Nueras: Una Relación Como Ninguna Otra

Resumen

La relación con nuestras nueras puede ser satisfactoria—si las tratamos de la manera que quisiéramos ser tratados.

En Rut 1:13-15, el esposo de Noemí y sus dos hijos murieron mientras estaban en Moab. Noemí decidió regresar a su hogar en la tierra de Judá. Ella animó a sus nueras a regresar a sus familias y recibir ayuda de ellos. Orfa la besó y regresó a su casa, pero Rut decidió quedarse con ella, determinando ir a Judá. ¡Noemí y Rut deben haber tenido una relación maravillosa para que Rut renunciara a su familia en Moab para seguirle!

Tiempo después, un familiar cercano de Noemí, Booz, se casó con Rut y cuidó de ella y Noemí. Después del nacimiento del hijo de Booz y Rut, las mujeres de Judá describieron a la nuera de Noemí (Rut) como alguien que era “de más valor para ti que siete hijos” (Rut 4:15). ¿Alguna vez se ha descrito de mejor manera la relación entre una suegra y su nuera? Consideremos el vínculo con nuestras nueras y señalemos algunas cosas que podemos hacer para tener una mejor relación con estas adiciones maravillosas a nuestras familias.

Como el título de este artículo sugiere, las nueras proveen una relación que es única. Ellas no nacen en nuestras familias, ni tampoco las criamos, pero todavía son parte de nuestras familias como lo son nuestros hijos. Estarán presentes en nuestros hogares para las cenas familiares, se reunirán con nosotros en los días festivos durante el año, y serán parte de la felicidad y los dolores que experimentamos como familia. ¿Cómo podemos tener una relación inmensamente buena con estas mujeres especiales que llegan a ser nuestras familiares por medio del matrimonio con nuestros hijos?

Algunos pueden considerar a sus nueras como amigas especiales que han llegado a ser parte integral de su familia y vida. Aunque este puede ser el caso, debemos recordar que estas adiciones especiales a nuestra familia son realmente eso: ¡son parte de nuestra familia; nada menos! Como tales, debemos tratarlas con el mismo nivel de amor y respeto con el cual tratamos a nuestros hijos que se casaron con ellas. Sea que hablemos del suegro o la suegra, se debe recordar que los suegros no son los padres de ella y que no deben tratar de tomar el lugar de sus padres.

Considere otras ideas en cuanto a la relación con las nueras. Aunque no debemos evitar dar consejos en circunstancias que ellas puedan necesitarlo, no debemos dar consejos no bienvenidos; y debemos dar nuestro consejo simplemente como sugerencias, no como demandas. Además, cuando las escuchemos, es importante que no reaccionemos de manera exagerada. Es importante que no las critiquemos ásperamente; esto se puede tomar personalmente y puede ocasionar sentimientos de rivalidad.

En todas nuestras interacciones con ellas, debemos ser pacientes con cualquier inmadurez que puedan tener. Esto promoverá su confianza en nosotros. En conclusión, debemos orar por sabiduría para conservar una relación correcta con ellas. Realmente esto no es difícil—si recordamos la Regla de Oro y las tratamos de la manera que quisiéramos ser tratados si estuviéramos en su lugar.