La Manera que Dios Quiere que Ame a Su Cónyuge
Una mujer publicó un anunció clasificado que simplemente decía: “Se busca esposo”. ¡El día siguiente recibió 100 cartas! Todas las cartas decían lo mismo: “Puedes tener el mío”. Obviamente, estos no eran matrimonios cristianos.
Una persona a quien su cónyuge ama tiene una mayor posibilidad de ir al cielo que una persona soltera o alguien que tiene un matrimonio disfuncional. Esto no quiere decir que las personas solteras, divorciadas o con matrimonios disfuncionales no pueden hacer nada bueno por el reino o que no pueden ir al cielo cuando mueran. Esto simplemente quiere decir que es más difícil que Satanás atrape a una persona que tiene un compañero que le ama como la Biblia instruye. El incienso del diablo no tiene un olor tan agradable para alguien que constantemente respira el aroma del amor cristiano. Sus cantos de sirena no pueden cautivar los oídos sordos de un esposo que está satisfecho en su hogar, ni tampoco a una mujer cuyo corazón está rebosando de amor.
No es una sorpresa que Pablo instruyera a las mujeres a “amar a sus maridos” (Tito 2:4), o que dijera que los esposos deben amar a sus esposas cuatro veces en un solo pasaje:
Maridos, [1] amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia… Así también los maridos deben [2] amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que [3] ama a su mujer, a sí mismo se ama… Por lo demás, cada uno de vosotros [4] ame también a su mujer como a sí mismo (Efesios 5:25-33).
La Biblia implica que las parejas se amarán entre sí y gozarán juntos (Eclesiastés 9:9). Isaac amaba a Rebeca, y ella consoló su vida (Génesis 24:67). Urías Heteo alimentaba y cuidaba de Betsabé (2 Samuel 12:3). La esposa de Salomón era tan amada como una gacela (Proverbios 5:19). A su vez, Salomón amó a sus esposas (1 Reyes 11:2).
¿Cuáles son las características del amor de esposos?
El amor de esposos es altruista—ningún precio es demasiado alto. Un hombre confesó a su amigo que tenía miedo que amaba a su esposa demasiado. Su amigo le preguntó si la amaba tanto como Cristo amaba a la iglesia. Él respondió, “No”. Su amigo dijo, “Debes amarla más”.
El esposo que entiende el amor bíblico daría su vida por su esposa. La esposa haría lo mismo por su esposo (1 Juan 3:16; cf. Romanos 5:7). Se implica lógicamente que alguien que realizaría el sacrificio supremo estaría dispuesto a realizar los sacrificios menores necesarios diariamente para ayudar a la esposa a acercarse más a Dios. Jacob amó a Raquel lo suficiente como para sacrificar 14 años de su vida por ella (Génesis 29:20,27). El esposo puede no disfrutar ir a visitar a la madre de su esposa, y ella puede no disfrutar mirar el fútbol cada fin de semana, pero estos son pequeños sacrificios que mejoran una relación. Los gustos personales, los deseos, las opiniones y las preferencias tienen una importancia secundaria ante la compatibilidad, la amistad y la intimidad.
El amor de esposos es espiritual—no se conformará con nada menos que la eternidad. ¿Cuál es la meta del matrimonio? ¿Es simplemente ser felices? No, no es nada tan superficial como eso. El matrimonio es una preparación para la eternidad. Es una oportunidad de toda la vida para que dos personas se ayuden entre ellos con el fin de prepararse para el Día del Juicio. El matrimonio aquí es un tiempo de prueba para nuestro matrimonio con Jesús para siempre. La meta de cada compañero cristiano es asegurarse que su cónyuge llegue al cielo.
