¿Qué Debe Hacer la Iglesia en la Carencia de Ancianos (Pastores/Obispos)?
Nota: El siguiente artículo aborda una de las situaciones más comunes en la organización de las congregaciones de la iglesia del Señor en Latinoamérica. Por favor, considere compartirlo con cristianos y congregaciones que pueden necesitarlo.
El Nuevo Testamento usa el término “ancianos” como una referencia general a los hombres de edad avanzada (1 Timoteo 5:1; Filemón 9; 2 Juan 1; 3 Juan 1); este es el significado natural de la palabra. Pero el Nuevo Testamento también usa el mismo término en un sentido eclesiástico, para hacer referencia a un grupo especial de líderes que velan por las almas de los cristianos (Hechos 11:30; 14:23; 15:2,4,6,22; 16:4; 20:17; 21:18; 1 Timoteo 5:17,19; Tito 1:5; 2:2; Santiago 5:14; 1 Pedro 5:1). En este último sentido, el término “ancianos” es equivalente a los términos “pastores” (1 Pedro 5:1-4) y “obispos” (Hechos 20:17,28; Tito 1:5,7). Aunque estos términos se usan intercambiablemente y hacen referencia al mismo oficio, cada uno expresa una faceta importante de este oficio: (1) Anciano (presbuteros) hace referencia a la edad y el nivel de madurez espiritual; (2) obispo (episkopos) hace referencia al ejercicio de supervisión y vigilancia espiritual; y (3) pastor (poimen) hace referencia a la responsabilidad de cuidar y alimentar al rebaño espiritual de Dios.[1]
En la organización divina para la iglesia, el ideal de Dios es que los cristianos maduren a través del conocimiento y la aplicación de Su Palabra para que finalmente haya hombres capaces de asumir el cargo del ancianado (cf. Tito 1:5; Efesios 4:11-12). Estos hombres guían, velan y cuidan con amor el rebaño de la iglesia local. Los diáconos (1 Timoteo 3:8-13) no supervisan el trabajo local, sino sirven y trabajan bajo la dirección de los ancianos, y toda la congregación local da gloria a Dios bajo la dirección de sus líderes establecidos (Hebreos 13:17). Aunque el deseo de Dios es que haya ancianos en cada congregación, Él ha establecido ciertos requisitos que limitan a algunos cristianos de ser parte de este oficio:
- Los ancianos deben ser maridos de una sola mujer, y deben tener hijos creyentes (1 Timoteo 3:2,4-5; Tito 1:6). Esto descalifica automáticamente a las mujeres, los hombres solteros u hombres que no tienen hijos, o cuyos hijos todavía no han llegado al cristianismo, o cuyos hijos permanecen en infidelidad bajo su tutela.
- Los ancianos no deben ser neófitos (1 Timoteo 3:6; Tito 1:9-11). Esto descalifica a los nuevos convertidos, cristianos escrituralmente volubles o espiritualmente ingenuos (cf. Mateo 10:16).
- Además, debe haber una pluralidad de ancianos/pastores/obispos en cada congregación (Hechos 14:23; 15:4,22; 20:17; Tito 1:5; Santiago 5:14). Esto descalifica el nombramiento de un solo hombre al ancianado.
Se presenta requisitos adicionales en 1 Timoteo 3 y Tito 1 con referencia a la moralidad y el carácter de los candidatos al ancianado. Ya que existen muchas congregaciones de la iglesia del Señor que no tienen mucho tiempo de haber sido establecidas (1 Corintios 3:6), entonces tales congregaciones generalmente no tienen cristianos que hayan alcanzado la madurez espiritual y escritural como para ejercer el ancianado, o todavía no cuentan con familias completas sólidas de las cuales pueden salir estos futuros líderes. En tales casos, ¿qué debe hacer la iglesia en la carencia de ancianos?
La iglesia debe seguir el sistema escritural.
Alguien declaró que “es mejor estar ‘desorganizados’ escrituralmente, que estar organizados antiescrituralmente”. Las congregaciones que carecen de candidatos escriturales para el ancianado, no deben nombrar “ancianos” no-calificados con el fin de sentir una sensación falsa de organización. La meta no es simplemente la “organización”, sino la organización de Dios.
