¡Podemos Saber el Tiempo del Fin!...¿o No?

La Biblia indica claramente que los cristianos podemos saber algunas cosas. Por ejemplo, podemos saber que tenemos vida eterna (1 Juan 5:13; cf. Juan 20:30-31), que tenemos la verdad (Lucas 1:3-4; Juan 8:32; 21:24; 1 Juan 5:20), que Dios oye nuestras oraciones (Juan 9:31; 1 Juan 5:15), que somos hijos de Dios (1 Juan 5:19), que tenemos una herencia espiritual (2 Corintios 5:1) y que seremos juzgados por Cristo (Romanos 14:10; 2 Timoteo 4:1). Por otra parte, la Biblia también indica claramente que hay algunas cosas que no podemos saber: “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos” (Deuteronomio 29:29).

Existe un debate continuo en cuanto a lo que podemos saber o no en relación al regreso de Cristo. ¿Está la Segunda Venida de Cristo dentro de la categoría de cosas que podemos saber, o es una de esas cosas secretas que Dios ha reservado en Su divina potestad y voluntad como Su pertenencia exclusiva?

Se puede presentar un caso bíblico irrefutable para sostener el enfoque que no se puede conocer el tiempo de la Segunda Venida de Cristo. Aunque los apóstoles y profetas del Nuevo Testamento enfatizaron la certeza del regreso del Señor (Hebreos 9:28), también señalaron repetitivamente que el Señor vendrá “como ladrón en la noche” (e.g., 1 Tesalonicenses 5:2; 2 Pedro 3:10). La frase “ladrón en la noche” en relación a la Segunda Venida de Cristo enfatiza la llegada del Señor de una manera inesperada. Después de todo, “si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa” (Mateo 24:43, énfasis añadido).

Jesús mismo señaló el hecho que Su Segunda Venida es un factor conocido solamente por la Mente Divina. En Su calidad humana, dijo, “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre” (Mateo 24:36; cf. Marcos 13:32). Como si esto no fuera suficiente, añadió que “no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana” (Marcos 13:35, énfasis añadido). Estos cuatro tiempos hace referencia a las cuatro vigilias de la noche (Robertson, s.d.). Los que aplican este enunciado a la vida del hombre, hacen un paralelo entre estas vigilias y las varias etapas de la vida—la infancia, la juventud, la adultez y la senectud (Gill, s.d.). Ahora, si se aplica a la duración del mundo, “anochecer, medianoche, canto del gallo y la mañana” pueden hacer referencia, desde un punto de vista humano, a un tiempo desconocido en la gran extensión del tiempo—desde una etapa “temprana” (cf. Hebreos 10:37) hasta una etapa “tardía” (cf. 2 Pedro 3:9). Pero independientemente del significado de estas cuatro divisiones, la lección es la misma: “[E]l tiempo exacto de la segunda venida del Señor es totalmente desconocida [sic] por el hombre, y por eso requiere que el hombre siempre esté preparado para el encuentro” (Reeves, 2002, p. 82).

Algunos han interpretado incorrectamente Mateo 24 para sugerir que se puede predecir la Segunda Venida de Cristo. Pero cuando se analiza el contexto se puede entender que Jesús estaba abordando dos acontecimientos distintos expresados en la pregunta de Sus discípulos: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24:3). Es obvio por el contexto que la primera parte de esta pregunta tiene que ver con la sentencia que Jesús había pronunciado contra el templo de Jerusalén: “¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada” (Mateo 24:2; cf. vs. 1). La segunda parte de la pregunta, “¿…qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”, indica la idea que los discípulos relacionaron equivocadamente la destrucción del templo con los acontecimientos del fin (Johnson, s.d., p. 138). A pesar del entendimiento pobre que los discípulos hubieran tenido en cuanto a estos acontecimientos, Jesús expuso la respuesta según el entendimiento divino del tema, corrigiendo el concepto erróneo de que ambos acontecimientos serían paralelos.

