¿No Vas a Ir a la Fiesta de Promoción?
Enfrentémoslo. Los adolescentes cristianos están encerrados en una “olla de presión” social. Ellos están en el mundo pero no son del mundo (1 Juan 2:15-17). Desean encajar en la multitud, pero son como una luz en un cuarto oscuro (Mateo 5:16). En una sociedad enferma de pecado, ellos son realmente diferentes (Tito 2:14).
Ellos nos dan grandes razones para regocijarnos. En la mayoría de congregaciones, los adolescentes resaltan por su celo, asistencia fiel y canto hermoso. Muchos defienden la verdad, leen sus Biblias y tratan de traer a sus amigos a Cristo. Realmente quieren ir al cielo. Esto no es fácil, pero están listos a agradar a Aquel que murió por ellos. Ellos cumplen las palabras de Pablo para el joven Timoteo: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Timoteo 4:12).
Sin embargo, para permanecer fieles a través de los años de adolescencia, ellos necesitan apoyo firme de los padres, maestros de la Biblia, amigos cristianos, ancianos y predicadores. Necesitan respuestas bíblicas para las preguntas modernas (1 Pedro 3:15). Necesitan limitaciones y explicaciones en cuanto al pecado. Necesitan saber lo que es correcto y lo que es incorrecto, y necesitan saber por qué.
Muchas veces los cristianos adolescentes se encuentran con un amigo desconcertado que dice, “¿No vas a ir a la fiesta de promoción? ¡Este es el más grande evento de tu vida! ¿Por qué no vas a ir?”. Pacientemente, pero confiadamente, ellos pueden explicar por qué no bailan.
“No quiero poner pensamientos impuros en mi mente”.
Los adolescentes cristianos han fijado la meta de guardarse sexualmente para su futuro compañero de matrimonio. La mayoría de sus amigos no tiene esta meta—honestamente, algunos están tratando de tener tantos compañeros sexuales como puedan antes del matrimonio. Constantemente tienen pensamientos sucios; quieren tener pensamientos lascivos en cuanto a sus novias. Tienen fantasías con sus novios. Muchos de ellos incluso hablan abiertamente de sus planes de tener relaciones sexuales después de la fiesta de promoción. Para ellos, el baile es simplemente el aperitivo antes del plato principal.
Incluso la gente no-religiosa reconoce este problema relacionado al baile. La publicación norteamericana World Magazine declaró en 2001:
La temporada de promoción de este año está causando escándalo en los colegios alrededor de Norteamérica: El baile ha llegado a ser tan explícito sexualmente que algunos funcionarios le llaman sexo con ropa, y muchos quieren pararlo (“Baile Sucio”, 2001, 16[19]).
Alguien lo explicó claramente: “El baile es una expresión vertical de un deseo horizontal”. Los cristianos simplemente son diferentes. Desde luego, las mismas hormonas corren por sus cuerpos. Ellos disfrutarían del baile y el sexo tanto como cualquier otra persona, pero tienen suficiente auto-disciplina. Saben que el pecado sexual comienza por los ojos. Su Maestro les dijo, “Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:28). Saben que la lascivia no procede del Padre, sino del mundo (1 Juan 2:16), y saben que tal actividad corrompe el alma (2 Pedro 1:4).
Ellos han leído lo que Santiago dijo en cuanto a esto: “Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (1:15). Saben que es inconsistente orar, “Y no nos metas en tentación” (Mateo 6:13), y luego ir a bailar. Así que conservan sus mentes puras. Jesús les prometió, “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).
Algunos adultos lo niegan, pero los adolescentes saben que el baile se fundamenta en la atracción sexual. Los estudios psicológicos explican que el baile es una expresión del instinto sexual; la ciencia médica identifica el baile como un estimulante sexual. Incluso la Enciclopedia Británica declara, “Hasta un punto, todo baile es estimulante sexualmente” (Yust, 1953, 7:14). Los abrazos, el movimiento al ritmo de la música y el giro sugestivo no pueden evitar producir deseo sexual en las mentes de los que bailan.
Ningún jovencito sano negaría que es sexualmente estimulante ver que una jovencita mueva sus caderas y pechos sugestivamente en el baile; ¡Ellos no están hechos de piedra! ¿Qué pensaríamos si viéramos a un hermano y su hermana, o a una madre y su hijo, bailando al “estilo de la promoción”? Probablemente diríamos, “¡Eso es horrible!”. Este estilo de baile realmente se originó en los burdeles de Suramérica y estimula el acto sexual.
Jesús usó una ilustración gráfica de la seriedad de evitar el pecado:
Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego (Mateo 18:8-9).
Nosotros podemos parafrasearlo de esta manera, “Es mejor ir al cielo sin haber ido al baile de promoción, que habiendo ido, ser lanzado al infierno de fuego. Los adolescentes cristianos son lo suficientemente honestos para admitir que el baile pondría pensamientos sexuales—lascivia—en sus mentes. Ellos no quieren tener parte en lo que Pablo dijo que evitará la entrada al cielo (Gálatas 5:19-21).
“No quiero causar que mi novio o novia sienta lascivia”.