En este punto, se debe recordar lo siguiente:
- Los predicadores/evangelistas/maestros no son los “ancianos/pastores/obispos” de la iglesia. Ya que ellos no son los ancianos de la iglesia, entonces no deben asumir tal rol. Pablo fue un predicador, evangelista y maestro, pero no fue un anciano (Hechos 13:1-2). Timoteo y Tito fueron jóvenes predicadores talentosos, pero no fueron ancianos, sino constituyeron ancianos en la iglesia (1 Timoteo 5:22; Tito 1:5). Aunque ellos fueron fieles en sus ministerios, nunca osaron tomar el oficio para el cual no estaban calificados.
- No se debe organizar una junta de diáconos en la carencia de ancianos. Ya que más personas pueden calificar para el oficio del diaconado que para el ancianado, algunas congregaciones pueden decidir establecer una “junta” de diáconos. Sin embargo, los diáconos no son ancianos, sino sirven bajo la supervisión y dirección de los ancianos. Simplemente no hay fundamento escritural para la existencia de una junta de ancianos que supervisa la obra local (1 Timoteo 3:8-13; cf. Filipenses 1:1).
- No se debe organizar un grupo especial de líderes que demanden las prerrogativas del ancianado. En la carencia de hombres que llenen los requisitos estipulados en 1 Timoteo 3 y Tito 1, un grupo de hombres cristianos no debe ejercer informalmente o provisionalmente el rol del ancianado.
Entonces, ¿cuál es el curso de acción que la iglesia debe tomar en este respecto? La iglesia todavía debe seguir el sistema escritural. Wayne Jackson ha sugerido que el curso de acción se deriva del orden natural y las prohibiciones bíblicas.[2] Se puede añadir a esto el principio del orden (1 Corintios 14:40), y conjuntamente, se los puede calificar como el “sistema escritural”:
- Según el orden natural, “Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo” (1 Corintios 11:3). El término “cabeza” conlleva el significado de “autoridad”, y en este versículo denota a “alguien que tiene una posición de liderazgo y autoridad”.[3] Por ende, en la carencia de ancianos, los varones cristianos, bajo la autoridad suprema de Cristo, todavía constituyen el liderazgo natural de la iglesia.
- Las prohibiciones en cuanto al liderazgo femenino sostienen adicionalmente la conclusión anterior. Pablo advirtió: “Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio” (1 Timoteo 2:12; cf. 1 Corintios 14:34-35). La mujer no debe ejercer autoridad (LBLA) sobre el hombre; es decir, no se le permite ejercer roles o funciones en los cuales los hombres deben someterse a sus decisiones o liderazgo. Esta prohibición paulina no se basa en ninguna presunción machista, sino en el orden de la creación (vs. 13; cf. 1 Corintios 11:8), un propósito principal de la creación de la mujer (cf. 1 Corintios 11:9) y la susceptibilidad de la mujer (vs. 14).[4]
- Es claro que el Nuevo Testamento limita el rol de liderazgo a los varones de la iglesia. Al asumir tal rol, los varones no deben olvidar el principio bíblico de hacer “todo decentemente y con orden” (1 Corintios 14:40)—incluyendo en sus reuniones para tomar decisiones subordinadas. Los varones maduros deben guiar el procedimiento con paciencia, consideración y amor (cf. Gálatas 6:1), y los varones jóvenes o nuevos convertidos no deben demandar tener la misma influencia o experiencia, o desear controlar la reunión (cf. 1 Pedro 5:5-6). Adicionalmente, el principio de delegación de trabajos/decisiones menores reducirá la necesidad de reuniones muy frecuentes (cf. Éxodo 18:14-24). Si se realiza una reunión de varones por cada asunto menor, entonces esto puede crear cansancio y frustración. Esto también puede dilatar decisiones menores que pudieran tomarse con más prontitud, privando a la iglesia de ciertas oportunidades para hacer su trabajo debido al factor de que se debe esperar hasta el próximo servicio de la iglesia para poder reunir a los varones.