En Mateo 24:4-34, Jesús desarrolló la primera parte de la pregunta: “¿cuándo serán estas cosas…?”—con referencia a la destrucción de Jerusalén. En esta sección se puede encontrar varias señales de este acontecimiento—por ejemplo, falsos Cristos y profetas (vss. 5,11,23-24), guerras y rumores de guerra (vs. 6), pestes, hambres y terremotos (vs. 7), tribulación (vss. 9,21), la abominación desoladora (vs. 15) y reunión de “águilas” (vs. 28). La historia registra el cumplimiento de estas señales para el tiempo de la destrucción de Jerusalén (vea Coffman, s.d.). De manera errónea, muchos en la comunidad religiosa aplican estas señales al fin del mundo, y por ende, sugieren que se puede conocer el tiempo del fin. Pero si se continúa leyendo el contexto, se puede ver el error de tal conclusión. Jesús dijo en el versículo 34, “De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca”. Obviamente, la “generación” de la cual estaba hablando era la generación que le oía en ese momento. La destrucción de Jerusalén tomó lugar el año 70 d.C.—una fecha no muy lejana para los oyentes de Jesús. En cambio, cuando habló de Su Segunda Venida, Jesús prologó Su respuesta con el siguiente enunciado, “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre” (vs. 36), y luego presentó un evento diferente carente de señales.

El testimonio bíblico es irrefutable en cuanto a la incapacidad humana de conocer el tiempo de la Segunda Venida de Cristo. En lo que respecta a este tema, podemos escuchar la amonestación del Señor a Sus discípulos, la cual todavía hace eco en el tiempo presente en cuanto a las cosas secretas de Dios: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad” (Hechos 1:7).

ALGUNAS PREDICCIONES IRRESPONSABLES NOTABLES

La cantidad de evidencia bíblica y claridad de las Escrituras en cuanto a este tema parecen no haber parado a algunos líderes religiosos de presentar “predicciones” en cuanto al fin del tiempo. Simplemente, a algunos no les gusta la idea de que Dios haya reservado algunas cosas secretas para Sí mismo (cf. 2 Tesalonicenses 2:1-2; 2 Timoteo 2:17-18), y otros están listos a escuchar cualquier susurro extravagante al respecto (2 Timoteo 4:3-4). Desde el alborear del cristianismo, cuando algunos falsos maestros comenzaron a declarar, “Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está” (Mateo 24:23), los falsos maestros no han parado de “pronosticar” la fecha de la Segunda Venida de Cristo.

Las Predicciones de William Miller

En la compilación, Evidencia Escritural e Histórica de la Segunda Venida de Cristo, William Miller, un predicador bautista que comenzó el movimiento conocido como adventismo, presentó cálculos escatológicos basados principalmente en las 70 semanas de Daniel 9, y otros textos, y llegó a la conclusión que “el fin” sucedería en 1843 (Miller, 1842, p. 41). Debido a la insistencia de sus seguidores por una fecha exacta, Miller limitó la Segunda Venida entre el 21 de marzo de 1843 hasta el 21 de marzo de 1844 (vea Dick, 1994, pp. 96-97). Pero después que esta fecha llegó y se fue, la cambió a abril de 1844, y finalmente estableció sus cálculos para el 22 de octubre de 1844.

Cuando llegó la noche del 22 de octubre de 1844, muchos seguidores, vestidos de ropas blancas, se reunieron en las colinas de Nueva Inglaterra para esperar al Señor. Cuando la medianoche pasó, estas personas tuvieron que regresar a sus hogares en humillación. Este evento finalmente llegó a ser conocido como “La Gran Desilusión” (Oliver, 2004, pp. 104-105).

Una de las grandes ironías en esta historia es la seguridad de Miller en cuanto a sus predicciones. Antes de su fracaso confirmado, declaró:

Entonces rogué el privilegio, y lo hago ahora, que alguna persona me muestre alguna falla de prueba en este punto, o dónde, posiblemente, según la Escritura, pueda haber un error en el cálculo que he hecho en esta visión. Después de diecisiete años de estudio, todavía no he podido descubrir dónde pueda fallar (Miller, p. 242).

Lamentablemente para Miller (como también para Ellen White, la comunidad adventista y los Testigos de Jehová), el simple hecho que ahora, más de un siglo y medio después de su predicción, todavía estemos abordando el tema de la Segunda Venida de Cristo, prueba fuera de toda duda que sus cálculos fueron incorrectos, y que al menos 17 años de su vida fueron desperdiciados en un estudio improductivo que llegó a ser parte de los más grandes fraudes históricos.

Las Predicciones de Edgar Whisenant

Edgar Whisenant fue un ingeniero de la NASA que se jubiló de su trabajo y comenzó a dedicarse a la “profecía”. En 1988 publicó su obra, 88 Razones por las Cuales el Señor Vendrá en 1988 (Whisenant, 1988). Según Whisenant, había razones contundentes para sugerir que el rapto de los creyentes (una doctrina errónea con la cual hemos lidiado en otro artículo, vea Pinedo, 2011) sucedería en septiembre de 1988, marcando el comienzo de una “gran tribulación” y la inminente “Segunda Venida de Cristo”.

