Hablen

Al viajar a través de la nación, ha llegado a ser más claro para mí que muchos en las generaciones jóvenes ansían y disfrutan ser el “centro de la atención”. Ya que crecen en la era de los programas de “realidad” en la televisión, algunos jovencitos buscan conscientemente o inconscientemente la alabanza de los hombres al esforzarse en llenar un vacío en sus vidas. Esto no es nada nuevo—ya que la Biblia revela que siempre ha habido personas que aman la alabanza de los hombres (Amán en Ester 3:5; cf. Mateo 23:5-6; Juan 12:43). Desafortunadamente, muchos nunca aprenden cómo dar honor a otros, o recibir honor de otros. Mi temor es que nuestra sociedad ha llegado a ser egoísta tanto que el elogio sincero está fuera de moda. Los halagos han llegado a ser herramientas que solamente se emplean cuando alguien quiere algo.

Además, hemos llegado a ser una sociedad donde la conversación normal casi ya es cosa del pasado. Es irónico que vivamos durante una era en que la tecnología ha hecho increíblemente fácil la comunicación global, pero la gente está perdiendo la habilidad de comunicarse cara a cara. La generación joven sabe más de tecnología que las generaciones pasadas, pero la tecnología le está aislando de la realidad. Los mensajes de texto y Facebook pueden llegar a ser obstáculos para la comunicación real. (¡Es triste que una familia entre a un restaurante y que cada miembro esté “pegado” a un teléfono celular o a un video juego tanto que, aparte de ordenar algo, ellos no pueden comunicarse con los demás en la mesa!). Esta incapacidad de comunicarse eficazmente es un mal en nuestra sociedad—y empeorará a menos que los padres enseñen a sus hijos a comunicarse y elogiar a otros.

Esto es lo que pienso enseñar a mis hijos en cuanto a la comunicación y los halagos.

Mantener una conversación con otros no es algo que se pueda enseñar en un libro. Desde luego, hay libros y clases sobre la comunicación, pero no son suficientes para abordar el mundo real. Esto es similar al discurso público—solamente pueden tener clases y recibir consejos, pero la única manera de sentirse cómodos con el discurso público es atreverse a hacerlo una y otra vez. Aprendan a comunicarse eficazmente con aquellos que les rodean—y mírenles a los ojos cuando hablen con ellos.

Uno de los más grandes gozos que jamás puedan experimentar no se puede comprar, pero tampoco cuesta nada. Ese gozo es tener comunión con personas que tienen el mismo sentir que ustedes. Aunque esto pueda sonar un poco aburrido al comienzo para ustedes, sentarse en la sala y hablar de la vida y de “los buenos viejos tiempos” es un placer que muchos no experimentan en este tiempo. Antes que ustedes nacieran, su mamá y yo frecuentemente llamábamos a algunos amigos y decidíamos comer juntos y quedarnos por mucho tiempo simplemente hablando. Estoy casi seguro que el televisor o la radio nunca estaba funcionando. Simplemente éramos algunos amigos que se sentaban a hablar sobre la vida, nuestra sociedad y la religión. No cambiaría tales recuerdos por ninguna cosa.

Déjenme animarles a aprender a interesarse en otros y permitirles compartir su sabiduría e historias divertidas con ustedes. Sean sinceros y honestos en su conversación (Colosenses 4:6). Conocerán a muchas personas que solamente están interesados en lo que pueden obtener de la conversación. De hecho, algunos comparten palabras con la intención de recibir algo a cambio. No sigan ese patrón. Cuando aborden una conversación, sean genuinos y conversen con la esperanza de acercarse más a la persona con la cual están hablando. Apaguen el MP3 o el teléfono y aprendan a hablar cara a cara.

Adicionalmente, no tengan miedo de halagar a otros, y no se preocupen de lo que otros puedan decir. Si realmente eso es lo que piensan, no hay nada malo en elogiar a alguien que hace algo bueno o viste modestamente (Proverbios 16:24). Cada persona con la cual se crucen en su vida aprecia las buenas palabras. Ahora, algunos pueden no admitirlo, o pueden avergonzarse un poco, pero a todos los seres humanos les gustan los elogios. Cuando alguien les elogie, lo único que se necesita decir es un simple “Gracias”. Muchas personas aprenden a elogiar, pero nunca aprenden la manera de aceptar un elogio correctamente. Estas herramientas de conversación les serán útiles durante la vida. Nunca olviden las palabras inspiradas en el Salmo 19:14.

Con amor, papá.