La Oración

¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto (Santiago 5:13-18, énfasis añadido).

En el pasaje anterior, “oración”, o una forma de esta palabra, se menciona siete veces en seis versículos cortos. Santiago enfatizó la importancia de la oración en nuestras vidas al listar varios tiempos en que es bueno que el cristiano ore—en el sufrimiento, la enfermedad, el arrepentimiento y la petición de perdón de pecados—y animó a pedir que otros oren a favor nuestro. Después de decirnos cuándo orar, Santiago instruyó por qué debemos orar. La oración diligente y activa del hijo de Dios obtiene resultados. Luego este escritor inspirado dio un ejemplo bíblico del poder de la oración que se puede encontrar en 1 Reyes 17:1-18:46. Jesús también hizo referencia a este gran ejemplo de oración en Lucas 4:25.

Aunque Santiago habló de la importancia de la oración en la vida del cristiano, no enseñó cómo orar. Debemos buscar en otro lugar en la Biblia para aprender esto. En Lucas 11:1 los discípulos pidieron a Jesús que les enseñara a orar. Él respondió con el siguiente ejemplo de oración:

Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal (vss. 2-4).

Jesús no tuvo la intención de enseñar a Sus discípulos a repetir estas palabras en sus oraciones a Dios. Se debe usar este pasaje como un ejemplo o modelo para nuestras oraciones personales a Dios. Con esto en mente, déjeme sugerirle algunas cosas en las cuales debe pensar cuando ore a Dios. Su oración debe ser:

  • Personal. Cada persona debe elevar una oración de su corazón. Las palabras y pensamientos deben ser de la persona que ora.
  • Reverente. Nuestro Dios es un Dios maravilloso y merece nuestro respeto. No debemos hablarle como si estuviéramos hablando a nuestros amigos, sino con el respeto que se debe al Creador de todas las cosas. Las palabras en nuestras oraciones deben exhibir el amor que tenemos por nuestro Padre celestial—un amor más grande que el amor que sentimos por cualquier ser humano.
  • Agradecida. Nuestras oraciones deben incluir agradecimientos a Dios por todo lo que ha hecho por nosotras. Puede ser beneficioso de vez en cuando realizar una oración que liste todas las bendiciones que Dios nos otorga—siendo la bendición más preciosa la esperanza de la salvación eterna. Debemos agradecer a Dios por el sacrificio de Su Hijo en la cruz para que podamos vivir un día en el cielo.
  • Vehemente. Nuestras oraciones deben mostrar nuestro deseo de agradar a nuestro Padre.
  • Sincera. Debemos orar con sinceridad y sentimiento, creyendo que Dios responderá nuestras oraciones.
  • Rogativa. Dios conoce nuestras necesidades antes que hablemos, pero necesitamos pedirle que cuide de nosotras, provea para nosotras la satisfacción de las necesidades de la vida, nos dé fortaleza para resistir las tentaciones del diablo, y lo más importante, perdone nuestros pecados.

Estos son solamente unos pocos puntos cosechados del ejemplo de oración de Jesús. Debemos meditar en estas escrituras y otras que hablan de la oración. Hacerlo nos ayudará a tener una vida de oración significativa en vez de una llena de repeticiones vanas.