El servicio a los demás

Resumen

Los cristianos tenemos el estándar, la motivación y el ejemplo más grande de generosidad y servicio: el Siervo Jesús.

Dios creó a la humanidad. Él sabe lo que necesitamos; sabe que nos necesitamos mutuamente; sabe que este mundo es complicado; sabe que la vida es dolorosa. Dios creó la relación matrimonial, como la amistad, para la compañía. Con tal propósito creó a la iglesia: un grupo de creyentes que se sirven mutuamente y que sirven a sus prójimos.

¿Por qué deberían servir los cristianos?

Porque Jesús vino a servir

En Marcos 10:45, Jesús señaló simplemente que no vino a ser servido sino a servir, a ofrecer Su vida en rescate por muchos. Hacer el bien a los demás fue una parte principal de Su ministerio (Mateo 4:23). Cuando Pedro instruyó al primer convertido gentil en cuanto a Jesús, comenzó con este punto: «Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y […] este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él» (Hechos 10:38).

Porque la Biblia nos enseña a ser compasivos

Dios siempre ha requerido que Sus hijos sirvan a los demás. Por ejemplo, considere el judaísmo, la primera religión que Dios organizó. La Ley dice en Deuteronomio 15:4-8:

[A]sí no haya en medio de ti mendigo; porque Jehová te bendecirá con abundancia en la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad para que la tomes en posesión, si escuchares fielmente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y cumplir todos estos mandamientos que yo te ordeno hoy. Ya que Jehová tu Dios te habrá bendecido, como te ha dicho, prestarás entonces a muchas naciones, mas tú no tomarás prestado; tendrás dominio sobre muchas naciones, pero sobre ti no tendrán dominio. Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite.

De hecho, ¡se puede encontrar la palabra «pobre» más de ciento cuarenta veces en la Biblia! Desde el comienzo hasta el final, la Biblia nos enseña a ayudar a los pobres.

En el gran sermón del monte, Jesús dio por sentado que Sus seguidores ayudarían a los pobres: «Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público» (Mateo 6:2-4). Pablo también estuvo dispuesto a ayudar a los pobres (Gálatas 2:10).

Porque la Biblia nos enseña a ser generosos

En Romanos 12:3, Pablo escribió: «Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno». Pocos versículos después, Pablo escribió que, al ayudar a los demás, debemos hacerlo con liberalidad.

¡Porque Jesús nos inspira!

Los cristianos tienen el estándar, la motivación y el ejemplo más grande de generosidad: Jesucristo. Considere 2 Corintios 8:9-10:

Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos. Y en esto doy mi consejo; porque esto os conviene a vosotros, que comenzasteis antes, no solo a hacerlo, sino también a quererlo, desde el año pasado.

El contexto de 2 Corintios 8 es la contribución para la ayuda de los necesitados. Pablo conectó esta instrucción con el ejemplo de Jesús, Quien era rico pero que Se hizo pobre por nosotros. La Biblia no requiere que lleguemos a ser pobres, sino nos enseña a usar nuestras riquezas sabiamente, y parte de tal sabiduría se relaciona a la ayuda de los necesitados.

La iglesia debe enfocarse en el servicio de los demás, especialmente de aquellos en la familia de Dios.