Aunque muchos descartaron sus predicciones como reclamaciones extravagantes, sus cálculos fueron acogidos por algunas personas significativas que se aseguraron que Whisenant tuviera sus minutos de fama. Recibió el apoyo de los fundadores de la cadena televisiva religiosa TBN (la misma cadena que hoy promueve a “profetas” modernos como Benny Hinn, John Hagee y otros), y cerca del tiempo predicho, TBN comenzó a transmitir instrucciones para aquellos que supuestamente serían “dejados atrás”. El libro de Whisenant llegó a ser récord de ventas de la noche a la mañana; millones de copias se vendieron, tanto que las librerías tenían problemas en satisfacer la demanda, y cientos de miles de copias fueron distribuidos a los ministros religiosos a través de los Estados Unidos (Campbell y Bell, 2002, p. 250).

Otra vez, se puede ver la ironía de esta historia en la seguridad de este nuevo “profeta”. Cuando se publicaron sus cálculos, Whisenant remarcó, “Yo estoy equivocado solamente si la Biblia está equivocada, y digo esto claramente. Bíblicamente no hay manera que pueda estar equivocado; y digo esto a todos los predicadores en el pueblo” (citado en DeMar, 1999, p. 24, énfasis añadido). Su confianza llegó a su cima cuando declaró en una entrevista que estaría dispuesto a jugarse su propia vida en el asunto (citado en Abanes, 1998, p. 93).

Se puede resumir esta predicción de Whisenant en tres palabras: “Él se equivocó”. Pero su equivocación no paró su deseo de estar en lo cierto. Después de su fracaso, presentó un nuevo reporte que predecía el rapto para 1989—declarando que su único error era que había seguido el calendario equivocado. Se puede resumir esta nueva predicción en cinco palabras: “Él se equivocó…otra vez”. Otros nuevos reportes en los años siguientes continuaron, pero cada vez era más claro que Whisenant se había equivocado…otra vez…y otra vez…y…otra vez. 

Las Predicciones de Harold Camping

Harold Camping es un presentador religioso de televisión y presidente de la cadena radial Family Stations en California, cuyas enseñanzas se transmiten en más de 140 estaciones radiales y más de 30 idiomas (vea “Una Biografía…”, s.d.). Muchas de sus enseñanzas están disponibles en español en www.worldwide.familyradio.org/es/. Camping cree que el “rapto” ocurrirá el 21 de mayo de este año (2011), y que Dios finalmente destruirá el mundo el 21 de octubre del mismo año (“Página Principal”, s.d.).

Como es de esperarse, Camping también se muestra seguro de sus hallazgos escatológicos. Él ha señalado que “[l]a Santa Biblia nos da…pruebas sorprendentes que indican que el 21 de mayo del 2011 es muy exacto en cuanto a la fecha para el Día del Juicio” (vea “¡El Fin…!”, s.d., p. 3), que los “verdaderos creyentes…saben el tiempo (la hora) y muchas cosas acerca del Día del Juicio (el día)” (“¿Nadie Sabe…?”, s.d. p. 8, paréntesis en original), y que “ante toda esta información increíble, ¿cómo puede alguien atreverse a disputar con la Biblia en cuanto a la verdad absoluta de que el principio del Día del Juicio y el Rapto ocurrirán el 21 de mayo del 2011?” (“Otra Prueba Infalible”, s.d., p. 8). Incluso parte del lema del sitio Web de su ministerio dice: “¡La Biblia lo garantiza!”. Y otro ministerio asociado declara que “en Su Palabra Dios nos muestra que estas fechas [21 de mayo y 21 de octubre de 2011—MP] son 100% exactas e indiscutibles” (“Día del Juicio…”, s.d.).

Cualquiera que lee estos enunciados por primera vez creería que un nuevo “profeta” se ha levantado. Pero lo cierto es que Camping no es nuevo en el “negocio” de las predicciones del fin del tiempo. En 1992 publicó un libro que llegó a tener gran éxito de ventas en el cual predijo que el fin ocurriría el 6 de septiembre de 1994. En esa ocasión, él también estuvo seguro de sus hallazgos. Declaró que gracias a “más de 30 años de estudio bíblico había llegado a ver cosas que otros habían pasado por alto. Estaba completamente seguro de la fecha ya que se basaba en lo que creía que era evidencia clara en la Escritura que le permitía cálculos exactos” (vea Campbell y Bell, p. 251). Cuando su predicción fracasó, cambió la fecha a una semana después, luego al fin de mes, y luego al año siguiente. Ahora, con la misma seguridad desvergonzada que en 1992, Camping asegura que el fin ocurrirá en 2011.

