¿Quién Debería Ser Bautizado?

Hay mucha controversia en cuanto a quién es un candidato adecuado para el bautismo. Desafortunadamente, muchos han escogido responder esta pregunta con sus propias opiniones. Al ignorar la Biblia, algunos han prestado atención a lo que los “eruditos”, “sínodos”, “concilios” o “tradiciones humanas” dicen. Pero el que busca honestamente la verdad, debería reconocer que la Biblia es la autoridad final en asuntos religiosos.

¿Quién debería ser bautizado?

Aquellos que han pecado.

Santiago escribió que “al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” (4:17). Pablo dijo a los hermanos en Roma que “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Todos los que alcanzan una edad de responsabilidad, no solamente han pecado al hacer algo malo, sino al dejar de hacer lo bueno que saben que deben hacer. El pecado nos separa de Dios (Isaías 59:1-2). Pedro dijo a los judíos que habían matado a Jesús: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (Hechos 2:38). El bautismo está directamente conectado al perdón; Dios lava nuestros pecados cuando nos bautizamos (Hechos 22:16; 1 Pedro 3:21). Solamente los que entienden lo que es el pecado, entienden sus consecuencias y están dispuestos a arrepentirse, son candidatos adecuados para el bautismo.

Aquellos que creen.

El bautismo bíblico está conectado a la fe. Jesús dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo” (Marcos 16:16). Hechos 2:37 informa que los judíos que habían oído a Pedro y a los demás apóstoles, creyeron en su predicación. El versículo 41 revela que “los que recibieron su palabra fueron bautizados”. Hechos 8:12 registra que cuando aquellos en Samaria “creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres”. Hechos 18:8 relata que “muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados”.

Aquellos que fueron bautizados durante la era apostólica, creyeron. Nadie en la iglesia, o en toda la historia del Nuevo Testamento, fue bautizado a causa de la fe de otra persona, mucho menos en “la fe de la iglesia”, como el Catolicismo enseña. El escritor de Hebreos declaró enfáticamente: “[E]s necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (11:6, énfasis añadido).

Aquellos que se han arrepentido.

Solamente aquellos que tienen la capacidad y deseo de arrepentirse son candidatos adecuados para el bautismo. Juan el Bautista urgió a los fariseos a hacer lo mismo que aquellos que venían a ser bautizados: “frutos dignos de arrepentimiento” (Mateo 3:8). Jesús también exhortó a la gente de Su tiempo a arrepentirse y obedecer al Evangelio (Marcos 1:15). Pedro amonestó a los judíos en Pentecostés a arrepentirse y bautizarse para el perdón de los pecados (Hechos 2:38). Pablo dijo a los atenienses que Dios “manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30). Pedro también escribió que Dios desea que “todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).

El arrepentimiento no es un proceso de seis meses o un año antes del bautismo; es un cambio de mente y corazón con el fin de evitar las obras malas del pasado y seguir a Cristo. En el Nuevo Testamento, aquellos que creyeron al Evangelio, se comprometieron a este cambio e inmediatamente fueron bautizados. Se exhortó a Pablo a ser bautizado cuando él se arrepintió y decidió dejar de perseguir a la iglesia de Dios (Hechos 22:16). Se exhortó a los judíos que habían crucificado a Jesús a ser bautizados cuando oyeron a Pedro y se arrepintieron, decidiendo vivir por Jesús (Hechos 2:38-41). Estos, y muchos otros más (e.g., Hechos 8:12-13; 10:47-48; 16:14-15,30-33), fueron bautizados inmediatamente después de creer y arrepentirse. El arrepentimiento genuino guía a la obediencia a través del bautismo, sin el cual no se puede obtener la bendición divina de la salvación (1 Pedro 3:21).

Aquellos que se comprometen a vivir por Cristo.

Aquellos que no tienen la intención de cambiar la dirección pecaminosa de sus vidas, y aquellos que no tienen la intención de guardar los mandamientos de Dios, no son candidatos adecuados para el bautismo. Cuando Jesús comisionó a Sus discípulos a hacer más discípulos por medio del bautismo, añadió: “[E]nseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28:20). Lucas revela que la perseverancia en la fe es esencial para todos los que han sido bautizados en Cristo (Hechos 2:42). Y en Su mensaje a la iglesia en Esmirna, el Cristo resucitado proclamó: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10).

Las verdades bíblicas son simples y claras: se debe predicar (Mateo 28:19; Marcos 16:15), oír (Romanos 10:14,17), creer (Marcos 1:15) y obedecer (Romanos 10:16) el Evangelio de Dios. Todos los que tienen la capacidad de creer al Evangelio, y son conscientes de su condición perdida y separada de Dios, deberían ser bautizados.