Mateo 15: La Fe de la Mujer Cananea

En Mateo 15:21-28, Jesús fue a la región de Tiro y Sidón, tal vez con la intención de mitigar algo del conflicto y la tensión que Le rodeaba (cf. Marcos 7:24). Allí Se encontró con una mujer cananea que Le rogó que sanara a su hija a quien un demonio atormentaba. Al principio, Jesús no le respondió palabra, y cuando lo hizo, Su respuesta pareció poco favorable. Pero después de humildad y persistencia piadosa continua de la mujer, Jesús terminó brindándole uno de los elogios bíblicos más grandes y concediéndole su petición al realizar un milagro a “larga distancia” e instantáneo (Marcos 7:29). ¿Qué lecciones podemos aprender de este relato?

  • La fe es el medio por el cual todos (tanto judíos y gentiles) tienen acceso a la maravillosa gracia de Dios (Efesios 2:8; Gálatas 3:14). El género, la etnia o la posición social no tienen relevancia ante Dios—sino “la fe que obra por el amor” (Gálatas 5:6). Aunque ella no era una hija física del padre de los fieles (Romanos 4:16), esta mujer tenía fe grande, informada, devota, persistente, abnegada y activa (cf. Jackson, s.d.).
  • La humildad y perseverancia son actitudes vitales en la recepción de la gracia de Dios (cf. Lucas 18:1-14). Esta mujer estuvo dispuesta a reconocer su condición indigna e impotente ante la majestad y bondad divina. Pero a la vez, estuvo indispuesta a darse por vencida en su búsqueda de la gracia del Señor. Ciertamente, ella creía firmemente en el espíritu de Mateo 7:7.
  • Es mejor recibir las “migajas” de Dios que el “banquete” del diablo (cf. Proverbios 16:19; Romanos 8:18). Los ofrecimientos del mundo pueden ser atractivos, pero son insignificantes a la luz de la bendición más pequeña del Cielo. Como el salmista, esta mujer creía que mejor es un día en los atrios de Dios que mil fuera de ellos. Y ella ciertamente escogería estar a la puerta de la casa de Dios en vez de habitar en palacios de maldad (Salmos 84:10).
  • Y Dios es “grande en misericordia” (cf. Salmos 86:5; 2 Corintios 1:3; Efesios 2:4). Aunque Jesús había sido enviado “a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (vs. 24), Él extendió Sus brazos de gracia para socorrer a esta mujer extranjera.

En contraste a las acusaciones de los críticos, el lenguaje de Jesús (vs. 26) no conllevó crueldad o desprecio (cf. Butt, 2007), pero Él usó tal lenguaje (como también Su silencio inicial) para presentar algunos “obstáculos” prácticos en el camino de la mujer—finalmente resaltando su gran fe. En cada punto, la mujer pasó las pruebas del Señor al responder con perspicacia, perseverancia y optimismo.

¿Tiene la fe de la mujer cananea?

Referencias

Butt, Kyle (2007), “Jesús, la Mujer Sirofenicia y los Perrillos”, Apologetics Press, http://espanol.apologeticspress.org/espanol/articulos/3388.

Jackson, Wayne (sine data), “¡Oh Mujer, Grande Es Tu Fe!” [“O Woman, Great Is Your Faith!”], Christian Courier, https://www.christiancourier.com/articles/232-o-woman-great-is-your-faith.