Pedro presentó a las esposas algunos métodos para ganar exitosamente a sus esposos (1 Pedro 3:1-4). Pablo enseñó a los esposos a considerar el matrimonio como un campo misionero: “Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh marido, si quizá harás salva a tu mujer?” (1 Corintios 7:16). Para Pablo, quien trabajó diligentemente “para que de todos modos salve a algunos” (1 Corintios 9:22), el matrimonio era otro método de evangelismo.
En otra ocasión, Pablo describió a Jesús como un modelo para los esposos cristianos. Ya que Cristo es el “Salvador del cuerpo” Quien santificó y lavó a Su esposa, se implica que los esposos deben procurar la salvación de sus esposas al ayudarles a vivir vidas puras (Efesios 5:23). Los esposos pudieran parafrasear fácilmente el principio vital de Pablo para su amigo Timoteo como “un deseo de salvarse a sí mismos y a aquellos en su entorno” (1 Timoteo 4:16). Si un hombre que gana cualquier alma es sabio (Proverbios 11:30), entonces aquel que salva a su amigo(a) más amado(a) sin duda lo es.
Imagine que una pareja recibe una invitación para comer con el presidente de su nación. Ellos esperan tal ocasión por meses. Tal vez comienzan una dieta para perder algunos kilos. Compran las mejores ropas para vestirse e impresionar. Llega el día. Ella se arregla el cabello esa mañana y él se afeita con cuidado. Se plancha la ropa; se aplica el maquillaje; se rocía el perfume. Cuando el sedán del Servicio Secreto llega a su casa, ella mira a su esposo y pregunta, “¿Cómo luzco?”. Él la examina desde los pies a la cabeza. Quita un pedazo de hilo de su falda, un cabello de su hombro, alisa una arruga de su abrigo y le indica que no olvide su cartera. A su vez, él pregunta, “¿Estoy presentable?”. Ella arregla su cabello en la parte de atrás, ajusta su corbata y le recuerda que limpie sus lentes. Ninguno de ellos se reciente por las acciones del otro. Ellos están agradecidos de la ayuda que reciben para tener una mejor apariencia.
Ahora considere que usted y yo tenemos una invitación a un evento mucho más prestigioso. Pronto cenaremos con el Rey de Reyes (Apocalipsis 19:7-9). El día que nos reunamos con el Rey Jesús, esto no se tratará de peinados, ternos o accesorios que combinen. Se tratará del carácter, las obras y “la hermosura de la santidad” (1 Crónicas 16:29). Al Señor no le importará los vestidos lujosos y el maquillaje; Él mirará el adorno “interno, el del corazón”, para buscar “un espíritu afable y apacible” (1 Pedro 3:3-4). Nuestros cónyuges nos ayudan a lucir mejor en ese gran día final cuando todo el mundo esté mirando (Mateo 25:31-33).
Pablo dijo que el Señor “presentará” a Su esposa ese día (Efesios 5:27). Ahora está laborando para hacerla “gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante,…santa y sin mancha” (Efesios 5:26-27). En la Grecia antigua, se purificaba a las novias por medio del lavamiento en un río. Independientemente de lo que había sido antes, ella ahora entraba al matrimonio sin ninguna mancha moral o social—se había lavado lo pasado. Esto es lo que Cristo hace por nosotros en el bautismo (Hechos 22:16).
El amor de esposos es incansable—ningún camino es demasiado largo. El amor siempre encuentra una solución. Es creativo y paciente. Para usar las palabras de Pablo, el amor “todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser” (1 Corintios 13:7-8). Los cuatro amigos de un hombre paralítico ilustran la creatividad del amor. Cuando no pudieron llegar a Jesús a través de una puerta o ventana, subieron e hicieron una abertura en el techo (Marcos 2:4). El amor rechaza darse por vencido hasta que el cónyuge esté listo para el cielo. El amor nunca permite que el compañero reduzca su paso en la carrera cristiana, o que se rinda en la batalla contra el diablo (1 Corintios 9:24-27).
