¿Qué se debe confesar antes del bautismo?
Resumen | La confesión antes del bautismo es vital, y es una confesión que reconoce la deidad de Aquel que hizo posible la salvación. |
Pregunta
«¿Debe decir el predicador algo antes que bautice a una persona? Si debe hacerlo, ¿qué debe decir?».
Respuesta
El Nuevo Testamento no prescribe ningunas palabras que el predicador debe pronunciar antes de bautizar a una persona. Los relatos de conversiones en el Nuevo Testamento no dan indicación de las palabras que se deben pronunciar antes de la inmersión, como tampoco presenta requerimientos para el que realiza el bautismo.[1] Hechos 2:38 («en el nombre de Jesucristo») y Mateo 28:19-20 («en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo») no son preceptivos, sino son estrictamente explicativos, y no tienen el propósito de ser indicaciones de alguna fórmula oral que se debe repetir. Ambos pasajes hacen referencia al diseño del bautismo; i. e., la inmersión en agua tiene como propósito marcar el punto en el cual una persona recibe «perdón de los pecados» (Hechos 2:38) y se somete al «nombre» (autoridad) de la Deidad, por ende, llegando a una condición salva (Mateo 28:19).[2]
Ciertamente se autoriza a los predicadores a dar la explicación y/o enseñanza antes de la inmersión, asegurándose usualmente que la persona que es bautizada entienda claramente el significado del evento. Tal clarificación también puede beneficiar a los que observan. Ya que esta instrucción es permisible en cualquier momento antes del bautismo (sea una semana, un día o un minuto antes de la inmersión), todo lo que se dice es simplemente instrucción adicional que Dios aprueba. En resumen, el Nuevo Testamento no da instrucción en cuanto a lo que el predicador puede decir o no antes que bautice a una persona.
Por otra parte, observe que el Nuevo Testamento es muy específico en cuanto a la confesión oral que una persona debe hacer antes de su bautismo. La confesión oral que el etíope pronunció, que se puede leer en algunas traducciones antiguas en Hechos 8:37, es una variante textual. Los críticos del texto señalan que su historicidad es sin duda real, incluso si no es parte del texto original.[3] Sin embargo, dos pasajes adicionales clarifican lo mismo: Primero, Pablo declaró que Jesús realizó la «buena profesión [confesión]» cuando Pilato Lo procesó (1 Timoteo 6:12-13). El relato de Marcos dice: «El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? Y Jesús le dijo: Yo soy» (14:61-62). De hecho, esta declaración de ser el Hijo de Dios fue el fundamento legal que los judíos usaron para acusarlo ante Pilato: «Los judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios» (Juan 19:7). Otros versículos enfatizan la necesidad de este reconocimiento central: Mateo 16:16; 27:54; Marcos 5:7; Lucas 2:11; Juan 1:49; 20:28; Filipenses 2:11. Segundo, Pablo declaró explícitamente en Romanos 10:9-10 el hecho de que se debe hacer una confesión oral (con la boca) antes del bautismo: «si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación».
En cada uno de estos casos, lo que se confiesa oralmente es la creencia en la deidad de Cristo. De hecho, este reconocimiento es el centro del cristianismo. Todo lo que está conectado a Cristo y el cristianismo (incluyendo la cruz y la expiación) depende de la identidad de Cristo: Su divinidad. Dios tomó forma humana (Filipenses 2:5-11). Esto explica la razón por la cual el Espíritu Santo inspiró a Juan a escribir un evangelio completo para enfatizar este mismo hecho. Él enumeró siete «señales» por las cuales se podía saber que «Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios» (Juan 20:31). Esta es la confesión que Dios requiere. Es el fundamento del significado del cristianismo (Mateo 16:18-20). Los «cristianos» que descartan la deidad de Cristo sostienen un concepto contrario al cristianismo mismo.
Por ende, la confesión oral antes del bautismo no es una confesión de pecados, o una confesión de «Jesús como Salvador», o una confesión de que «estoy haciendo de Jesús el Señor de mi vida». Ciertamente, estos son conceptos que deben ser entendidos en la conversión. ¿Debería hacer de Jesús el Señor de mi vida cuando llego al cristianismo? Absolutamente. ¿Debería mi obediencia a Él ser un reconocimiento de que Él es el único que puede salvarme? Absolutamente. Pero este entendimiento no es equivalente a la confesión oral que debe preceder al bautismo y que declara que «Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios».
[1] Kyle Butt, [«Quién puede bautizar a otra persona?» [«Who can baptize another person?»], Apologetics Press, 2011, https://apologeticspress.org/who-can-baptize-another-person-766/.
[2] Dave Miller, El bautismo y el griego simplificado [Baptism & the Greek made simple] (Montgomery, AL: Apologetics Press, 2019), 14-20.
[3] Bruce Metzger, Un comentario textual sobre el Nuevo Testamento griego [A textual commentary on the Greek New Testament] (Nueva York: United Bible Societies, 1971), 360.
Publicado el 29 de enero de 2024 en www.ebglobal.org. Traducido por Moisés Pinedo. Título original en inglés, «What must be confessed prior to baptism?», en www.apologeticspress.org.