La Tragedia del “Casi”

Después que la camioneta del minero de 62 años de edad, William Hyatt, se averiara, este hombre caminó 22 millas a través del Desierto de Mojave, arrastrándose en las últimas dos millas antes de colapsar debido a la sed y el agotamiento. Murió con su rosto en la arena. Justo después de una colina, a media milla de distancia, estaba el Manantial Saratoga. Él casi sobrevivió.

Después que la Segunda Guerra Mundial terminara, un soldado llamó a su madre desde Europa, diciendo: “Estoy regresando a casa”. Él había estado en la guerra por cuatro años, había sobrevivido enfrentamientos terribles, y estuvo presente cuando las fuerzas aliadas ganaron. Pronto llegó a los Estados Unidos y se embarcó en un pequeño avión hacia Dallas. Trágicamente, el avión colisionó. Él casi llegó a casa.

El 1 de febrero de 2003, el transbordador Columbia regresó de su misión número 28. Después de pasar 16 días en el espacio, estaba a 15 minutos de aterrizar. Las familias se reunieron en Houston para dar la bienvenida a sus seres queridos. Pero algo terrible sucedió. Un pedazo de aislamiento de espuma se desprendió y daño una de las alas, y la fuerza y el calor del reingreso causó que la nave se desintegrara y cayera como lluvia en pedazos sobre Louisiana y Texas. Siete astronautas casi regresaron.

El Rey Agripa escuchó la predicación de Pablo. El apóstol era un orador persuasivo, y el Evangelio era un mensaje poderoso (Hechos 14:12; Hebreos 4:12). Agripa entendió la enseñanza; creía en los profetas (Hechos 26:26-27); pero dijo: “Por poco me persuades a ser cristiano” (26:28). Él estuvo más cerca de las puertas del cielo de lo que jamás estaría, pero Agripa solamente “casi” llegó a entrar.

Ya que la salvación es el bien más valioso en el mundo (Mateo 16:26), no alcanzarla es la tragedia más grande de la vida. Agripa no fue el último en ser “casi” un cristiano. Muchos, en cada generación, llegan a las puertas del reino (Marcos 12:34) solamente para regresar sin entrar.

Analicemos por qué la gente llega a estar solamente casi persuadida.

“Tengo una reputación que conservar”.

Agripa pudo haber ignorado a Pablo porque no quería admitir que era un pecador que necesitaba un Salvador. Él y Berenice habían llegado con mucha pompa (Hechos 25:23), revelando su amor por la ostentación e insinuando un problema de orgullo. Tal vez se consideraba como “el amo de su destino y el capitán de su alma”, quien no necesitaba gobierno o absolución de nadie. ¿Debía un rey someterse a un Carpintero?

Hay dos razones principales por las cuales la gente rechaza a Jesús hoy:

  • Ellos no creen que necesitan a un Salvador. Muchos se consideran básicamente buenos—mejores que la mayoría—y les es difícil admitir el pecado. El arrepentimiento es desagradable. ¿Qué pensarían otros? (cf. Juan 12:42-43; Mateo 27:24). ¿Qué dirían?
  • Ellos creen que no quieren a un Señor. Proclamar lealtad a Jesús significa que Él llega a ser el Señor de la vida de ellos. Esto es algo escalofriante para muchos. Sin embargo, el yugo de Jesús es fácil (Mateo 11:28-30). Él hace un mejor trabajo en administrar nuestras vidas de lo que nosotros lo hacemos (Judas 24).

Para los lectores modernos, los fariseos eran personajes religiosos lamentables y tan argullosos de su conocimiento y bondad que no podían entender la manera en que otros—especialmente Jesús—les consideraban (Juan 9:41; Lucas 18:9-14). Ellos atestiguaron la vida perfecta de Jesús—el amor personificado—y oyeron Sus sermones majestuosos, pero, a la vez, no pudieron ver la salvación.

