¿Tiene Clavos de Latón?
Después de escuchar un sermón sobre la confesión, un hombre con una consciencia pesada se acercó a su predicador. Preguntó al predicador lo que debía hacer. Le explicó que trabajaba para un constructor de botes y que había robado algunos clavos de latón que eran muy caros. Él no podía contarle a su empleador ya que probablemente perdería su trabajo. Además, explicó: “Él pensará que soy un hipócrita. Todo el tiempo que he compartido mi fe con él será en vano”.
Finalmente, su culpabilidad fue tan grande que él confesó lo que había hecho a su jefe, y ofreció restituir lo hurtado. El jefe respondió: “Siempre creí que eras un hipócrita, pero ahora pienso que realmente hay algo bueno en el cristianismo. Vale la pena tener una religión que causa que un hombre deshonesto se arrepiente, confiese lo que ha hecho y ofrezca restitución”.
El hombre reportó la respuesta de su jefe a su predicador un día antes que el predicador diera un discurso en frente de estudiantes de secundaria. Durante su discurso, el predicador contó la historia de los clavos de latón. Luego el director del colegio llamó al predicador y le dijo que se habían devuelto más de 50 lápices y lapiceros, cuatro libros y otros artículos.
—Autor Desconocido