Parte de la nueva argumentación que el ministerio de Camping ofrece para sugerir que se puede saber el tiempo del fin es que, por ejemplo, Noé pudo saber el día exacto del Diluvio (Génesis 7:4), Jonás pudo saber el día exacto de la destrucción de Nínive en la carencia de arrepentimiento (Jonás 3:4), Lot pudo saber el día exacto de la destrucción de Sodoma y Gomorra (Génesis 19:15), y Moisés pudo saber el día exacto en que el Señor traería cada plaga sobre Egipto (Éxodo 9:5,18; 10:4) [vea “Día del Juicio…”, s.d.].

No obstante, los partidarios del “conocimiento” en este respecto pasan por alto, sea voluntariamente o involuntariamente, tres factores importantes: (1) Estos siervos de Dios pudieron conocer el tiempo de esos eventos simplemente porque Dios, en Su divina voluntad, decidió revelarles esa información. Pero Él claramente ha determinado que no podemos conocer el tiempo del fin (Mateo 24:36; Marcos 13:32). (2) Aunque es verdad que estos siervos de Dios llegaron a conocer el tiempo de algunos eventos de juicio divino, no llegaron a este conocimiento al hacer cálculos o predicciones extravagantes—como en el caso de las predicciones modernas que indiscutiblemente se basan en supuestos cálculos matemáticos e interpretaciones forzadas. (3) Si el hecho que estos siervos de Dios pudieron conocer el tiempo de ciertos eventos “prueba” que nosotros podemos conocer el tiempo del fin, entonces, ¿qué prueba el hecho que los siervos antiguos no pudieron conocer el tiempo de otros eventos (e.g., Daniel 8:26-27; 12:4,8-9; Marcos 9:32; Lucas 9:45; 18:34; cf. 1 Pedro 1:10-12)? Según el mismo argumento, la ignorancia de tales eventos descartaría cualquier conocimiento nuestro en cuanto al tiempo del fin.

Esta tendencia predictiva ha realizado intentos desesperados por tratar de contrarrestar el peso de la evidencia bíblica que sostiene que la Segunda Venida de Cristo es un factor desconocido. Por ejemplo, en sus intentos por explicar la verdad bíblica que el Señor vendrá “como ladrón en la noche”, es decir, en un tiempo desconocido, sin señales o aviso (1 Tesalonicenses 5:1-3), se señala el versículo 4: “Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón”. Luego se sugiere que aquellos que no están en tinieblas son los que “estudian la Biblia y aprenden la fecha del fin” (“Día del Juicio…”, s.d.). Pero el contexto de 1 Tesalonicenses 5:3 y el contexto general del Nuevo Testamento no apoyan esta noción. Los que “no están en tinieblas” no son los que saben cuándo regresará el Señor, sino aquellos que “andan en luz” (vs. 5,8)—aquellos que no andan en los pecados infructuosos de la tinieblas (Efesios 5:11; cf. Juan 3:19-21; 8:12; 12:46; Hechos 26:18; Romanos 13:12; Efesios 5:8; 1 Pedro 2:9; 1 Juan 2:10-11), sino que andan en “santa y piadosa manera de vivir” (2 Pedro 3:11; cf. vs. 10). El regreso del Señor no les sorprenderá en tinieblas, es decir, en pecado (cf. 1 Tesalonicenses 5:4; 2 Pedro 3:14).

Se pudiera añadir más ejemplos a la lista de predicciones que han fracasado o que están destinadas al fracaso—las predicciones de Hal Lindsey, las predicciones de Benny Hinn, las predicciones del año 2,000, las predicciones del calendario maya para 2012, etc. Pero los ejemplos listados anteriormente deberían ser suficientes para creer a la Biblia en cuanto a sus declaraciones que nadie puede conocer el tiempo del regreso de nuestro Señor Jesucristo.

EL PRECIO QUE EL CRISTIANISMO VERDADERO HA PAGADO A CAUSA DE TALES PREDICCIONES IRRESPONSABLES

Las ideologías religiosas erróneas siempre han tenido un precio—de hecho, un precio muy alto. Por ejemplo, el Antiguo Testamento revela que a causa de la falsa doctrina, Adán y Eva perdieron su hogar perfecto (Génesis 3:6,24), 3,000 israelitas murieron a filo de espada en el acto idolátrico del becerro de oro (Éxodo 32:4,28), tres familias completas descendieron vivas al seol, 250 hombres fueron consumidos por el fuego y 14,700 personas más fueron heridas mortalmente en la rebelión de Coré (Números 16:1-3,31-33,49), una pareja fue traspasada con la lanza y 24,000 personas murieron en la instigación de Balaam (Números 25:1-3,6-9; cf. Apocalipsis 2:14), un joven profeta fue devorado por un león (1 Reyes 13:8-24), el reino del sur de Israel fue deportado a Babilonia (Isaías 3:12; Jeremías 13:25; 25:4-11; 52:4-30), y el reino del norte de Israel fue llevado en cautiverio hasta que su existencia fue borrada de la faz de la Tierra (Isaías 9:15; 10:5-6; Oseas 4:6,12; 5:13; 9:3; 13:3).

