¿De Dónde Vino Dios?

Resumen

Dios es eterno y no vino de ningún lugar. Aunque los ateos objeten a esta respuesta, la evidencia sugiere que es adecuada.

¿De dónde vino Dios? La mayoría sabe la respuesta cristiana para esta pregunta: “Dios es eterno. Él no ‘vino de’ ningún lugar”. Aunque los ateos puedan pensar que esta respuesta es anticientífica y que es simplemente un intento de evitar la pregunta, en realidad, la observación y la razón evidencian lo contrario.

La pregunta “¿De dónde vino Dios?” (o “¿Qué produjo a Dios?”) supone que Dios tuvo una causa. Sin embargo, por definición, un espíritu eterno (“el Dios eterno”) no puede tener una causa. Preguntar en cuanto a la causa de Dios (u origen de Dios) es tan incoherente como preguntar: “¿Por qué es la materia eterna?”. La materia no es eterna. La materia no es una esencia eterna sin causa, así como Dios no es un ser físico con causa. Preguntar “¿De dónde vino Dios?” es como preguntar: “¿Cuándo comenzó la eternidad?”. Lógicamente, la eternidad nunca puede comenzar. Por definición, la eternidad no tiene comienzo ni final. Por definición, Dios tiene la misma naturaleza.

Considere que, en la naturaleza, la materia y la energía no pueden ser creadas o destruidas. Los científicos hacen referencia a este hecho observado como la Primera Ley de la Termodinámica. Los evolucionistas declaran que el universo comenzó con la explosión de una esfera de materia algo de 13,000 – 14,000 millones de años atrás, pero nunca han provisto una explicación razonable para la causa de una esfera de materia en el principio. Algunos años atrás, el evolucionista David Shiga intentó explicar esto en el artículo principal de una edición de la revista en inglés, New Scientist. El título del artículo fue: “El Comienzo: Lo que Hizo Detonar al Big Bang”. De manera interesante, en la última línea del artículo, Shiga admitió: “[L]a búsqueda por entender el origen del universo parece estar destinada a continuar hasta que podamos responder una pregunta más profunda: ¿Por qué hay algo en absoluto en vez de nada?”.[1] Lo cierto es que no existe explicación para el origen de la esfera “original” de materia que supuestamente desarrolló el universo. Tal respuesta no puede existir mientras la Primera Ley de la Termodinámica sea verdadera (la cual declara que la materia y la energía no pueden autocrearse).

Ya que existe el universo físico, y no pudo autocrearse, entonces el universo es eterno o algo o Alguien externo al universo debe haberlo creado. Pocos científicos proponen que el universo es eterno. De hecho, no hubiera razón de intentar explicar el “comienzo” del universo (por ejemplo, con un Big Bang) si los científicos creyeran que siempre ha existido. Además, la Segunda Ley de la Termodinámica, que declara que la materia y la energía llegan a ser menos útiles con el tiempo, ha guiado a los científicos a concluir que el universo no pudo haber existido por siempre; es decir, el universo no es eterno.

Entonces, ¿por qué las leyes de la termodinámica o la ley de la causalidad[2] no se aplican a Dios? Porque estas leyes científicas, como todas las otras leyes científicas, se aplican a lo que encontramos y estudiamos en la naturaleza. Otra vez, por definición, Dios no es natural y por ende no está sujeto a las leyes naturales.

En resumen, si la materia no es eterna, y no puede autocrearse, entonces la única conclusión lógica es que algo o Alguien externo a la naturaleza (i.e., alguien sobrenatural) produjo el universo material y todo lo que contiene. Los cristianos llaman a este Alguien “el Dios eterno…, el cual creó los confines de la tierra” (Isaías 40:28).

Referencias

[1] David Shiga (2007), “El Universo Ante Nosotros” [“The Universe Before Ours”], New Scientist, 194[2601]:33, 28 de abril.

[2] Esta ley declara que “todo efecto material debe tener una causa adecuada que le anteceda o que sea simultánea”.