Los Mismos, por Dentro y por Fuera

“¡Si de esto se trata el cristianismo, entonces no quiero tener nada que ver con esto!”. Estas palabras han marcado el final de muchas personas—mientras permanentemente cierran sus corazones al cristianismo. Ellos ven o escuchan de gente que se comporta de una manera que contradice directamente lo que la Biblia enseña en cuanto al cristianismo. Como resultado, estas personas desilusionadas terminan abandonando el cristianismo, no a causa de lo que la Biblia dice, sino a causa de la acciones de otras personas. Solamente el cielo revelará el número de almas que se han perdido a causa de la hipocresía de otros. La ira y la furia contra la hipocresía ha afectado a los no-cristianos, nuevos cristianos e incluso a los cristianos maduros. En algunos casos, ha debilitado la fe de la gente; en otros casos, ha dividido literalmente a congregaciones mientras los miembros escogen sus “partidos”.

Esto es lo que pienso enseñar a mis hijos en cuanto a la hipocresía.

Se define mejor la palabra “hipocresía” como una apariencia religiosa falsa. Es una palabra que escucharán durante su vida, y una palabra que espero que nunca les describa justificadamente. Hablando religiosamente, los hipócritas son personas que son cristianas solamente en apariencia, pero no en obras. Recuérdenlo de esta manera: el pecado de hipocresía es un problema del corazón vestido en ropa agradable.

Su madre y yo les hemos enseñado muchas veces (y continuaremos haciéndolo) la importancia de tener un corazón limpio delante de Dios. Nuestros labios pueden pronunciar las palabras correctas, podemos realizar las acciones correctas y vestir las ropas correctas, pero si nuestros corazones no están completamente dedicados a Dios, entonces esas acciones son vanas. Jesús remarcó esto cuando citó un pasaje de Isaías (29:13), diciendo, “[E]ste pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí”. Si cultivan un corazón puro delante de Dios, entonces ¡las acciones buenas vendrán como consecuencia!

Pero ¿qué de aquellas personas que conocen que dicen algo pero hacen algo completamente diferente? Siempre tengan en cuenta que aunque el plan de Dios (incluyendo a la iglesia) es perfecto, los humanos no lo somos. Todos cometemos errores y pecamos (Romanos 3:23). ¡Nunca olviden que la iglesia está llena de personas que fallan! Sin embargo, no permitan que la hipocresía de otros interfiera con su relación con Dios. Recuerden que no habrá hipócritas (o personas justas) que darán cuenta por ustedes ante Dios. Solamente estarán ustedes (y Jesucristo que les confesará delante del Dios Todopoderoso—Mateo 10:32). Ya que los hipócritas no tendrán nada que ver en la defensa de ustedes en el Día del Juicio, ¡no permitan que ellos debiliten su relación con Dios!

Jesús habló duramente contra la hipocresía de los fariseos (Mateo 6:5; 22:18; 23). En Mateo 23, Jesús condenó las acciones de los fariseos, y durante Su mensaje hizo referencia varias veces a estos líderes como “hipócritas”. En los versículos 27-28, explicó que los fariseos eran como “sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad”. ¡Por esta razón nosotros siempre decimos a nuestra hija que recuerde que queremos que sea una niña bonita interiormente así como exteriormente! (¡Ese consejo también se aplica a los varones!).

Varios años atrás tomé algún tiempo evaluando mi propia vida. Conocía a algunas personas, predicadores y escritores que no estaban viviendo fuera del púlpito de la manera que predicaban. No quería seguir sus pasos, y he trabajado diligentemente para asegurarme que lo que la gente vea el domingo sea el mismo padre que pueden ver en la casa. El corazón que las personas ven el domingo en la mañana es el mismo corazón que tengo ante Dios en nuestro hogar. Mi oración es que mis hijos serán cristianos genuinos—cristianos que ocasionalmente cometen errores y que no son perfectos, pero cristianos genuinos. ¡Luchen contra la hipocresía con cada fibra de su ser! La Biblia nos recuerda que debemos desechar “toda malicia, todo engaño, hipocresía” (1 Pedro 2:1; lean también 1 Timoteo 4:1-2). Pablo escribió a los cristianos en Roma, amonestándoles, “El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno” (Romanos 12:9; lean también Santiago 3:17). ¡Sean los mismos, por dentro y por fuera!

Con amor, papá.