Entonces, ¿cuál ha sido el precio que el cristianismo ha tenido que pagar debido a las predicciones irresponsables de algunos que se consideran “cristianos” y que reclaman saber la fecha de la Segunda Venida de Cristo?

La Fe de Muchos Ha Sido Trastornada

En 2 Timoteo 2:17-18 Pablo habló de dos falsos maestros, Himeneo y Fileto, que “se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos”. Desde el tiempo que se hizo ese enunciado (algo de 2,000 años atrás), los falsos maestros y sus falsas enseñanzas y predicciones han estado trastornando la fe preciosa de muchos. El Espíritu Santo claramente previó esta situación cuando advirtió que “en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores” (1 Timoteo 4:1).

Las ideologías erróneas siempre han buscado trastornar la fe en Dios. Esto comienza con una mente que cede al error, y luego se esparce como un cáncer mortal y trastorna la fe de aquellos a quienes contacta—incluso de aquellos que una vez conocieron la verdad (cf. Mateo 24:24; 1 Timoteo 1:19; 6:20-21). Una vez que el mal se ha extendido, la mente del hombre llega a ser esclava del error (2 Corintios 11:19-20; Gálatas 2:4; 4:8-10; 2 Pedro 2:19).

Considere las miles de almas preciosas cuya fe ha sido trastornada al seguir las predicciones falaces de estos supuestos profetas del fin del tiempo. Miller no fue el único que esperaba la venida del Señor en 1844, sino también una multitud de seguidores con él (Oliver, 2004, pp. 104-105). El libro de Whisenant que predecía la venida del Señor para 1988 recibió la acogida de una gran multitud de almas preciosas—vendiéndose un total de más de cuatro millones de copias (Campbell y Bell, 2002, p. 250). Y hoy un sinnúmero de almas preciosas ha aceptado las predicciones de Camping y otros que se dedican al mismo engaño profético. Ciertamente, estas personas han causado un daño terrible a la fe cristiana, y muchos más continúan haciéndolo.

La Fe de Otros Ha Sido Estorbada

No solamente la fe de muchos creyentes ha sido trastornada, sino estos engaños proféticos han impedido directamente que otros lleguen a la fe en Cristo. En sus esfuerzos evangelísticos por predicar las Buenas Nuevas al Procónsul Sergio Paulo, Pablo se encontró con un enemigo de la verdad que procuraba “apartar de la fe al procónsul” (Hechos 13:8). El procónsul, quien tenía deseos de conocer la verdad, ni siquiera podía escucharla debido a la perturbación de este hombre lleno de engaño.

Durante los siglos, la fe de un sinnúmero de almas preciosas dispuestas a conocer la verdad ha sido estorbada por las predicciones irresponsables en cuanto al fin del tiempo. Los que decían “Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí” (Mateo 24:23) eran un estorbo para la salvación de aquellos que buscaban escapar de la destrucción de Jerusalén. Hoy muchos que buscan escapar de la destrucción eterna han dado marcha atrás al considerar las predicciones desafortunadas de los “profetas” del fin del tiempo.

El Cristianismo Ha Llegado a Ser la Burla de los Incrédulos

El mundo con entendimiento cegado (2 Corintios 4:4) no puede distinguir el cristianismo verdadero de las falsificaciones religiosas. Así que frecuentemente el cristianismo verdadero es culpado de las perversidades morales y doctrinales de la religión falsa. Para el mundo escéptico, todos los que reclaman creer en Cristo estamos en el mismo “saco”.

Por tanto, cuando aquellos que profesan conocer a Cristo pero “con los hechos lo niegan” (Tito 1:16) deciden torturar a los que se oponen a sus tradiciones humanas, entonces se cree que el cristianismo verdadero tiene parte en tal atrocidad. Cuando un líder sectario guía a sus seguidores al desenfreno moral y finalmente al homicidio voluntario, entonces se cree que el cristianismo verdadero tiene parte en tal fanatismo. Y cuando algunos agoreros religiosos hacen predicciones del fin del tiempo y fracasan notoriamente, se cree que el cristianismo verdadero tiene parte en tal vergüenza. Al final, los adversarios del cristianismo llenan su “guión” de tales delitos religiosos para burlarse del cristianismo y de Su Cristo. “[E]l nombre de Dios [también] es blasfemado entre los gentiles” por causa de aquellos que reclaman ser cristianos mientras rechazan someter sus vidas y creencias a la voluntad de Cristo (cf. Romanos 2:24).

