¿Deberían Bailar los Adolescentes Cristianos?

El Diccionario Webster dice que el “baile” es una serie de movimientos corporales rítmicos que usualmente se realiza para la música (Agnes y Guralnik, 1999, p. 366).

¿Qué dice la Biblia acerca de esto? La Escritura usa la palabra “baile” (incluyendo “bailó”, “bailes” y “bailando”) 27 veces. Se traduce seis palabras (hebreas) del Antiguo Testamento como “bailar”, lo cual generalmente significa “girar, torcerse, moverse en círculo o alrededor”. Se traduce dos palabras en el Nuevo Testamento como “baile”, y significan “movimiento rápido; bailar; lugar para bailar; grupo de bailarines y cantantes”.

Al investigar las 27 veces que aparece esta palabra se entiende fácilmente que se usa en dos maneras. La primera es “saltar arriba y abajo con gozo” (como en el caso que nuestro equipo hiciera un gol en el último minuto del partido). David “bailó” [danzó] ante el arca cuando se lo regresaba a Jerusalén (2 Samuel 6:14-16; cf. Éxodo 15:20; Salmos 149:3). Por ende, a menudo se usa “baile” como sinónimo de gozo (Salmos 30:11; 149:3-4; 150:4). La mayoría de referencias bíblicas calza en esta categoría.

Segundo, se usa la palabra “baile” en el sentido de la interacción unida de un hombre y una mujer. Este tipo de baile es al que nos referimos como el baile en una discoteca, fiesta o promoción escolar. Cada vez que los hombres bailaron con mujeres en el Antiguo y el Nuevo Testamento, se condenó esta acción. Por ejemplo, mientras Moisés estaba recibiendo los Diez Mandamientos, la gente en el valle hizo un becerro de oro y bailó alrededor de él (Éxodo 32:7,19,25). Moisés condenó fuertemente esta acción.

El Baile es Peligroso Porque Produce Lascivia (Mateo 5:8; 2 Timoteo 2:22).

Salomé, la hija de Herodías, fue invitada a la fiesta de Herodes para bailar (Mateo 14:6; Marcos 6:21-22). Según Barclay, ella tenía 16 o 17 años y actuó como “una bailarina” (1958, p. 105). Él también observó: “Los bailes que estas jóvenes realizaban eran provocativos e inmorales” (p. 105). Según McGarvey, “El baile del Oriente era entonces, como ahora, voluptuoso e indecente” (1914, p. 372).

Salomé bailó “en medio” de ellos. Sus movimientos seductores “agradaron” a Herodes (Mateo 14:6). Esta palabra (griego aresko) conlleva “la idea de emoción excitante”, y hace referencia a estar excitado sexualmente. Herodes entonces hizo una promesa precipitada para darle todo lo que ella quería, incluso la mitad del reino. Ella pidió la cabeza de Juan el Bautista en un plato. ¿Qué hubiera pasado si Herodes hubiera bailado con ella? ¿Hubiera sido su baile menos pecaminoso?

Incluso los que piensan que no hay nada malo en el baile admiten que su poder es la atracción sexual. La Enciclopedia Británica declara: “Hasta cierta extensión, todo baile estimula sexualmente”. Las pruebas psicológicas están de acuerdo en que el baile es una expresión del instinto sexual. La ciencia médica identifica el baile como un estimulante sexual. Se dice que la forma moderna del baile comenzó con las prostitutas de Sudamérica que promovían el acto del adulterio como una estimulación erótica. Louis Guyon, una vez propietario de Paradise, una discoteca en Chicago, dijo:

En más de treinta años en este negocio he llegado a la conclusión firme que el baile es el comienzo de otros males. El baile conduce frecuentemente al sexo, y yo creo que esto es lo que hace que el baile sea atractivo:…miles de jovencitos y jovencitas que bailan de esta manera que no se dan cuenta que están haciendo algo malo, y cuyos padres necios observan con indiferencia.

Paul Southern escribió que el baile “es como hacer fuego bajo una tetera y dejar que el agua hierva”. Cada nuevo estilo de baile involucra movimientos corporales un poco diferentes, pero son básicamente atractivos de una manera sexual (Humphrey, 2001). El abrazo y el balanceo al ritmo de la música, el choque y el apretón, o el giro provocativo producen deseo sexual en las mentes de los que bailan. Ningún hombre sano negaría que sea sexualmente excitante ver a una joven que mueve sus caderas y pechos provocativamente al ritmo de la música (Humphrey, 2001). Los hombres no están hechos de piedra.

¿Qué pensaríamos si viéramos a un hermano bailando con su hermana de esa manera, o a una madre bailando con su hijo de esa manera? No sería natural sino vergonzoso. Si se duda que la atracción sexual es la base del baile, considera lo que pasaría si se trata de dividir un baile y hacer que los jovencitos bailen juntos en un cuarto y las jovencitas juntas en otro cuarto. ¡Ese sería el final de la fiesta!