La iglesia debe respetar el patrón doctrinal.
En la ausencia de ancianos, las Escrituras inspiradas de ninguna manera pierden el rol principal como la fuente de dirección cristiana. Pedro escribió: “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén” (1 Pedro 4:11). Pablo añadió: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Colosenses 2:8). Ya que la Biblia que el Espíritu Santo inspiró es el estándar final para la religión cristiana,[5] entonces se debe tener en cuenta lo siguiente:
- La iglesia no tiene voz ni voto en la decisión de asuntos doctrinales. Aunque muchas religiones han ejercido autoridad para crear sus propios “artículos de fe”, “credos” y “catecismos” y tomar decisiones en asuntos doctrinales, realmente la iglesia no tiene autoridad de legislar doctrina. La iglesia es el cuerpo de Cristo (Efesios 5:23; Colosenses 1:18), y como cuerpo, recibe sus instrucciones de la Cabeza: Cristo. Ya que es el cuerpo, no se conduce por sus propios impulsos, sino se somete completamente a la voluntad de su “Centro de Control”. La plenitud de la voluntad divina en asuntos de fe para la religión cristiana ya ha sido registrada en las páginas del Nuevo Testamento (Juan 16:13; 2 Timoteo 3:16-17; 2 Pedro 1:3); por ende, los ancianos o varones de la iglesia no toman decisiones en asuntos doctrinales; ¡Dios ya lo ha hecho! El gobierno de la iglesia no es una democracia, sino una teocracia. Las únicas decisiones que los líderes de la iglesia toman son en asuntos de opinión, conveniencia y dirección dentro de los límites de la voluntad divina.
- La iglesia debe continuar enseñando la verdad. Ya que los ancianos no determinan la verdad, entonces la iglesia debe seguir exigiendo la verdad, promoviendo la verdad y defendiendo la verdad. La Palabra de Dios es la fuente de la verdad (Juan 17:17), y esta verdad todavía permanece con nosotros (Efesios 1:13; 2 Pedro 1:19). La iglesia sin ancianos todavía es “columna y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3:15), todavía debe estar preparada para presentar defensa de la verdad (1 Pedro 3:15), y todavía debe ayudar a las almas perdidas a llegar al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:3-4).
La iglesia debe asumir la responsabilidad ministerial.
La carencia de ancianos en una congregación local no significa que la iglesia deba dejar de trabajar. Los varones cristianos deben liderar a la iglesia en la planificación e implementación de:
- Los esfuerzos evangelísticos. La iglesia todavía debe cumplir la Gran Comisión (Mateo 28:19-20; Marcos 16:15-16); ¡todavía hay almas que salvar! Algunas de las personas a quienes la iglesia alcance en esos esfuerzos, pueden llegar a ser los futuros ancianos, diáconos, predicadores o maestros de la iglesia.
- Los esfuerzos de edificación. El deseo de la iglesia todavía debe ser hacer todo para la edificación de los cristianos (cf. 1 Corintios 14:26). En la carencia de ancianos, los evangelistas y maestros todavía tienen un rol principal en la perfección y edificación de la iglesia (Efesios 4:11-12). La calidad de la predicación y la enseñanza de la Palabra no debe disminuir, como tampoco la variedad de enseñanza que se enfoca especialmente en los diferentes géneros y edades de los miembros. El peligro de la falsa enseñanza todavía es una realidad para la iglesia sin ancianos (1 Timoteo 4:1),[6] así que la iglesia debe esforzarse por llegar a la unidad de la fe, con el fin de evitar andar como “niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error” (Efesios 4:13-14).
