varios aspectos de esta pregunta:

  • Como se señaló anteriormente, se debe evitar fijar una edad absoluta para la conversión de los hijos—sea directa o indirectamente. Cuando era un niño que asistía a las clases dominicales de la iglesia, la letra de una canción quedó firmemente grabada en mi mente. Esta decía: “Los niños de siete años, de cinco y tres también, entrar al cielo pueden; Jesús la puerta es”. Como cualquier otro niño inteligente lo haría, yo me preguntaba: “¿Y qué hay de los niños de ocho años?”. No hace falta decir que esta canción desatinada causó preocupación innecesaria en mis años de infancia.
  • Los padres no deben presionar a sus hijos a llegar al cristianismo. Tal vez nadie tenga mayor influencia en un niño que sus propios padres. Los niños hacen y harán muchas cosas para satisfacer a sus padres y hacerles sentir orgullosos—incluyendo someterse al bautismo. Los padres deben ser cuidadosos de no abusar de su influencia para promover una “obediencia” prematura.
  • Los padres tal vez necesitarán interponer tiempo adecuado entre la solicitud de sus hijos y la satisfacción de tal solicitud. En algunos casos, es obvio que un jovencito está listo para obedecer al Evangelio la primera vez que solicita hacerlo. Pero usualmente la mayoría de jovencitos necesita más tiempo y más instrucción al respecto. Un padre no “lanza al matrimonio” a su hija la primera vez que ella menciona el tema o que le presenta a un novio. Los que obedecen al Evangelio llegan a ser parte de la esposa de Cristo (Efesios 5:23), y por ende, deben estar preparados para un compromiso serio y para toda la vida.
  • Los padres deben evitar confundir el conocimiento de hechos y verdades bíblicas con la aptitud de sus hijos para obedecer al Evangelio. Los niños son muy inteligentes. Mi hija menor (de seis años) puede relatar una cantidad de historias y lecciones bíblicas, puede recitar una serie de escrituras sagradas, puede articular canciones y oraciones a Dios, e incluso puede mencionar el propósito del bautismo. Pero ella no tiene pecado y ciertamente no tiene conciencia del pecado. Simplemente no tiene la madurez intelectual y emocional como para relacionar tal conocimiento a su condición espiritual. Mientras maduran, los niños deben entender la naturaleza del pecado y el sacrificio de Cristo, llegar a analizar sus vidas, y hacer las conexiones y aplicaciones respectivas para tomar una decisión consciente.
  • Los padres deben aprender a distinguir la determinación y la emoción (cf. Mateo 13:20-21). Los niños son personas emotivas e influenciables. Un viaje de campamento fuera de la ciudad con compañeros cristianos puede avivar rápidamente la “fogata de la obediencia”. La decisión del hermano mayor o un amigo cercano de aproximadamente la misma edad puede causar que el niño quiera tomar el mismo paso. La curiosidad de probar el sabor de los elementos del memorial cristiano (la Cena del Señor) puede producir “apetito de obediencia”. Y el deseo de ser parte del equipo de fútbol de un grupo juvenil cristiano puede hacer que un niño quiera llegar a ser parte del “equipo de Cristo”. Lo cierto es que si un niño no ha pensando en el bautismo y repentinamente demanda ser bautizado cuando otros lo hacen o cuando hay condiciones que ejercen presión, entonces es muy probable que los padres necesitan estudiar adicionalmente con él.
  • Los padres necesitan brindar seguridad escritural a sus hijos que se encuentran en el camino hacia el compromiso cristiano. El concepto de un lago eterno de fuego y azufre ciertamente puede hacer que cualquier niño susceptible quiera zambullirse rápidamente en las aguas bautismales. Este pensamiento estresante puede humedecer sus almohadas con lágrimas, y puede provocar una obediencia inadecuada basada solamente en el temor al castigo. Los niños necesitan entender que de ellos es el reino de los cielos (Mateo 19:14; cf. 18:3), y que el amor de Dios les cubre mientras son criados “en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4).
