“¡Oren por Mí!”
Los padres del pequeño Lucas estaban teniendo problemas en mantenerle en silencio durante el servicio de adoración. Lucas no solo estaba hablando en voz alta, sino estaba comportándose mal y no quería obedecer. El papá de Lucas no pudo soportar más la situación. Tomó a Lucas en sus brazos, recostándolo sobre su hombro, y se dirigió hacia la puerta de salida para disciplinar a Lucas. Cuando ya casi llegaban a la puerta, el pequeño Lucas levantó su cabeza para ver a la congregación, y con lágrimas en los ojos, gritó: “¡Por favor, oren por mí!”.
—Adaptado por Moisés Pinedo; de un incidente ocurrido en la década de 1990 en una congregación de la iglesia del Señor en el este de Tennessee.