Los adolescentes cristianos también reconocen su responsabilidad de ayudar a sus amigos a evitar el pecado. No debemos ser piedra de tropiezo (1 Corintios 8:11-13; 10:32). Los verdaderos amigos se fortalecen a sí mismos en Dios (1 Samuel 23:16). Si un novio y su novia no pueden glorificar a Dios juntos, entonces no deberían permanecer juntos (Salmos 34:3; 1 Corintios 10:31).
¿Qué tiene que ver esto con el baile? En dos estudios individuales, el 80% y el 93% de jovencitos dijeron que tenían pensamientos sexuales mientras bailaban con sus novias. Causar que otros pequen es algo grave.
Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos…que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar (Mateo 18:6).
La palabra “baile” se encuentra 27 veces en la Biblia. La mayoría de veces simplemente significa “saltar arriba y abajo con gozo”—como cuando David “danzó” ante el arca cuando lo llevaba de regreso a Jerusalén (2 Samuel 6:14,16; cf. Éxodo 15:20; Salmos 149:3-4). Esto sería similar a la manera en que actuamos cuando vemos que nuestro equipo favorito gana. No hay nada de malo en saltar y gritar con gozo.
En otras ocasiones, se usó para hacer referencia a los hombres y mujeres que bailaban juntos—a lo cual nos referiremos hoy con la palabra “baile”. ¿Sabías que cada vez que los hombres bailaron con mujeres en el Nuevo y el Antiguo Testamento, tal acción fue condenada? Por ejemplo, Moisés se airó grandemente al descubrir que el pueblo había hecho un becerro de oro y bailaba alrededor de la imagen mientras él estaba en el Monte Sinaí (Éxodo 32:7,19,25). En el Nuevo Testamento, la hija de Herodías bailó ante Herodes y causó que él hiciera una promesa motivada por la lascivia (Mateo 14:6-7).
“No quiero dañar mi influencia con otros”.
Los jóvenes cristianos que se han esforzado grandemente por tener buenas reputaciones no quieren dañarlas por un evento. Para ellos, un buen nombre vale más que unas pocas horas de diversión social (Proverbios 22:1). Vale más que la popularidad que viene con el compromiso, y el placer temporal que viene con el pecado (cf. Proverbios 11:21; Eclesiastés 2:9-11; Hebreos 11:24-26). Los jóvenes que se ponen en pie por Cristo son los que guían a otros a Cristo (cf. 1 Pedro 3:1-2). Son luces en los montes que no pueden ser ocultadas (Mateo 5:14). La influencia positiva de sus compañeros es más poderosa que la presión negativa del mundo (2 Corintios 3:2).
Por otra parte, los cristianos que pecan—de cualquier edad—dañan la reputación de la iglesia (3 Juan 9-11) y causan náuseas a Cristo (Apocalipsis 3:15-17). Cuando los amigos ven que alguien que declara ser cristiano se involucra en la atmósfera lasciva del baile, menosprecian a la iglesia y sus líderes. ¿Quién pudiera imaginar honestamente a Cristo bailando en una fiesta de promoción? (cf. 1 Pedro 2:21-22).
Para algunos, la fiesta de promoción es un rito de derecho. Se le considera un punto de cambio, un medio-paso a la adultez o una prueba de madurez y responsabilidad. Los cristianos tienen una perspectiva diferente. No hay nada erróneo en vestir como un adulto, usar algo de maquillaje, arreglarse las uñas y el cabello, comprar un vestido o rentar un terno, o incluso quedarse afuera después de cierta hora.
Sin embargo, la Biblia dice que se puede juzgar a un árbol por sus frutos (Mateo 7:16). Estadísticamente, algunas de las peores cosas que suceden a los adolescentes, les suceden en la noche de promoción, la noche de graduación y la noche de clausura: embarazos, conducción en estado etílico, accidentes automovilísticos, violación y muchas otras cosas más. El cristiano no debería tener parte en ninguna de las actividades pecaminosas asociadas con la promoción. La lascivia, la vestimenta inmodesta, la vanidad, el orgullo, el derroche de dinero, la embriaguez y el alquiler del cuarto de hotel para tener relaciones sexuales pueden hacer que alguien se sienta mayor, pero no transforman a nadie en un adulto. En cambio, tales acciones muestran inmadurez espiritual.
En algunas áreas, las fiestas de promoción están perdiendo popularidad como los banquetes están llegando a ser menos populares. En algunas escuelas, se puede asistir a un banquete que se realiza separadamente del baile. Algunas congregaciones tienen eventos alternativos para los jóvenes que no van a la fiesta de promoción. En estos eventos, los jóvenes pueden disfrazarse, disfrutar tiempo juntos con sus amigos sin un ambiente pecaminoso. Nuestros adolescentes pueden divertirse, siempre y cuando no se involucren en el pecado.
Jóvenes, defiendan el cristianismo frente a sus amigos. ¡Vivan como si Cristo hubiera muerto ayer y estuviera regresando mañana!
Referencias
“Baile Sucio” [“Dirty Dancing”] (2001), World Magazine, 19 de mayo, en http://www.worldmag.com/articles/4993.
Yust, Walter (1953), Enciclopedia Británica [Encyclopaedia Britannica] (Michigan: University of Michigan).
Derechos © 2017. Traducción por Moisés Pinedo. Título original en inglés, “You’re Not Going to the Prom?”, por www.housetohouse.com; folleto.