Considera también algunas investigaciones:

  • En un estudio, se le preguntó a 44 jovencitos qué clase de sentimientos tenían hacia las jovencitas con quienes bailaban. Cuarenta y uno (93%) dijeron que pensaban en el sexo.
  • Se preguntó a una audiencia de 1,500 hombres, “¿Cuántos pueden bailar y no tener pensamientos malos?”. Nadie alzó la mano.
  • En otro estudio, el 80% de los hombres admitió tener pensamientos lascivos al bailar.
  • El Confesionario Católico Romano revela que 19 de 20 de sus jovencitas que fracasan atribuyen su fracaso al baile.
  • Christian Dior, famoso diseñador de modas de París, admitió en una entrevista para un periódico: “Por primera vez he eliminado el corsé incluso para los vestidos de baile. A menudo he oído que los hombres se quejan que en el baile no pueden sentir la piel debajo del corsé de las mujeres”.

Este no es el testimonio de predicadores serios o abuelos pasados de moda. Estos son hombres y mujeres del mundo. Ciertamente si algunos de los seguidores del enemigo pueden ver lo malo del baile, se debe esperar que la gente de Dios pueda ver lo mismo.

El Baile es Peligroso Porque a Menudo Guía al Sexo (1 Corintios 6:18).

El baile comenzó en una casa de prostitución y nunca se alejó mucho. Fue inventado como un preludio a la fornicación, y desde entonces ha guiado hasta ese fin. Así como la bebida social conduce a la borrachera, el baile conduce a la fornicación. Los administradores de orfanatos dicen que nueve meses después de las promociones escolares ellos tienen bebés adicionales que cuidar. Clara Jones, trabajadora de campo en la Casa de la Misericordia de Dakota del Norte, dijo que “el 75 a 90 por ciento de las que cruzaron la cerca del establecimiento, se involucraron en relaciones sexuales y llegaron a ser madres solteras en la Casa de la Misericordia de Dakota del Norte, cuenta una historia—el baile moderno” (Taylor, s.d.).

El Baile es Peligroso a Causa de la Atmósfera en la que se Realiza (Mateo 7:16-17).

El baile está asociado con la bebida, las drogas, la rebelión, la injuria, las peleas y la inmodestia. La música, las letras inmorales de las canciones, la luz opaca, el vestuario inmodesto de muchos de los que asisten aumentan el nivel de intimidad que a menudo conduce a tentaciones mayores. La música rock y rap eleva el ritmo del pulso; se libera más adrenalina y hormonas sexuales en la corriente sanguínea, creando energía excesiva y estimulando el deseo sexual. El movimiento del cuerpo añade excitación.

La Biblia condena las “orgías” (comus)—que llamamos “fiestas salvajes” (Gálatas 5:21; 1 Pedro 4:3). Comus era el dios griego de la fiesta y la orgía. Sus derechos sagrados consistían en la fiesta y la borrachera, en la impureza y la obscenidad de la peor clase.

Es erróneo involucrarnos en la atmósfera del baile. Incluso si se planea asistir y no bailar, ¿qué jovencito puede decir que no será tentado en absoluto cuando vea que algunas chicas lindas bailan? ¿Qué jovencita puede decir que no será tentada a bailar una vez que llegue allá? ¿Puede alguien imaginar a Cristo bailando con una mujer, o incluso asistiendo a un baile? (cf. 1 Pedro 2:21-22).

Alguien pudiera decir, “Pero los bailes de la escuela son controlados, tienen buena iluminación y vigilancia adulta”. Sí, pero las escuelas no pueden controlar lo que se hace antes que las parejas entren, lo que pasa en sus mentes mientras están allí y lo que se hace después. El hecho que se necesite vigilancia adulta debería ser suficiente para entender que la atmósfera no es buena.

El Baile es Peligroso Porque es Pornografía en Movimiento.

La lascivia es una obra de la carne que impide la entrada al cielo (Gálatas 5:19-21). La palabra que Pablo usó se encuentra nueve veces en el Nuevo Testamento. Se traduce seis veces como lascivia (Marcos 7:22; Romanos 13:13; 2 Corintios 12:21; Gálatas 5:19; Efesios 4:19; 1 Pedro 4:3), una vez como libertinaje (Judas 4), una vez como disolución (2 Pedro 2:18) y una vez como conducta nefanda (2 Pedro 2:7). Thayer dice que esta palabra significa “palabras obscenas, movimientos corporales indecentes, trato impuro de varones y mujeres” (Thayer, 1974, p. 79-80). En un lenguaje más común, significa “conducta que excita lascivia”. El baile claramente calza en esta categoría. En otras palabras, lo que Pablo dijo es, “Los que bailan no irán al cielo”.

