La elección del Señor

Resumen

Las elecciones de Dios son mejores que las nuestras. ¡Asegurémonos de que las nuestras reflejen las elecciones de Dios!

Cuídate de no ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar que vieres; sino que en el lugar que Jehová escogiere, en una de tus tribus, allí ofrecerás tus holocaustos, y allí harás todo lo que yo te mando (Deuteronomio 12:13-14).

Uno de los regalos más grandes que el hombre ha recibido es la libertad de la elección. Muchas personas han dado la vida para garantizar esta libertad amada por todos en un mundo en que somos solamente peregrinos (Hebreos 11:13-16). Sin embargo, hay algunas elecciones que ya han sido hechas, las cuales nosotros no tenemos derecho de ignorar. Por ejemplo, se espera que los residentes de los Estados Unidos cumplan las leyes establecidas por el gobierno y paguen los impuestos determinados por el mismo. Aunque tenemos la capacidad de ignorar estos requerimientos, debemos aceptar las consecuencias de nuestras elecciones. De manera similar, hay algunas áreas en las cuales Dios ya ha hecho una elección, y para que seamos fieles ante Él, debemos honrar Sus elecciones.

Las elecciones de Dios siempre han sido mejores que las del hombre. Abraham oró para que Ismael fuera establecido por Dios, pero Dios ya había escogido a Isaac como padre de la nación israelita (Génesis 17:15-19). Dios escogió a Judá como la tribu real (Génesis 49:10; 1 Crónicas 28:4), incluso cuando Jacob probablemente hubiera preferido tal distinción para Rubén, su hijo primogénito, o José, su hijo favorito. Cuando Israel demandó un rey, el pueblo escogió a Saúl (1 Samuel 12:13), un hombre de gran estatura; pero cuando Dios escogió a su sucesor, eligió a David, un hombre «conforme a su corazón» (13:14). Cuando la vida de David se acercó a su fin, él nombró a Salomón como sucesor incluso cuando Adonías era mayor. Esta fue la elección de David ya que Salomón también fue la elección de Dios (1 Crónicas 28:5).

El Señor siempre ha mostrado la importancia de honrar Sus elecciones. A Dios no Le agradó cuando los levitas de otro linaje trataron de usurpar el sacerdocio, ya que Él había escogido a la casa de Aarón para este oficio (Números 16-17). A Dios no Le agradó cuando se ignoró Su elección de Jerusalén como el centro de adoración judía (1 Reyes 13:1-3). Cuando Uza ignoró la elección de Dios en cuanto al transporte del arca del pacto (1 Crónicas 15:2), pagó un precio muy alto (1 Crónicas 13:9-10). Aunque no siempre podemos entender las razones de las elecciones de Dios, debemos entender que Sus pensamientos son más altos que los nuestros (Isaías 55:8-9), y debemos honrar Sus elecciones en todo asunto.

En el Antiguo Testamento, Dios seleccionó a Israel como Su pueblo escogido, no debido a la grandeza de Israel, sino debido a que Él la amó (Deuteronomio 7:6-8). Ahora no se puede encontrar al pueblo de Dios en una región geográfica específica, sino en Su iglesia (2 Tesalonicenses 2:13-16). Hoy el pueblo escogido de Dios es la gente que elige vivir fielmente ante Él (Apocalipsis 17:14). Los que son fieles a Dios son aquellos que determinan que la elección del Señor también será la suya. Ellos no son miembros de la iglesia de su elección propia; en cambio, ¡son miembros de la iglesia de la elección de Dios (Mateo 16:18)! Dios también ha hecho elecciones en asuntos de adoración (Hechos 2:42; Efesios 5:19), doctrina (2 Timoteo 3:16-17) y salvación (Juan 8:24; Romanos 10:10; 6:34). ¡Asegúrese de que las elecciones suyas reflejen las elecciones que Dios ha hecho!