  • Los padres deben ser modelos espirituales (Deuteronomio 6:4-5), y deben proveer oportunidades espirituales que fomenten un entendimiento más profundo de las verdades y demandas del cristianismo (vss. 6:6-9). Mi hija mayor (de 11 años) ha comenzado a considerar más seriamente el bautismo durante las semanas pasadas. Aunque todavía no ha solicitado ser bautizada, ha expresado verbalmente su interés en cuanto al tema. Nuestras devocionales diarias han permitido que ella exprese sus preocupaciones e inquietudes espirituales. Ahora hemos comenzando un estudio que cubre el libro de Juan (que se enfoca en lo que Jesús es e hizo por nosotros) y el libro de Hechos (que se enfoca en nuestra respuesta ante lo que Jesús es e hizo).
  • Los padres deben ser proactivos en la determinación del desarrollo espiritual de sus hijos. Una conversación breve con el maestro o maestra de escuela dominical de su hijo o hija puede revelar indicaciones más claras de que él o ella está llegando a ser más consciente de su estado espiritual. Los padres también deben observar cuidadosamente a sus hijos durante la adoración de la iglesia para detectar el grado de involucración y reflexión espiritual de ellos.
  • Los padres deben preparar a sus hijos por medio de la reflexión profunda. Las preguntas abiertas pueden ayudar en este respecto. Por ejemplo, en vez de preguntar, “¿Te sientes pecador?” o “¿Quieres arrepentirte?” (preguntas cerradas que se responden con “sí” o “no”), los padres pueden preguntar: “¿Por qué te sientes pecador?” o “¿Qué es el arrepentimiento?”. Estas preguntas son abiertas, y demandan comprensión más profunda y respuestas más elaboradas. Las preguntas abiertas generalmente comienzan con “¿cómo?, ¿qué?, ¿porqué?, etc.”.
  • Los padres deben enfatizar en la mente de sus hijos el impacto que la decisión de llegar al cristianismo tendrá en sus vidas. ¿Están ellos dispuestos a realizar un cambio profundo en su carácter y acciones? ¿Están dispuestos a compartir la fe con otros? ¿Están dispuestos a sufrir afrenta por la causa de Cristo? ¿Y están dispuestos incluso a dar sus vidas por Cristo si así se requiere?
  • Los padres pueden beneficiarse grandemente del libro de Kyle Butt, ¿Estoy Listo para Ser Bautizado? Aunque se ha escrito este libro desde la perspectiva del niño, los padres diligentes querrán leerlo primero para poder entender y ayudar mejor a sus hijos. Guardar un registro de notas con las respuestas y entendimiento de su hijo puede ayudar a clarificar algunas dudas en el futuro en cuanto a su conversión.
  • Finalmente, a pesar de la involucración de los padres y la instrucción adecuada, algunos jovencitos pueden llegar al bautismo careciendo de conversión verdadera. Lo cierto es que nadie (incluyendo los padres) está en la posición de juzgar la conversión de una persona que ha llegado a un nivel de entendimiento y responsabilidad adecuada; solamente Dios y el creyente pueden conocer su corazón. Con el tiempo, esos jovencitos pueden sentir la necesidad de reconsiderar su bautismo, y pueden llegar a reconocer que su conversión fue insatisfactoria. Los padres y la hermandad todavía deben estar dispuestos a proveer ayuda y orientación en este aspecto. [Para un estudio sobre el re-bautismo, vea Pinedo, 2010a].

Mientras instruye a sus hijos en el camino del Señor, confíe en Él. Como Wayne Jackson ha sugerido, Dios no ha instituido “un sistema de creencia en el cual los padres amorosos crían a sus hijos en el Señor solamente para sentirse aterrorizados de que ya que sus hijos llegaron a la edad de 12 años, entonces estén en peligro del infierno hasta que decidan bautizarse… Si su hogar es un hogar cristiano, y usted está enseñando fielmente a sus hijos, puede tener la seguridad de que cuando su hijo necesite ser bautizado, se lo hará saber” (en Webster, s.d.).

Referencias

Pinedo, Moisés (2010a), “¿Es el Re-bautismo Escritural?”, EB Global, http://www.ebglobal.org/inicio/es-el-re-bautismo-escritural.html.

Pinedo, Moisés (2010b), ¿Lo que la Biblia Dice acerca de la Iglesia Católica? (Montgomery, AL: Apologetics Press).

Pinedo, Moisés (2012), “Una Salvación Insuficiente”, EB Global, http://www.ebglobal.org/inicio/una-salvacion-insuficiente.html.

Webster, Allen (sine data), “La Edad de la Responsabilidad”, folleto (Jacksonville, AL: House to House).