Un cambio de actitud
El sistema escolar de una gran ciudad tenía un programa para ayudar a los niños a seguir con sus estudios durante su tiempo de estadía en los hospitales de la ciudad.
Una maestra de tal programa recibió una llamada de rutina para pedirle que visitara a un niño. Ella apuntó el nombre del niño y el número de cuarto de hospital y habló brevemente con la maestra regular del niño. Ella le informó: «Ahora estamos estudiando pronombres y adverbios. Estaría agradecida de que lo ayudara a no atrasarse».
Esa tarde la maestra del programa fue al hospital para ver al niño. Nadie le había dicho que el niño había sufrido quemaduras severas y que tenía mucho dolor. Abrumada al ver el sufrimiento del niño, ella tartamudeó: «Tu…tu…tu…escuela me ha enviado para ayudarte a aprender pronombres y adverbios». Cuando la mujer salió, sintió que no había logrado mucho. Pero al día siguiente, una enfermera le preguntó: «¿Qué le dijo al niño?». La maestra pensó que había hecho algo malo y comenzó a disculparse. La enfermera dijo: «No. Eso no es lo que quiero decir. Nosotros hemos estado muy preocupados por el niño, pero desde ayer, su actitud ha cambiado. Está luchando y respondiendo al tratamiento. Es como si hubiera determinado vivir».
Dos semanas después, el niño explicó que había perdido la esperanza completamente hasta que la maestra llegó. Todo cambió cuando se dio cuenta de algo. Él lo expresó de esta manera: «No enviarían una maestra a enseñar pronombres y adverbios a un niño moribundo, ¿cierto?».
—En Bits & Pieces, Volumen N, Número 7, julio de 1991