El amor de esposos es absoluto—ningún pecado es inofensivo. Pablo hizo referencia a quitar manchas y arrugas, lo cual es una metáfora con referencia a la ropa (Efesios 5:27). Así como a la ropa que ha sido lavada y planchada se le quita las manchas y arrugas, dos cristianos casados son limpiados y arreglados para reunirse con el Maestro.
La ilustración también puede hacer referencia a un cuerpo que envejece y llega a tener manchas y arrugas. Ya que las manchas son externas y las arrugas son el resultado de la decadencia interna, esta figura se aplica a esposos que se ayudan para vencer las fallas obvias y los secretos escondidos (Salmos 19:12).
Nuestros cónyuges tienen mayor perspectiva y oportunidad de ayudarnos a prepararnos exitosamente para reunirnos con el Rey Jesús. Nuestras parejas nos conocen mejor; están cerca de nosotros el mayor tiempo; entienden nuestras fortalezas y debilidades. Probablemente conocen nuestros pecados secretos y cuidadosamente cubren nuestras fallas de carácter. Así que están en la mejor posición de ayudarnos a “lucir mejor” para la fiesta de bodas.
El amor cubre una multitud de pecados (1 Pedro 4:8). Esto se aplica en tres maneras:
- Los esposos creen lo mejor el uno del otro (1 Corintios 13:7; Proverbios 18:13). Una persona que ama no es una persona que sospecha. El amor “no guarda rencor” (1 Corintios 13:5). Una definición de “guardar rencor” es “suponer”. El amor no sospecha lo malo de otros; no imagina lo malo, no acusa a causa de la influencia. Su mente es su preocupación. El amor trata de interpretar todo de la mejor manera. Así que una esposa no debe suponer automáticamente que su esposo tiene una aventura ya que llega del trabajo una hora después un día determinado. (Tal vez hubo un accidente en la carretera). Un esposo no debe concluir que su esposa está teniendo una aventura porque pone fin a una conversación telefónica cuando él entra al cuarto. (Tal vez ella estaba planeando una fiesta sorpresa para él).
- Los esposos protegen su reputación mutuamente. El amor no habla mal a otros en cuanto al pecado de un ser amado (Proverbios 10:12; 12:16; 17:9). Un esposo que ama a su esposa no le hará el blanco de bromas pesadas. Una esposa que ama a su esposo no pondrá al descubierto sus errores en una sesión de calumnia con su círculo social.
- Los esposos buscan cubrir sus pecados por medio de la sangre de Cristo. Santiago escribió, “Sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados” (5:20). Crisóstomo observó que un mal que se hace contra el amor es como una chispa que cae en el mar y se apaga. Los esposos de mente espiritual se animan para llegar a la cama cada noche con una conciencia limpia, ya que esa puede ser la noche que Jesús regrese. Si el pecado entra en la vida de un cónyuge, el otro le instará a arrepentirse inmediatamente, antes que el diablo afirme sus pies más profundamente dentro de su familia.
Shenandoah cantaba una canción popular titulada, “Quiero que Se Me Ame Así”.
Papá nunca dio a mamá un anillo de diamantes.
Mamá nunca se preocupó de nada.
Lo que él le dio vino del corazón,
Un lazo que nunca fue destrozado.
Un anciano solitario se pone de rodillas para
Plantar flores en un jardín de piedra.
Por siete años ella se ha ido,
Pero la devoción de él todavía es fuerte.
Quiero que se me ame así,
Como una promesa que no se puede quebrantar.
Si quieres amarme,
Quiero que me ames así.
Todos queremos que se nos ame así. Aún mejor, queremos ser receptores del amor bíblico. No podemos controlar lo que otros hacen, ya que esto no está dentro de nuestro poder. Lo que está dentro de nuestro poder es dar esa clase de amor.
Derechos © 2011. Traducción por Moisés Pinedo. Título original en inglés, “How to Love Your Spouse the Way God Wants”, por www.housetohouse.com; folleto.