Nuestra batalla espiritual: La batalla contra el desaliento

Resumen

Aunque todos enfrentaremos desaliento, no debemos quitar nuestra mirada de la corona de vida que nos está reservada.

— Lectura bíblica recomendada: 1 Reyes 19:4-8

Introducción

I. Una de las armas favoritas que Satanás usa contra nosotros es el desaliento.

II. Una razón de la eficacia de esta arma es que toda persona es susceptible al desaliento.

III. Además, él puede usar a personas inesperadas para implementar esta arma.

Exposición

I. Los peligros del desaliento.

A. El desaliento es una amenaza para todo aspecto de nuestra vida cristiana. Por definición, hace referencia a la falta de confianza y entusiasmo.

B. El desaliento puede paralizarnos en nuestro servicio a Dios, como en el caso de Elías (1 Reyes 19), e incluso puede corromper nuestra percepción de Dios y frustrar nuestro deseo de servirlo (Salmos 73).

II. Las causas del desaliento.

A. El desaliento es un arma muy versátil de nuestro enemigo.

B. La gente experimenta desaliento por muchas razones, y frecuentemente tales razones son desconocidas hasta que el desaliento ocurre.

1. El temor (1 Reyes 19:1-7).

2. La soledad (1 Reyes 19:8-14).

3. La pérdida o la tragedia de un ser querido (Filipenses 2:27).

4. La injusticia (Salmos 73:1-16).

5. La culpa y la vergüenza (2 Corintios 2:3-8).

III. La manera de vencer el desaliento.

A. Afortunadamente, el Señor ha provisto los medios para vencer el desaliento.

B. Esto implica las actitudes y acciones correctas de la persona desalentada y aquellos alrededor suyo.

1. Siempre permanezca cerca de Dios (1 Reyes 19:14; Salmos 73:17; Santiago 4:7-8).

2. Confíe en que Él lo librará (Éxodo 14:13-14; 1 Corintios 10:13; 2 Timoteo 4:18; Hebreos 13:5-6).

3. Comparta ánimo con el pueblo de Dios (Romanos 12:15-16; Hebreos 3:13; 10:24-25).

4. Sea agradecido y abandone la envidia ya que nuestros tesoros son celestiales y eternos (Salmos 73:17-28; Mateo 5:43-48; 20:1-16; 6:19-21; 1 Pedro 1:3-9).

Conclusión

I. Todos enfrentaremos desaliento en algún momento, pero no debemos darnos por vencidos.

II. No debemos quitar nuestra mirada de la corona de vida que nos está reservada (2 Timoteo 4:8; Santiago 1:12; Apocalipsis 2:10).