“Los Deleites Temporales del Pecado”

“Pero, honestamente, ¿cómo se puede esperar que una pareja casada que vive en adulterio deshaga su matrimonio?”. Esta es una pregunta que ha abrumado a todo estudiante sincero de la Palabra de Dios. Cuando consideramos las lágrimas, los dolores de cabeza, los hijos, las finanzas, el trauma físico y emocional, ¡no podemos evitar desear que esto fuera de manera diferente! Pensamos que, con seguridad, ¡Dios no esperará que los matrimonios adúlteros se disuelvan!

Pero luego consideramos la perspectiva bíblica, y descubrimos que, muy frecuentemente, la vida recta delante de Dios implica grandes dificultades y privación. Descubrimos que la paz, el gozo y la felicidad genuina que caracterizan la vida cristiana se alcanzan por medio (i.e., en medio) del sufrimiento—no por medio de la ausencia de dificultad. ¿Recuerda a Moisés (Hebreos 11:23-27)? Moisés creció en la misma casa de Faraón. Imagine el afecto tierno que recibió de la hija de Faraón. Ella literalmente “le crió como a hijo suyo” (Hechos 7:21). ¡Imagine el lazo profundo emocional y psicológico que se formó entre Moisés y su familia adoptada! Imagine la influencia intelectual ejercida en la mente de Moisés ya que su fundamento educativo se derivaba del enfoque egipcio (Hechos 7:22). Considere la atracción y seducción irresistible de las riquezas y poder que eran suyos. Por 40 largos años, Moisés se sumergió cada vez más en el mar de las relaciones humanas y los lazos emocionales fuertes.

Pero a los ojos de Dios, esta relación no podía durar. Cuando Moisés se dio cuenta de esto, estuvo forzado a cortar los lazos de su relación fuerte física, psicológica y emocional a favor de una relación obediente con Dios. Su decisión de rehusar los placeres temporales implicó dificultades, sufrimiento y maltrato. Note lo que el escritor inspirado señaló: “Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado” (Hebreos 11:24-25, énfasis añadido).

Nosotros también enfrentamos el mismo dilema. Esto se puede relacionar a la decisión de reprimir un deseo insaciable por el alcohol; puede involucrar el término de una relación de negocios financieramente productiva; y puede incluir la disolución de una relación marital. En breve, la vida cristiana puede significar la disrupción radical y total de algunas relaciones sociales y familiares (estudie cuidadosamente Mateo 10:34-36; Lucas 12:51-53).

La tragedia real es que la mayoría de personas no está dispuesta a tomar tales decisiones esenciales. Simplemente los sacrificios son demasiado grandes. Pero en el caso de Moisés, él tuvo “por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón” (Hebreos 11:26). Cada uno de nosotros deber tomar una decisión. ¿Estaremos dispuestos a tomar los pasos necesarios para agradar a Dios?