¿Qué Pueden Hacer los Cristianos en cuanto al Prejuicio Racial?

Pregunta:

“¿Tienen todas las razas un igual estatus delante de Dios? Y si lo tienen, entonces, ¿qué podemos hacer los cristianos en cuanto al prejuicio racial?

Respuesta:

Uno de los problemas realmente trágicos en nuestra sociedad es el prejuicio racial. Jesús nació en una sociedad muy parcial, y Él se esforzó por derribar las barreras. Para el judío del primer siglo, no había nada que fuera peor que un gentil, excepto un samaritano. Sin embargo, Jesús demostró la hermandad de toda la humanidad por medio de la Parábola del Buen Samaritano, en la cual un samaritano odiado mostró que era el prójimo bueno del judío que había sido golpeado y asaltado en el camino a Jericó (Lucas 10).

El prejuicio racial no tiene lugar en el corazón de ningún cristiano. Santiago escribió: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo,…pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado” (2:8-9). Debemos tratar a la gente de otras razas como quisiéramos que nos trataran, lo cual es la Regla de Oro de Jesús: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mateo 7:12).

“No hay acepción de personas para con Dios” (Romanos 2:11). Dios no muestra favoritismo por una persona o una raza. Todos son iguales ante Él. Jesús murió por todas las personas, y vino a unir al mundo en Él (1 Juan 2:2).

La conquista del prejuicio comienza en el hogar. Los padres deben criar a sus hijos “en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4). Esto incluye enseñar a sus hijos la hermandad del hombre, la necesidad de respetar a todas las personas y la creación de todos los hombres a la imagen de Dios (Génesis 1:26-27).

Pablo escribió: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28). Pablo no estuvo diciendo que no hay diferencias entre judíos y gentiles, hombres libres y esclavos o varones y mujeres. Quiso decir que todos son iguales delante de Dios, y que todos merecen respeto.

Debemos promover el espíritu de amor fraternal entre las razas. Como la canción para niños nos recuerda, “No le importa tu color a Jesús el Salvador”. “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1 Juan 4:20).