«Para que sepáis»

Resumen

Cuanto más estudiemos la Palabra de Dios con corazón sincero, ¡más conoceremos que es verdadera e inspirada por Dios!

En Mateo 9, leemos el relato familiar de la sanidad que Jesús brindó a un hombre paralítico. No debemos olvidar el propósito de este y otros milagros.

No se puede refutar el hecho de que a Jesús Le importaban los demás. Él tenía gran compasión (vea Mateo 9:36), aunque Su interés principal era el bienestar espiritual de la humanidad. Por esta razón, Jesús dijo a este hombre, a quien sus amigos trajeron, que sus pecados eran perdonados (vs. 2). Cuando Jesús percibió los pensamientos de algunos de los presentes, mandó al paralítico a levantarse (vs. 6). En este caso, Jesús primero dio a este hombre lo que necesitaba más: el perdón de pecados. Luego lo sanó con el propósito principal de demostrar el poder que poseía para perdonar pecados. De hecho, dijo que hacía esto «para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados» (vs. 6). Si había alguna duda en cuanto a la autoridad que Jesús tenía para perdonar pecados, tal duda debería haber sido despejada con la atestiguación de este milagro. Él hizo esta y otras señales milagrosas para que la humanidad pudiera saber que Él era el Hijo de Dios y que el mensaje que traía era de Dios. Sin estas señales, la humanidad tendría que caminar con «fe ciega» en cuanto a la identificación de Cristo como Hijo de Dios y de Su enseñanza como producto de Dios.

Marcos registra que después que Jesús dio a los apóstoles la Gran comisión, «ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían» (16:20). Luego, el escritor de Hebreos señaló: «testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad» (2:4). Las obras milagrosas del Espíritu Santo en el primer siglo confirmaron la Palabra de Dios.

Ahora, piense en esto: Nosotros no tenemos el lujo de ver tales señales con nuestros propios ojos. Se nos manda a andar por fe (2 Corintios 5:7). Lo que tenemos es el registro de las muchas señales y maravillas que Jesús y Sus seguidores realizaron. Imagine lo que hubiera ocurrido si estas cosas no hubieran sido ciertas. Si estas señales no hubieran sido legítimas y atestiguadas por muchos, ¡el cristianismo hubiera perecido más rápido de lo que hubiera comenzado! En realidad, ¡nunca hubiera podido incluso «levantar vuelo»! No hay duda de que nuestro Dios sabio deseó que hubiera evidencia concreta sobre la cual fundar Su iglesia.

Así que la iglesia comenzó como una explosión en Hechos 2. El Espíritu Santo llegó sobre los apóstoles con gran poder (lo cual se profetizó en Marcos 9:1 y Hechos 1:8). Ellos comenzaron a hablar en lenguas (Hechos 2:4), y otras señales acompañaron a su predicación. En tal día, tres mil almas fueron añadidas a la iglesia (Hechos 2:41). Desde entonces, la iglesia comenzó a expandirse a un ritmo increíble (vea Hechos 2:47; 4:4; 5:14; 6:7). Esto sucedió ya que la Palabra que se predicó (el Evangelio) fue completamente confirmada con señales que solamente la gente que tenía corazón endurecido podía rechazar.

Nosotros tenemos la revelación completa de la Palabra de Dios hoy. Su Palabra ha sido completamente revelada y autentificada. Cuanto más estudiemos la Palabra de Dios con corazón sincero, ¡más conoceremos que es la verdadera Palabra de Dios!