¿Prueban los Cambios en Organismos que la Evolución Es Verdadera?

Pregunta:

“Me siento confundido por las variaciones que se presentan en muchos organismos de la misma especie (color, tamaño, resistencia, contextura, etc.). Muchos evolucionistas declaran que estos cambios sostienen la teoría de la evolución. ¿Qué respuesta pueden presentar los cristianos ante esta declaración?”.

Respuesta:

Por mucho tiempo los cambios dentro de las especies han sido el “títere” que muchos evolucionistas han usado para entretener las mentes de sus oyentes. Charles Darwin mismo observó “cambios” en los pinzones de las Islas Galápagos y los usó como inspiración para desarrollar su teoría (vea Schmid, 2006; Wells, 2000, pp. 159-175). No existe controversia (incluso entre creacionistas) que las especies experimentan “cambios”. La controversia realmente tiene que ver con la siguiente pregunta: “¿Cuánto pueden cambiar las especies?”.

Para responder esta pregunta, primero se debe definir y entender dos términos importantes:

  1. Microevolución: En palabras sencillas, la microevolución es evolución (cambio) a pequeña escala dentro de una especie (Dembski y McDowell, 2008, p. 42). A esta clase de cambio se hace referencia comúnmente como “evolución horizontal”. Pero la microevolución no genera nuevas especies (sea individualmente o colectivamente). El cambio en el pico de algunas aves, el color de la piel en seres humanos, la “resistencia” de algunas bacterias y el resultado de una nueva raza de perro a través del cruce de dos perros de diferentes razas son ejemplos del suceso real de la microevolución.
  2. Macroevolución: Por otra parte, la macroevolución es el cambio radical y dramático que produce una nueva especie (Dembski y McDowell, p. 42). A esta clase de cambio se hace referencia como “evolución vertical”. Y a esta clase de cambio nos referimos comúnmente como “la evolución”, “la teoría de la evolución” o “la evolución darviniana”. Su supuesto mecanismo es la selección natural, más las mutaciones genéticas, más el tiempo geológico (Huse, 1997, p. 45). Un pez que desarrolla plumas, un dinosaurio que se convierte en un ave o un simio que se convierte en un hombre sería un buen ejemplo de la macroevolución—excepto por el hecho científico que es imposible documentar estos cambios a grande-escala, i.e., la macroevolución solamente existe en la mente del evolucionista.

Para hacer a esta respuesta un poco más práctica, piense en la palabra “Navidad” como una especie, y en cada letra (N-A-V-I-D-A-D) como sus genes. ¿Cuáles son los límites de “cambio genético” que puede obtener de la “especie Navidad”? Usted puede obtener los siguientes cambios funcionales de la “especie Navidad”: “vida”, “nada”, “diva”, “vanidad”, “vianda”. También puede obtener “mutaciones” dañinas sin significado, como “idadanv”, “aaddvn”, “div”. Desde luego, estas “mutaciones” no son beneficiosas para la evolución vertical (como es el caso del 99.99% de todas las mutaciones—Huse, p. 47). Debido a la composición genética de la palabra “Navidad”, todos estos cambios pertenecen a la misma especie y no pueden generar otra especie, i.e, usted no puede obtener la palabra “chocolate”, “verano”, “carnaval” o “evolución” de la palabra “Navidad”, ya que tales palabras son de otra “especie” y tienen una “composición genética” diferente (aunque algunos de sus “genes” sean iguales).

Por tanto, sugerir que ya que existen cambios pequeños en color, tamaño, contextura, etc. dentro de las especies, también se puede producir cambios de especie a especie (la evolución darviniana), es equivalente a sugerir que ya que se puede obtener “vanidad” de la palabra “Navidad”, entonces también, con el tiempo, la selección casual y la pérdida de información (mutaciones genéticas) también se puede obtener la palabra “carnaval”. Si una persona inteligente, con la mayor tecnología posible, no puede obtener la palabra “carnaval” de las letras “N-A-V-I-D-A-D”, mucho menos puede la evolución ciega, inconsciente y casual producir un “H-U-M-A-N-O” de un “S-I-M-I-O” (o cualquier especie nueva de una especie diferente), incluso si le concedemos miles de millones de años.

Referencias

Dembski, William y Sean McDowell (2008), Entendiendo el Diseño Inteligente [Understanding Intelligent Design] (Eugene, OR: Harvest House).

Huse, Scott (1997), El Colapso de la Evolución [The Collapse of Evolution] (Grand Rapids, MI: Baker), reimpresión de 2005.

Schmid, Randolph (2006), “La Evolución de los Pinzones en las Islas Galápagos” [“Finches on Galapagos Islands Evolving”], The Washington Post, http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2006/07/13/AR2006071300953.html.

Wells, Jonathan (2000), Íconos de la Evolución [Icons of Evolution] (Washington, DC: Regnery).