Antes que les juzguemos, debemos considerar que podemos tener un problema similar en vernos de la manera que Dios lo hace. El primer paso en el camino al reino de Cristo es la humildad (Mateo 5:3). Nadie puede llegar a Jesús con su frente en alto, demandando sus derechos. Se debe llegar con el rostro bajo, confesando el pecado. Dios aborrece la mirada altiva (Proverbios 6:16-17), pero nunca rechaza el corazón contrito (Salmos 51:17).

“Estoy demasiado ocupado; no necesito algo más que hacer”.

La vida es ocupada. Muchos trabajan 40 a 50 horas (o más) a la semana. Luego se debe asistir a los eventos deportivos de los hijos, se debe cortar la hierba, se debe preparar la comida, se debe doblar la ropa, se debe hacer arreglos de viajes, y se debe agradar a los cónyuges. Para tales personas, incluso el pensamiento de añadir algo a sus listas es abrumador. Ellos piensan: “Probablemente necesito asistir a los servicios de la iglesia, pero ya tengo problemas en lidiar con todos mis quehaceres. Además, el domingo es el único día que tengo para relajarme.

Henry David Thoreau dijo: “No es suficiente estar ocupado; las hormigas lo están. La pregunta es: ¿En qué nos ocupamos?”. Jesús estuvo ocupado en los negocios de Su Padre (Lucas 2:49).

El cristianismo es la parte más positiva de la vida—es la vida abundante (Juan 10:10). No toma tanta energía como realmente da; no requiere tanto como provee. Es la parte que hace que todas las otras tengan sentido. Conecta los puntos. Da aliento, profundidad, color y resonancia a cada día y década.

Tratar de encontrar satisfacción en la carrera, el dinero, los pasatiempos, el placer, las relaciones y las posesiones es finalmente un esfuerzo inútil. Para usar las palabras del profeta, tales cosas son “cisternas rotas que no retienen agua” (Jeremías 2:13). Un ser espiritual (Génesis 2:7) no puede encontrar satisfacción verdadera y duradera simplemente en los logros y las actividades físicas (Isaías 55:1-3). Al ganarnos la vida, no debemos olvidar ganar una vida que vale la pena.

Cada uno de nosotros debería preguntarse: “¿Tendría tiempo de ser cristiano si recibiera un bono de un millón de dólares?”. “¿Asistiría a la iglesia si recibiera $1,000 por cada servicio asistido?”. Si es así, entonces escoger a Cristo no es un asunto de tiempo; es un asunto de prioridad (Mateo 6:33; Colosenses 3:1-2). Esto demuestra qué valoro más—agradarme a mí mismo o a Dios; adquirir riqueza o conocimiento; preparar el cuerpo o el alma.

“Soy tímido; soy introvertido; tengo temor; tengo duda”.

Las situaciones urgentes demandan acción. Si mi casa estuviera incendiándose, ¿sería demasiado tímido como para no salir? Si los análisis médicos revelaran cáncer, ¿sería demasiado introvertido como para hacer arreglos de tratamiento? Si heredara propiedades o joyas, ¿tuviera el valor de buscar a un abogado para firmar los papeles? Estos son asuntos menores comparados a los que se relacionan al alma (Mateo 10:28; 16:26).

La salvación es un asunto urgente. Los riesgos son grandes. El destino del alma perdida es el infierno eterno (Mateo 25:30). El destino del alma salva es el cielo eterno (Apocalipsis 21:4). Hay consecuencias serias para los que permanecen fuera de Cristo y no van a vivir con el Padre (Juan 14:6).

La persuasión para llegar al cristianismo no tiene que ver solamente en considerar dónde está el alma debido al pecado, sino también en considerar dónde pudiera estar debido a Jesús. La Biblia hace un contraste entre las dos condiciones:

  • Encontrado/perdido (Lucas 15:4-6,32; 2 Corintios 4:3);
  • Muerto/vivo (1 Corintios 6:11; Efesios 2:1,5);
  • Condenado/justificado (Juan 3:18-19; Tito 3:7);
  • Sucio/lavado (Salmos 14:3; Hechos 22:16);
  • Esclavo/redimido (2 Timoteo 2:26; 1 Pedro 1:18);
  • Deudor/perdonado (Mateo 6:12; 18:24; Hechos 13:38-39);
  • Ciudadanos del reino de las tinieblas/luz (Colosenses 1:13).