Los cristianos verdaderos nunca podremos parar todas las burlas de los incrédulos en cuanto a la Segunda Venida de Cristo (vea 2 Pedro 3:3-4), pero los que reclaman predecir la fecha del fin han dado “razón” a muchos incrédulos para multiplicar sus burlas. Cuando las predicciones de Miller fracasaron, sus seguidores tuvieron que regresar a sus hogares para enfrentar las burlas de sus vecinos y la comunidad en general (Oliver, 2004, pp. 104-105). “Miller mismo fue objeto de burla por el resto de su vida” (Guyatt, 2007, p. 124). Cuando las predicciones de Whisenant fracasaron, él también llegó a ser burla continua de la comunidad incrédula, y su nombre fue puesto en la lista de burla de los autores escépticos (vea Jeremiah, 2006, p. 153; Gardner, 2000, p. 290). Camping también añadió escarnio a tales burlas cuando sus predicciones iniciales fracasaron. Pero como si estas burlas no fueran suficientes, ahora las predicciones de Camping para mayo de este año están añadiendo insultos. Uno de los ministerios asociados a Camping es “Podemos Saber”, lo cual hace referencia a la fecha del fin. Este ministerio tiene el dominio www.wecanknow.com (www.podemossaber.com—traducción en español) en la red mundial. Por otra parte, una asociación atea ha adquirido el dominio www.wecantknow.com (www.nopodemossaber.com—español) solamente para hacer burla y exponer la falacia del ministerio de Camping.

Esto no fuera una tragedia si la burla incrédula estuviera limitada solamente a aquellos que reclaman conocer la fecha del fin. Pero ya que el cristianismo verdadero espera la promesa de la Segunda Venida de Cristo (aunque no pretende conocer la fecha), entonces se cree que todos los que reclamamos ser cristianos tenemos parte en este “desfile” continuo de profetas fracasados, o que de alguna manera apoyamos tales predicciones descabelladas. La incredulidad moderna ha usado estos fracasos proféticos del fin del tiempo no solamente para burlarse del cristianismo actual, sino también para burlarse del cristianismo presentado en las páginas del Nuevo Testamento.

Se ha sugerido que “Jesús y Pablo predijeron que ‘el fin’ ocurriría en algún momento durante el primer siglo EC [Era Común, designación irreligiosa alternativa para d.C.—MP]. Ellos se equivocaron” (Robinson, 1996). Por ende, gracias a los “anunciadores” del fin del tiempo, los profetas y apóstoles inspirados, juntamente con nuestro Señor Jesucristo, han sido acusados del mismo fracaso, incluso cuando ellos nunca predijeron el fin para el primer siglo o para ningún otro tiempo determinado (vea también Modeen, 2008, p. 67). La profecía inspirada del apóstol Pedro se aplica claramente a aquellos que reclaman saber la fecha del fin: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras… Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado” (2 Pedro 2:1-2, énfasis añadido).

LA RAZÓN DETRÁS DE TALES PREDICCIONES IRRESPONSABLES

Pero si la Biblia y la historia muestran claramente que el fin de tales “profetas” es el fracaso, la desilusión y la burla, ¿por qué parece que cada generación no está libre de aquellos que pretenden saber la fecha del fin? El cambio de milenio incluso parece haber producido más “anunciadores” del fin que cualquier otra época, y parece haber despertado el interés de algunos “anunciadores” antiguos que han visto la oportunidad de un “nuevo” comienzo con nuevas predicciones. Probablemente se pudiera presentar una lista extensa de razones detrás de tales predicciones (vea Pinedo, 2010), pero solamente se considerará tres razones principales.

La Incredulidad

Si se pudiera reducir en una sola razón el conjunto de razones detrás de las predicciones irresponsables del fin del tiempo, tal vez la incredulidad merecería atención absoluta. Aunque hasta este punto en este artículo he hecho referencia a la incredulidad para describir específicamente a aquellos que no sostienen un punto de vista religioso, no se consideran cristianos o que sienten hostilidad hacia el cristianismo, a la incredulidad que hago referencia bajo este subtítulo es la “incredulidad religiosa”. Esta clase de incredulidad puede ser inconsciente o deliberada. Sí, hoy existen “incrédulos” que se sientan en bancas de edificios religiosos, cargan una Biblia en sus manos, elevan oraciones diarias, cantan himnos de adoración, hablan de Jesucristo a sus prójimos, escriben literatura religiosa y predican en púlpitos eclesiásticos a través del mundo.