- Los esfuerzos de benevolencia. Nuestro Señor habló de una verdad permanente cuando dijo que “a los pobres siempre los tendréis con vosotros” (Juan 12:8). Pablo hizo referencia a esta realidad en la iglesia cuando escribió que “no sois muchos…poderosos, ni muchos nobles” (1 Corintios 1:26). En un sentido general, el Evangelio del “Rico que Se Hizo Pobre” (2 Corintios 8:9) ha sido más atractivo para los pobres (Santiago 2:5-7; cf. Mateo 19:22). La religión de la iglesia sin ancianos todavía incluye ayudar a los huérfanos y las viudas (Santiago 1:27), al necesitado (Mateo 5:42), al hambriento (Santiago 2:15-16), al enfermo (Santiago 5:14-15), al afligido (Romanos 12:15), al abandonado (Mateo 19:29; cf. Salmos 27:10) y al despreciado (Mateo 5:46-48).
- Los esfuerzos de corrección. El pecado todavía es una realidad que amenaza a la iglesia sin ancianos. Todavía hay engañadores a quienes se debe “tapar la boca” (Tito 1:10-11), líderes fervientes pero con conocimiento deficiente a quienes se debe exponer “más exactamente el camino de Dios” (Hechos 18:26), cristianos rebeldes, inmaduros y carnales a quienes se debe amonestar con firmeza y amor (1 Corintios 3; 5; 1 Timoteo 5:20), y hermanos que se han apartado de la fe a quienes se debe rescatar con misericordia y temor (Judas 23). Ya que una iglesia sin ancianos todavía tiene hombres espirituales (Gálatas 6:1), entonces todavía se debe implementar la restauración y disciplina (Mateo 18:15-17).
La iglesia debe procurar el ideal estructural.
Finalmente, la iglesia no debe conformarse con un arreglo carente de ancianos. Se debe considerar tal arreglo como una situación temporal—no permanente, como una medida circunstancial—no deliberada, como el Plan B—no el Plan A. Se entiende que una iglesia local recientemente plantada no tendrá miembros que cumplan los requisitos del ancianado. Esa congregación todavía está en la “infancia” del cristianismo, en la cual sus miembros todavía beben la leche espiritual (1 Pedro 2:2); y según esta analogía bíblica, sus miembros todavía “hablan como niños, piensan como niños y juzgan como niños” (cf. 1 Corintios 13:11). Pero se espera que, como en el caso del desarrollo físico humano, la iglesia también crezca hasta la madurez necesaria para alimentarse de las verdades más sólidas del Evangelio (1 Corintios 3:1-2; Hebreos 5:12). Este crecimiento también debe mostrarse en el aspecto estructural.
Los predicadores, maestros y varones de la iglesia, como la iglesia completa, no deben sentir aversión por el concepto del ancianado. Esta es la organización ideal que Dios ha diseñado para Su iglesia y que es producto de Su voluntad soberana (ancianos/pastores/obispos, diáconos, evangelistas, predicadores, maestros, miembros en general—cf. Efesios 4:11). Si la iglesia respeta los requisitos divinos (en 1 Timoteo 3 y Tito 1) para el nombramiento de hombres calificados para el ancianado y el diaconado, entonces tendrá el potencial más alto para crecer adicionalmente y glorificar a Dios.
¿Cuáles son algunas cosas que la iglesia debe hacer mientras se dirige a la meta del ideal estructural? La iglesia debe:
- Instruir a la membresía. Una de las calificaciones para ancianos demanda la fidelidad de la familia del candidato (1 Timoteo 3:4-5; Tito 1:6). Entonces, no se debe limitar la enseñanza solamente a los candidatos o futuros candidatos, sino también a sus familias. Sin familias sólidas, no habrá futuros candidatos, o no habrá ancianado sólido. No solamente se debe enseñar a los niños y jovencitos para llegar a ser “hijos” de ancianos, sino para motivarles a ser los futuros líderes de la iglesia (ancianos, diáconos, evangelistas, maestros, directores de canto, etc.). No solamente se debe enseñar a las niñas y jovencitas para llegar a ser “hijas” de ancianos, sino para conducirse con las mismas virtudes que son características de las mujeres de estos líderes (1 Timoteo 3:11; Tito 2:3-5).