No existe justificación exitosa que indique que el baile no produzca lascivia; el baile no es nada menos que “pornografía en movimiento”. Incluso si fuera posible que alguien mantuviera su mente pura mientras baila, no se pudiera garantizar que no esté haciendo tropezar a su compañero de baile. Jesús usó una ilustración gráfica de lo serio que es hacer pecar a alguien: Sería mejor ahogarse (Mateo 18:6; cf. 2 Corintios 11:3). Él también dijo que era mejor sacarse un ojo o cortarse una mano o pie e ir al cielo, que estar completo y perderse (Mateo 18:8-9). Parafraseando la idea, podemos decir, “Es mejor entrar al cielo sin haber ido al baile de promoción, que habiendo ido ser lanzado al infierno de fuego”. ¡El cielo vale todo!

El Baile es Peligroso Porque Daña la Influencia del Cristiano.

Un adolescente que baila tiene su luz debajo de un almud (Mateo 5:14-16). Una de las cosas más valiosas que el cristiano posee es un buen nombre (Proverbios 22:1; Romanos 14:21; 1 Corintios 8:13; 1 Tesalonicenses 5:22). Su influencia vale más que la popularidad temporal que combina con el compromiso y los placeres del pecado (cf. Proverbios 11:21; Eclesiastés 2:9-11; Hebreos 11:24-26).

La influencia de un cristiano fiel puede ser poderosa, pero muchos adolescentes no se dan cuenta que otros están observándolos. Esta influencia ha guiado a muchos a los pies de Cristo (1 Pedro 3:1-2). La presión de grupo puede ser positiva como negativa (2 Corintios 3:2). ¡Los adolescentes del mundo no piensan racionalmente cuando esperan que los cristianos se sientan avergonzados por no participar de las cosas que deberían estar realmente avergonzados!

Por otra parte, un cristiano que peca daña la reputación de la iglesia (3 Juan 9-11). Jesús dijo que el cristiano tibio le enferma (Apocalipsis 3:15-17). Cuando los amigos ven que el que dice ser cristiano se involucra en el baile lascivo, ellos piensan, “Él no es diferente a nosotros; su religión es falsa”. Si alguien quiere predicar el Evangelio a una persona, ¿se le prestará menos o más atención después de haberle visto bailando la noche anterior?

El baile estorba el interés en las cosas espirituales (Santiago 1:27; 1 Juan 2:15-16). Un predicador anciano observó que un dedo del pie que baila y una rodilla que ora no pertenecen a la misma pierna. La cantidad de tiempo que se pasa disfrutando y participando en el baile es casi directamente proporcional a la falta de participación en las clases bíblicas y las actividades espirituales. Se debe desechar las cosas que ahogan la Palabra en nuestras vidas (Lucas 8:7,14).

A veces se ignora el tema del baile porque los padres y los líderes de la iglesia no quieren “agitar las aguas”. Pero se debe hacer esto. El baile es un problema. Los adolescentes necesitan saber lo que es correcto, y se les debe advertir acerca de las cosas que pueden impedir su entrada al cielo (1 Juan 2:14; 1 Timoteo 4:12; 1 Pedro 2:11). Debemos estar preparados a dar una respuesta que agrade a Dios (1 Pedro 3:15). Los predicadores deben predicar acerca del baile (2 Timoteo 4:2); los ancianos deben cuidar al rebaño de este mal (Hechos 20:28); los padres deben advertir a sus hijos de este peligro (Efesios 6:4); y los jóvenes deben oponerse a esta actividad (1 Corintios 16:13).

Referencias

Agnes, Michael y David Guralnik, eds. (1999), Diccionario Universitario Webster del Nuevo Mundo [Webster’s New World College Dictionary] (Nueva York: Macmillan), cuarta edición.

Barclay, William (1958), El Evangelio de Mateo: Volumen 2 [The Gospel of Matthew: Volume 2] (Philadelphia, PA: The Westminster Press).

Humphrey, Sandra (2001), “No Bese a los Sapos” [“Don’t Kiss Toads”], Gospel Advocate (Nashville, TN: Gospel Advocate), octubre.

McGarvey, John y Philip Pendleton (1914), El Evangelio Cuadruplicado [The Fourfold Gospel] (Cincinnati, OH: The Standard Publishing Company).

Taylor, Robert Jr. (sine data), “Peligros que Enfrentan los Jóvenes” [“Dangers Facing Young People”].

Thayer, Joseph (1974), Léxico del Nuevo Testamento Griego-Inglés [Greek-English Lexicon of the New Testament] (Grand Rapids, MI: Zondervan).