Es interesante notar que aquellos que reclaman predecir el tiempo del fin insinúan que “la comunidad cristiana que continúa sosteniendo la creencia que no podemos saber cuándo sucederá el fin” (“Día del Juicio…”, s.d.) adolece de incredulidad. De otra manera, les creeríamos. Este tipo de razonamiento es defectuoso y torcido. Los que reclaman predecir la fecha del fin son aquellos que han sucumbido a la incredulidad—ellos simplemente no creen lo que Jesús dijo: “[N]o sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (Mateo 25:13). Si Jesús dijo que el “día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre” (Mateo 24:36), entonces los creyentes simplemente deben aceptar las palabras de Jesús como verdaderas y renunciar a cualquier intento de poner una fecha para Su Segunda Venida.

El escritor inspirado del libro de Hebreos advirtió: “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo” (3:12). La incredulidad (lo cual este versículo define como maldad—“corazón malo”) es el problema fundamental de aquellos que se apartan de la Palabra de Dios. Dios dijo, “No comerás” (Génesis 2:17), pero la incredulidad llenó el corazón del hombre, y él comió (3:6). Dios dijo, “No reedificarás” (Josué 6:26), pero la incredulidad llenó el corazón de Hiel, y él “edificó” (1 Reyes 16:34). Dios dijo, “No comerás, no beberás y no regresarás por el mismo camino” (1 Reyes 13:17), pero la incredulidad llenó el corazón del joven profeta, y él comió, bebió y nunca pudo regresar (vss. 21-24). Y Dios dijo, “No sabrás” (Mateo 24:36; 25:13), pero hoy la incredulidad ha llenado el corazón de muchos, y ellos declaran atrevidamente, “Podemos saber” (“Día del Juicio…”, s.d.).

El Orgullo

Una de las características que parece unir distintivamente a todos los “profetas” del fin del tiempo es el orgullo (cf. 2 Timoteo 3:2). En el fondo, se necesita una dosis considerable de orgullo para declarar saber lo que casi toda la comunidad cristiana no sabe. Y ciertamente, se necesita una sobredosis de orgullo para declarar saber lo que la segunda Persona de la Deidad dijo que no sabía en Su calidad humana (Marcos 13:32).

Se puede detectar claramente la arrogancia de estos “profetas” en sus declaraciones confiadas que no admiten ningún grado de duda en sus predicciones. Como se ha visto previamente, ellos no solamente han declarado que sus predicciones son infalibles, “100% exactas e indiscutibles”, sino también han tenido la osadía de retar a que alguien les muestre algún error en sus predicciones.

También se puede ver que el orgullo es una condición crónica de estos hombres en el hecho que cuando sus predicciones iniciales fallan, en vez de admitir que no pueden conocer la fecha del fin, deciden hacer nuevos cálculos y ofrecer nuevas fechas que garantizan con la misma seguridad. Y finalmente, cuando sus predicciones fracasan totalmente, su orgullo no les permite retractarse o pedir perdón públicamente (vea Gulley y Mulholland, 2004, p. 274).

La condición de algunos es tan severa que después de años de “rehabilitación” carente de predicciones predominantes, recaen nuevamente en el orgullo antiguo y comienzan a profetizar nuevas fechas como si nunca hubiera pasado nada. Su arrogancia no les permite disculparse, autoanalizarse y humillarse antes de comenzar nuevamente a proclamar “Podemos saber” y condenar a los que no creen en sus nuevas predicciones.

La Avaricia

No es un secreto que la avaricia es uno de los motores principales de los “profetas” del fin del tiempo. Hay algunos que “tienen el corazón habituado a la codicia… Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad” (2 Pedro 2:14-16) y “toman la piedad como fuente de ganancia” (1 Timoteo 6:5).

Los que reclaman predecir la fecha del fin ya han pesado el provecho material que pueden obtener de sus predicciones—y para ellos ese provecho pesa más que cualquier burla y desilusión que puedan experimentar por algún tiempo. Si tiene hambre de atención pública e ingresos sustanciales, aquí está la lección que aprende de estos hombres: declare públicamente saber la fecha del fin del mundo. Con un poco de “ingenio”, “suerte” y promoción, usted puede “sacar provecho” (Judas 16). Desde luego, este consejo pasa por alto que sobre ellos “ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme” (2 Pedro 2:3).