La creencia viene del entendimiento de estos hechos. La convicción para actuar se produce al aplicar la conclusión que estos hechos sostienen. Ya que Jesús requiere la confesión (Mateo 10:32; cf. Romanos 10:9-10), Él nos dará fuerza para hacerla (Filipenses 4:13). Los ángeles animan a los pecadores que se arrepienten (Lucas 15:10). Los santos dan la bienvenida con emoción a los pródigos que regresan (Romanos 14:1; 3 Juan 8).

“Soy tan bueno como cualquier persona en la iglesia. No lo necesito”.

Esto no se trata de ser bueno; se trata de ser perdonado. Todos los pecadores necesitan perdón, ya que ellos nunca se pueden salvar a sí mismos (Romanos 10:3; Tito 3:3-5). Ya que cada persona madura en la Tierra, de toda clase y en toda región, ha pecado (Romanos 3:23; 6:23), la necesidad de Jesús es universal. Confiar en Su sacrificio, someterse a Su Evangelio y ser bautizado en Su cuerpo son la única manera de alcanzar la salvación y la gracia (Romanos 5:2; Hebreos 5:9; Gálatas 3:27). Cada uno de nosotros necesita urgentemente el lavamiento del pecado (Hechos 22:16).

“Estoy esperando a otros. Cuando ellos lo hagan, yo también lo haré”.

Algunos solamente se sienten casi persuadidos porque quieren que su cónyuge, amigo, hijo o padre llegue a Cristo primero. Se debe admitir que el cristianismo es mejor cuando se lo comparte con la familia y los amigos cercanos. Pero alguien debe dar el primer paso. Y tal vez se tenga que hacerlo solo. Jesús dijo: “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí” (Mateo 10:37). Es para el beneficio supremo de su familia que usted obedezca a Dios ahora (2 Corintios 6:2). Su ejemplo les ayudará (1 Corintios 7:16).

Hay responsabilidades de la vida que se deben de cumplir. “[C]ada uno llevará su propia carga” (Gálatas 6:5). Nadie puede ser instruido o examinado por usted; nadie puede ejercitarse por usted; nadie puede descansar, comer o respirar por usted; nadie puede votar por usted. Nadie puede morir para que usted no enfrente la muerte, y ciertamente, nadie puede presentarse ante Dios por usted. Cada persona será juzgada según sus propias obras en su propia vida (Romanos 14:10-12). Dios da a todos el poder de la elección (Josué 24:15), y no permite transferencia de esta elección. Recuerde que no hacer una elección es hacer una elección.

“No sé lo suficiente todavía; estudiaré un poco más”.

Si alguien dilata porque no sabe todo, lo que hace es revertir el mandamiento de Jesús de aprender, ser bautizado y aprender más (Mateo 28:19-20). Si esperamos hasta que sepamos todo, entonces nunca obedeceremos.

Los hechos no cambian después de la reflexión. La Biblia es verdadera, o no lo es. Dios me ama, o no me ama. Jesús es el Hijo de Dios, o no lo es. Él murió, fue sepultado y resucitó al tercer día, o no lo hizo. El bautismo es necesario, o no lo es. Los hechos no cambian si dilato, aunque el tiempo puede borrarlos de mi mente.

Los del pentecostés escucharon solamente una lección antes de llegar al cristianismo (Hechos 2:41). El tesorero de Etiopía tuvo un estudio antes de su decisión (Hechos 8). De hecho, cada persona en Hechos—Lidia, el carcelero, Cornelio, Simón, los corintios, Saulo—llegó al cristianismo tan pronto como se le dijo qué hacer. Si nosotros hiciéramos lo que ellos hicieron, ¿estaríamos equivocados?

