Compartiendo Tu Corazón con Alguien que No Comparte la Fe
Puedes haber escuchado que los predicadores y maestros de Biblia dicen a los jovencitos: “Cuando crezcan, ¡deberían casarse con un cristiano!”. Si tienes padres cristianos, entonces muy probablemente ellos te han dicho lo mismo (cf. Jueces 14:3). Desde luego, ¡este es un buen consejo! Aunque casarte con un cristiano no significa que nunca tendrás problemas en tu matrimonio y familia, ambos tendrán la meta común de ayudarse y a sus hijos a ir al cielo. Dios tiene el deseo que Sus hijos se casen con aquellos que comparten el amor y la fe común en Él, y Él advierte que el matrimonio con incrédulos tiene el potencial de descarriar al creyente (Deuteronomio 7:1-4; cf. Génesis 6:1-7; Números 25:1-3; 1 Reyes 21:25; Esdras 9; Nehemías 13:23-27).
Entonces, ¿cómo terminas casándote con un cristiano? Bueno, comienzas al solamente citar a un cristiano. Tal vez no te sientas atraído a nadie todavía, o puedes no estar listo para comenzar una relación (y no deberías darte prisa), pero como joven, este es un tiempo grandioso de fijar tus metas espirituales para ti y la persona con la cual compartirás tu corazón en el futuro. Lo cierto es que muchos jóvenes cristianos se sienten atraídos a los que no lo son ya que no tienen dirección y metas claras para sus propias vidas. Responder “¿Cuál es mi meta en la vida?” te ayudará a escoger a alguien que pueda ayudarte a alcanzar esta meta.
“¿Pero qué puedo hacer si…ya me siento atraído a, o he comenzado a compartir mi corazón con, alguien que no es cristiano?”. ¡Gracias por preguntar! Aquí hay algunos buenos consejos:
Primero, considera seriamente los peligros potenciales de esta relación mixta. Lee y estudia cuidadosamente los pasajes incluidos al comienzo de este artículo (y otros relacionados al tema). Piensa críticamente en cuanto a los escenarios negativos que pueden surgir debido a esta relación (ejemplo: estándares morales relajados, falta de compromiso espiritual, etc.).
Si te sientes atraído a alguien que no es cristiano, sé honesto en cuanto a lo que te atrae de tal persona. ¿Es solamente el aspecto físico? Si es así, entonces puedes necesitar un cambio de perspectiva (Proverbios 31:30).
Antes de compartir tus sentimientos con alguien que no es cristiano, comparte el Evangelio que puede cambiar su vida. No reveles tus sentimientos; no quieres que él/ella obedezca al Evangelio por la razón equivocada. Si él/ella obedece al Evangelio, entonces permite algo de tiempo para discernir los frutos del arrepentimiento verdadero y el crecimiento cristiano (Mateo 13, Lucas 6:43-45). Si alguien no está interesado en compartir su vida con Dios, entonces, ¿debería un cristiano estar interesado en compartir su vida con tal persona?
Si ya has comenzado una relación con alguien que no es cristiano, analiza la situación y trata de influenciarle para llegar al cristianismo. Otra vez, no le fuerces a obedecer al Evangelio (directamente o indirectamente) al “amenazarle” que pondrás término a la relación si no lo hace. Esto es muy probable que suceda si tal persona persiste en la incredulidad y tú has comenzado a considerar la seriedad del matrimonio, pero es imprudente usar esta situación para producir una pseudo-obediencia.
Ora y aprende a interesarte abnegadamente por el alma de tal persona. Una relación sentimental no debería ser la meta principal de ningún esfuerzo evangelístico. Si aprendes a amar el alma preciosa de esa persona (Mateo 16:26), entonces sabrás cómo amarle emocionalmente cuando llegue el tiempo correcto.
Y por último, aunque no menos importante, aprende a esperar y confiar en el Señor (Salmos 27:11-14). ¡No tienes que conformarte con una relación equivocada solamente para tener a alguien a tu lado! Incluso en nuestras vidas sentimentales, debemos tener la actitud de Jesús: “no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42).
Todos nos casaremos con alguien con quien nos citamos, así que si quieres un matrimonio cristiano fuerte, nunca consideres una cita trivialmente. Si escoges comenzar una relación con alguien cristiano, él o ella te ayudará a conservar la pureza hasta el día de tu boda, y después de eso, te ayudará en tu camino a “las bodas del Cordero” (Apocalipsis 19:7).
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