¿Es la Ira Siempre Mala?

Pregunta:

“La Biblia dice: ‘Airaos, pero no pequéis’ (Efesios 4:26). ¿Quiere decir esto que la ira no es pecado, o que el cristiano puede airarse?”.

Respuesta:

La ira es una emoción destructiva que ha guiado a toda clase de pecado, incluyendo al homicidio, como cuando Caín mató a Abel (Génesis 4:4-8). El hermano mayor del hijo pródigo “se enojó, y no quería entrar” (Lucas 15:28). Pablo escribió: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Efesios 4:26). Es posible airarse sin pecar, pero es difícil.

Cuando Jesús vio a los cambistas que engañaban a la gente en el templo, hizo un azote y los arrojó del templo, diciendo: “No hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado” (Juan 2:16). Jesús actuó con indignación justa. Sin duda, estuvo airado, pero no pecó porque tuvo celo de la gloria de Dios. El hijo de Dios debe sentir celo de la gloria de Dios, y es una tragedia que los cristianos sean tan tolerantes que nada les cause ira.

Santiago presenta una receta simple para lidiar con la ira: “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (1:19-20).

Ser “pronto para oír” significa ser un oyente listo. A menudo nos airamos porque no tenemos información suficiente. Si oímos cuidadosamente, incluso analizando las palabras, podremos reemplazar la ira por el interés. La ira es simplemente una reacción emocional.

Ser “tardo para hablar” significa controlar la lengua, lo cual es la tarea difícil. Santiago dijo: “Ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal” (Santiago 3:8). Salomón dijo: “¿Has visto hombre ligero en sus palabras? Más esperanza hay del necio que de él” (Proverbios 29:20). Casi siempre se lamentará las palabras apresuradas que la ira motiva.

Ser “tardo para airarse” también es difícil. Podemos atrasar el proceso de la ira al contar hasta diez. La oración es útil, como también tener en cuenta que podemos controlar nuestra reacción ante el problema.

El “nuevo hombre” en Cristo aparta la ira mundana. “Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos” (Colosenses 3:8-11).