Razones por las Cuales la Gente Abandona a la Iglesia

Por mucho tiempo los líderes religiosos han estado interesados en saber por qué tantos dejan de servir fielmente al Señor. Jesús resumió el asunto en Su Parábola del Sembrador. Las causas que listó son: El afán de este siglo, el engaño de las riquezas, las codicias de otras cosas, y los placeres de la vida (Mateo 13:22; Marcos 4:18-19; Lucas 8:14). Se pudiera expandir la lista al considerar otros textos (e.g., el seguimiento de la falsa enseñanza—cf. Romanos 16:17; 2 Tesalonicenses 3:6; Tito 3:10), pero las razones anteriores son suficientes para el propósito de este artículo.

Varios meses atrás un grupo religioso hizo una encuesta de 469 adultos que anteriormente eran gente religiosa que había abandonado su grupo respectivo. El resultado de este estudio es interesante.

1. Muchos de ellos “abandonaron a la iglesia” ya que simplemente llegaron a estar “demasiado ocupados”. Estuvieron demasiado ocupados para honrar a su Creador, demasiado ocupados para servir a Quien murió por ellos, y demasiado ocupados para ir al cielo.

2. Otros dijeron que se apartaron debido a que “las responsabilidades familiares y del hogar prevenían” su relación con la iglesia. ¿No es servir a Dios la responsabilidad familiar más importante? ¿Es más importante dar comida y ropa a un niño que nutrir su alma para que llegue al cielo? No poder determinar las obligaciones principales personales es una de las causas más significativas de negligencia espiritual.

3. Una cantidad considerable se quejó de que había sido desilusionado debido a algunos líderes religiosos o miembros. Esto es lo que podemos llamar el síndrome de evitar la responsabilidad. A algunos no les gusta las decisiones de los líderes, otros piensan que la predicación es aburrida, y otros se quejan de que los diáconos no administran correctamente la ayuda a los necesitados.

También hay una queja común que sugiere que a algunos no se les incluye en las actividades de la iglesia. Desde luego, muchos de ellos nunca se ofrecen voluntariamente para el trabajo, y frecuentemente murmuran cuando se les pide que hagan algo.

4. Un grupo principal declara que los miembros son juiciosos e hipócritas. Ellos ni siquiera se dan cuenta que están juzgando a aquellos que supuestamente son juiciosos. ¡Y con excepción de la iglesia, ellos nunca abandonan ningún lugar o grupo debido a la hipocresía!

En más de medio siglo de servicio a Cristo, no puedo recordar haber visto a un réprobo que dejara la comunión de la iglesia y que asumiera la responsabilidad total de su apostasía. Siempre se trata de tener el rol de la víctima: “No es mi culpa; ¡ellos me hicieron esto!”. Tales argumentos son subterfugios deshonestos de gente que rechaza reconocer sus propios problemas.

5. Un grupo pequeño declara que abandonó a la iglesia debido a que perdió la fe en la religión organizada. Se supone que prefieren la religión desorganizada. Dios no aprueba la confusión (1 Corintios 14:33), y a nadie se le permite crear su propio sistema de adoración y servicio (Juan 4:24; 17:17). Tales personas autocráticas y egoístas no entienden lo que el cristianismo genuino es.

Desde luego, hay casos en que la gente pierde genuinamente su fe. Tal vez ellos nunca fueron afirmados, o se desilusionaron ya que sus expectativas en cuanto a Dios eran más idealistas que informadas.

Conozco a un hombre que se matriculó en dos instituciones cristianas y que luego predicó el Evangelio por algunos años en el campo misionero en un país extranjero. Finalmente llegó a tener una actitud amarga, y comenzó a trabajar arduamente oponiéndose al cristianismo en cualquier manera concebible, negando incluso que Jesús hubiera vivido. Muy probablemente la razón de su infidelidad es la realidad de que él falló personalmente, y ahora busca racionalizar su apostasía al dirigir su odio contra el Hijo de Dios.

Tal pérdida de fe no es justificable. ¡Deje que el patriarca Job sea su maestro de fidelidad! Deberíamos unirnos al hombre que dijo, “ayuda mi incredulidad” (Marcos 9:24), y buscar ayuda.

6. Algunos cayeron debido a las circunstancias cambiantes en sus vidas. Por ejemplo, el divorcio puede devastar a una persona. Él o ella puede sentir culpa injustificada debido a que su matrimonio no funcionó. Puede llegar a sumergirse en la vergüenza ya que parece que otras familias en la iglesia son estables.

7. Otros experimentaron un cambio de trabajo que les envío a un área aislada donde no había cristianos. Si alguien no tiene la estabilidad de sobrevivir en una comunidad donde no hay iglesia, o si no puede tener el valor de servir a Dios solo, intentando enseñar a otros, es mejor que busque un nuevo trabajo que facilite la fidelidad cristiana. Ningún trabajo vale la pena la pérdida del alma (Mateo 16:26).

CONCLUSIÓN

La verdad real es la siguiente: No hay razones válidas para dejar a Cristo—¡solamente excusas pobres! Jesús lo enseñó muy claramente: las excusas no tendrán relevancia en el día que se deberá dar cuenta (cf. Lucas 14:18et.seq.).