Hoy existe un mercado religioso con “comezón de oír” (2 Timoteo 4:3-4) que está dispuesto a dar la bienvenida y pagar por cualquier predicción nueva (cf. Hechos 17:19-21). Por ejemplo, los libros de Whisenant, Lindsey y otros se han vendido por millones, concediendo de la noche a la mañana ingresos multimillonarios a estos “profetas”. De hecho, “[l]os libros de profecía que predicen el cataclismo de nuestro futuro inmediato, basados en interpretaciones bíblicas ni más ni menos estrafalarias que las de Whisenant, están entre las literaturas religiosas más vendidas actualmente” (Ehrman, 1999, p. 7).

Las predicciones que sugieren fechas para el fin del tiempo son generalmente “eficaces” en producir ganancias debido a dos razones principales: (1) Muchos están deseosos de conocer la fecha de la Segunda Venida del Señor para así continuar con sus vidas inmorales y arrepentirse a la “última hora”. Probablemente esta tendencia humana es una de las razones por las cuales Dios determinó en Su omnisciencia no permitir que el hombre conociera la fecha del fin—para que estemos preparados “en todo tiempo” (Lucas 21:36). (2) Si se puede convencer a alguien que Cristo regresará en el futuro inmediato, entonces, ¿para qué seguir acumulando o conservando bienes para el futuro distante (cf. Lucas 12:17-20)? En tal caso, tal vez el mejor curso de acción es donar todos nuestros bienes e inversiones al “Señor”—¿y qué mejor manera de hacerlo, que donar todo a aquellos a quienes el Señor ha dado “sabiduría” para conocer el tiempo de Su regreso? La historia muestra que esto es exactamente lo que algunos crédulos han hecho (Modeen, pp. 68,70).

Hoy, si tiene una tarjeta de crédito válida, entonces no solamente puede comprar en línea los libros e investigaciones de los que predicen el fin del tiempo, sino también puede donar fácilmente a sus ministerios “proféticos”. Puede hacer donaciones recurrentes al ministerio Radio Familia de Camping (https://donations.familyradio.org/rec_cc.html), para que él pueda seguir poniendo carteleras publicitarias que anuncien “el fin” el 21 de mayo de este año, y a su vez, para que la promoción dé como resultado más contribuyentes en línea. Pero si decide hacer donaciones recurrentes en línea, asegúrese de especificar que quiere hacer donaciones solamente por el lapso de dos meses más (aunque tiene la opción de escribir cuantos meses quiera, recuerde que ya estamos en marzo de 2011), ya que sus donaciones pueden seguir siendo sustraídas misteriosamente de su tarjeta de crédito después del tiempo fijado para la “Segunda Venida del Señor”.

CONCLUSÍON

Obviamente, el tiempo ha descartado las predicciones pasadas hasta el día de hoy; pero ¿qué hay de las predicciones que indican fechas futuras? ¿Será la Segunda Venida del Señor el 21 de mayo de 2011 o el 21 de diciembre de 2012, o alguna otra fecha futura que algunos indiquen? Aunque ya se ha demostrado bíblicamente e históricamente que es imposible conocer la fecha del fin, considere dos puntos adicionales al responder esta pregunta.

Primero, el hecho que se sugiera diferentes fechas futuras debería ser suficiente para considerar las predicciones con sospecha. Después de todo, si Cristo regresará el 21 de mayo de 2011, entonces no puede regresar el 21 de diciembre de 2012 (o viceversa), u otra fecha futura. Ya que todos estos “profetas” declaran estar seguros de sus predicciones, entonces la sospecha incluso aumenta.

Segundo, debemos ser cuidadosos en responder esta pregunta con una negación inflexible—para no caer en el mismo error de aquellos que ponen fechas para el fin. Es decir, no podemos responder al declarar que “el Señor no vendrá el 21 de mayo de 2011 o el 21 de diciembre de 2012”—ya que eso sería equivalente a declarar que, aunque no sabemos cuándo vendrá el Señor, sabemos cuándo no vendrá. Lo cierto es que en cuanto a fechas futuras, no sabemos cuándo vendrá o cuándo no vendrá el Señor. En otras palabras, en lo que respecta a la Segunda Venida de Cristo, el 21 de mayo de 2011 y el 21 de diciembre de 2012 tienen la misma probabilidad que cualquier otro día en nuestro calendario. Otra vez, los cristianos debemos estar preparados para el encuentro con nuestro Señor en cualquier momento (cf. Lucas 21:36).

Referencias

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