“Mire a todos los hipócritas. ¿Debería identificarme con ellos?”.

Si alguien estuviera dándose prisa a un hospital durante un ataque cardiaco, ¿rechazaría tomar la vía expresa donde dos autos tuvieron un accidente a un lado de la carretera, otro auto está detenido debido a una llanta pinchada, y otro auto está siendo remolcado debido a una falla del motor? ¿Por qué se debería rechazar el camino al cielo (Mateo 7:13) porque algunas personas tienen problemas en sus vidas?

Louis Pasteur descubrió la inmunización y practicó la vacunación. En 1885, mostró que en algunos casos pudo prevenir que la rabia se desarrollara después de una mordida. Ese año, un grupo extraño viajó de Rusia a París. Ellos rechazaron que se les impidiera su camino. Si alguien les detenía, ellos repetían una palabra como lema: “Pasteur, Pasteur, Pasteur”. ¿Cuál era la razón de su prisa? Un animal con rabia les había mordido. Cuando fueron informados de que un hombre en París podía salvarles, se dieron prisa a verle. ¿Había hipócritas en París en ese tiempo? ¿Había curanderos vendiendo remedios que no funcionaban? Probablemente. Pero hubiera sido insensato permitir que esto les impidiera encontrar al hombre que podía ayudarles.

Alguien que busca salvación está en su viaje hacia Jesús (Juan 12:21). Él es el único que tiene una vacuna para el pecado. Los cristianos pueden desilusionarnos; Cristo nunca lo hará. Cuando alguien rechaza el Evangelio, no está rechazando a los hipócritas, sino a Jesús mismo (1 Samuel 8:7; Lucas 7:28-30). Como Pilato admitió, Él es inocente (Juan 18:38).

“Tengo miedo de fallar. Simplemente no puedo vivir según el estándar del Evangelio”.

Es importante considerar el precio antes de seguir a Jesús (Lucas 9:23; 14:28). Este es un compromiso de por vida; requerirá cambios de estilo de vida; guía a la persecución.

Sin embargo, nadie debería poner en duda su habilidad de continuar. Este no es un asunto de la capacidad de los cristianos para conservar a Dios, sino de Dios para conservar al cristiano; estamos a salvo en Sus manos (Juan 10:28-30). Él puede salvar “perpetuamente” (Hebreos 7:25; 2 Timoteo 1:12). Afortunadamente, Dios no espera que Sus hijos sean perfectos—si lo hiciera, nadie pudiera lograrlo (1 Juan 1:8-10; 2:1-2). Cada uno de nosotros tiene hábitos pecaminosos que vencer, y mucho que aprender en cuanto a la vida correcta. Pero si los corintios pudieron dejar su pasado (1 Corintios 6:9-11), entonces con la ayuda y la paciencia de Dios, nosotros podemos hacerlo (Filipenses 4:13).

“Lo haré algún día; no quiero hacerlo ahora mismo”.

Una vez Félix hizo planes para cuando tuviera “oportunidad” (Hechos 24:25), pero hasta donde sabemos, ese tiempo nunca llegó. La historia registra que él tuvo una vida pecaminosa y que fue presentado ante el emperador por acusaciones de corrupción. Los atenienses dijeron a Pablo: “Ya te oiremos acerca de esto otra vez” (Hechos 17:32), pero no hay registro de que obedecieron a Cristo luego. Agripa estuvo casi persuadido, pero dio marcha atrás (Hechos 26:26-29). Ningún pecador estará más cerca de Dios como Agripa lo estuvo cuando decidió esperar.

¿Está a la puerta de la salvación? ¿Está casi persuadido? ¿Ha dicho, “Algún día o en otra ocasión”? Algún día no está en el calendario; otra ocasión no está en el reloj. Dios tiene las puertas abiertas para usted. ¿Por qué no entra?