«¿Puedes creerlo?»
Hace algún tiempo atrás mi esposa me contó una historia que una mujer cristiana había contado en un seminario de damas. La mujer dijo que a su hijo mayor le habían robado su auto. Ellos no tenían mucho dinero en tal tiempo y no podían comprarle otro. Su hijo necesitaba el auto, y su madre entonces le aconsejó comprar una bicicleta y usarla hasta que hubiera dinero para comprar otro auto. Mientras tanto, ella continuó orando a Dios para que la policía encontrara el auto robado de su hijo. Ella incluso pidió a su clase de niños en la iglesia que orara por esto, y dijo que tales oraciones fueron las más dulces que jamás hubiera oído.
La policía le había dicho que era casi imposible que encontraran el auto, ya que la mayoría de los autos eran desmantelados tan pronto como eran robados. Sin embargo, solamente unos pocos días después, ella recibió una llamada de la estación de policía, informándole que se había encontrado el auto de su hijo. Al auto se le había acabado la gasolina, y los ladrones habían decidido abandonarlo. El auto estaba intacto.
La mujer estaba completamente sorprendida. Cerca de ella estaba su hijo menor. Ella le dijo: «¡¿Puedes creerlo?! ¡¿Puedes creerlo?! ¡Encontraron el auto de tu hermano! ¡No puedo creerlo! ¿Puedes creerlo, tú?». El joven respondió: «Sí, pero no gracias a tu “fe”. ¡Tú has estado orando todo este tiempo para que esto suceda y ahora no puedes creerlo!».
—Moisés Pinedo; historia contada en 2020 en un seminario de damas en el este de Tennessee.