- Hacer prosélitos. Aunque hay una reserva explotable de futuros candidatos dentro de la iglesia del Señor, no se debe olvidar que el mundo fuera de la iglesia está lleno de familias completas de las cuales pudieran salir los futuros ancianos si es que solamente nos esforzáramos a traerles a los pies de Cristo. Se debe admitir que la mayoría de nosotros ha estado “en el mundo” en alguna etapa de la vida. Pedro estuvo “en el mundo” hasta que Jesús le llamó al apostolado (Mateo 4:18-20). Muchos años después, él llegó a ser un anciano en la iglesia (1 Pedro 5:1-4).
- Orar por personas calificadas. Jesús dijo: “Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo 9:38). Ciertamente, esto también se aplica al ruego constante de la iglesia a favor de hombres calificados para el oficio del ancianado. Pablo oraba constantemente por los santos en Filipos (Filipenses 1:3-4), entre los cuales estaban los “obispos y diáconos” (vs. 1). En la carencia de ancianos y diáconos, las oraciones a su favor (para llegar a tenerlos) no deben dejar de ser elevadas. No se debe subestimar el poder de la oración; si la “oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16), ¿cuánto más podrá la oración eficaz de todos los justos de la iglesia a favor del ideal estructural?
CONCLUSIÓN
Sin embargo, ¿qué pasa cuando una iglesia sin ancianos está realizando esfuerzo considerable en las áreas anteriores, pero todavía enfrenta problemas y deficiencias que retrasan su desarrollo estructural? Después de analizar su modus operandi para detectar cualquier aspecto que se pueda corregir, se debe tener en cuenta que, si la iglesia pudiera funcionar eficazmente con un arreglo temporal, entonces Dios no hubiera dado estipulaciones para el nombramiento de ancianos y diáconos. Aunque ninguna iglesia con ancianos y diáconos es perfecta (cf. Filipenses 1:1 con 4:2), está mejor equipada para lidiar con los problemas que surgen.
Como una ilustración, considere un bote lleno de pasajeros que carece de motores de propulsión. Los varones en la embarcación entonces deciden tomar remos para llevar el bote a su destino. El bote se está moviendo, pero lo hace más lentamente que lo hiciera si tuviera sus motores; está evitando las olas, pero no puede “cortarlas”; está dirigiéndose a su destino, pero no en línea recta constante. De igual manera, en un sentido muy realista y espiritual, se debe esperar deficiencias adicionales en la carencia de la organización ideal de la iglesia. No obstante, el conocimiento anticipado de tales deficiencias no debe causar una sensación de conformismo ante la incompetencia. Simplemente, no existe razón justificable para que una iglesia carente de ancianos funcione desordenadamente, se desvíe de la verdad, deje de trabajar y no anhele el desarrollo espiritual.
[1] Cf. Vine, W.E. (1999), Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento Exhaustivo (Colombia: Caribe), 2:55,595,638-639.
[2] Jackson, Wayne (sine data), “¿Cómo Se Debería Conducir la Iglesia en la Ausencia de Ancianos?” [“How Should Church Business Be Conducted without Elders?”], Christian Courier, http://www.christiancourier.com/articles/380-how-should-church-business-be-conducted-without-elders, Acceso: 18 de octubre, 2017.
[3] Price, J.R. (1982), “Cabeza” [“Head”], La Enciclopedia Bíblica Estándar Internacional [The International Standard Bible Encyclopedia], eds. Geoffrey Bromiley, et.al. (Grand Rapids, MI: Eerdmans), 2:640.
[4] Vea Miller, Dave (2011), “El Liderazgo Femenino en el Hogar y la Iglesia”, EB Global, http://www.ebglobal.org/articulos-biblicos/el-liderazgo-femenino-en-el-hogar-y-la-iglesia.
[5] Vea Pinedo, Moisés (2010), “¿Quién o Cuál Es Nuestra Autoridad Religiosa?”, EB Global, http://www.ebglobal.org/articulos-biblicos/quien-o-cual-es-nuestra-autoridad-religiosa.
[6] Pinedo, Moisés (2010), “Las Enseñanzas de Cristo Sobre la Falsa Doctrina”, EB Global, http://www.ebglobal.org/articulos-biblicos/las-ensenanzas-de-cristo-sobre-la-falsa-doctrina.
Derechos © 2017 por www.ebglobal.org.