“Perdóneme por Quedarme Con Su Biblia”
El tren pitó su silbato y comenzó a avanzar por los rieles del pueblo natal de un hermano en Hungría. Un agente de aduanas comunista comenzó a chequear todo el equipaje. El hermano tenía un saco de Biblias a sus pies. Al lado suyo, tenía su Biblia personal con notas y sermones. El agente de aduanas vio el saco, lo abrió, miró las Biblias y comenzó a tirarlas por la ventana del tren en movimiento. Con rencor, tomó también la Biblia personal del hermano y la tiró a través de la ventana a lugares desconocidos.
Por tres años este hermano lamentó el hecho de que su buena Biblia con tantas notas y sermones ya no fuera su compañera constante. Se preguntaba: “Yo creo en Romanos 8:28, pero Señor, ¿cómo puede esto ayudar a bien?”.
Un día recibió su Biblia personal por correo. Había una carta dentro que decía: “Querido hermano en Cristo, gracias, gracias por su Biblia. Yo la encontré por la vía del tren tres años atrás. La guardé, la leí y la estudié frecuentemente. Mi familia y yo hemos escrito muchos versículos en papel y muchos más en nuestros corazones. No podemos agradecerle lo suficiente, ya que ahora podemos ir al cielo… Pero hermano, por favor perdóneme por quedarme con su Biblia por tanto tiempo. Yo pensé que, si no la leía ahora, tal vez nunca tendría la oportunidad de encontrar una Biblia para leer.
“Oh, Gran Dios y Padre de todos nosotros, perdóname por dudar”, lloró nuestro hermano de Hungría.
—En “Perdóneme por Quedarme Con Su Biblia” (2007), De Casa a Casa, 12[4]:7.