Bendiciones en Cristo: Ninguna condenación en Cristo

Resumen

Pablo escribió que no hay ninguna condenación para los que están en Cristo y que nada nos puede separar del amor de Cristo.

— Lectura bíblica recomendada: Romanos 8:1-5

Introducción

I. En los primeros capítulos de Romanos, Pablo detalló nuestro problema del pecado (1:18-3:20), la solución de Dios (3:21-5:21) y el medio de obtener las bendiciones en Cristo (6:1-23).

II. En el capítulo 7, lamentó en cuanto a la lucha constante con el pecado que culmina en el clamor desesperado de ser liberado del cuerpo de muerte (7:24).

III. Pero en el capítulo 8, declaró la victoria en Cristo sobre el pecado y la muerte.

Exposición

I. La ley del pecado y de la muerte.

A. Algunos dicen que esta es la Ley de Moisés, pero el capítulo 7:7-14 indica algo diferente.

B. El pecado no perdonado da como resultado la muerte, lo cual parece ser el punto (6:23).

C. Pablo señaló claramente que no podemos escapar de la ley del pecado por nuestras propias fuerzas (7:18-24).

II. La ley del Espíritu de vida.

A. Diecinueve de las treinta y una veces que Pablo hizo referencia al Espíritu Santo se encuentran en Romanos 8.

B. Antes de llegar a estar en Cristo (6:3-4), estamos subyugados a la ley del pecado y la muerte y somos impotentes de escapar por nosotros mismos.

C. La ley del Espíritu de vida en Cristo nos libera de tal esclavitud para vivir según el Espíritu (8:2-5; Gálatas 5:16, 22-25).

III. El rescate en Cristo de tal condenación.

A. Gracias al Espíritu de vida en Cristo, la condenación que es inherente en el pecado es quitada (5:12; 6:23; cf. Juan 3:18-19; 5:24).

B. En Cristo, tenemos el poder de enfocar nuestras mentes en las cosas del Espíritu y vivir según tales cosas (8:5; cf. Hebreos 9:13-14).

C. La Ley de Moisés no pudo producir justificación verdadera debido a la debilidad humana (8:3; Gálatas 5:3; Hebreos 7:18; 10:1-4), pero en Cristo nosotros hemos llegado a ser justicia de Dios (2 Corintios 5:21).

Conclusión

I. Romanos 8 comienza con la seguridad de que no hay ninguna condenación en Cristo, y termina con la seguridad de que nada nos puede separar del amor de Dios que es en Cristo (vss. 1, 39).

II. Gracias al Espíritu de vida en Cristo, podemos descansar seguros de que los requerimientos de la ley están satisfechos, a pesar de nuestras deficiencias (vs. 4).

III. Por el poder de Cristo podemos vivir para el Espíritu, no para la carne.

IV. Con Pablo, podemos decir: «Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro» (Romanos 7:25).