¿Indica Mateo 11:2-6 que Juan el Bautista perdió su fe en Jesús como el Mesías?
Resumen | Juan acudió a la fuente correcta en el tiempo de duda, y el Señor nunca lo reprendió por buscar tal confirmación de su fe. |
Al tener en cuenta que Juan el Bautista había recibido información divina de la identidad de Jesús como Aquel que bautizaría con el Espíritu Santo (Juan 1:32-33), y que él mismo había dado testimonio de que Jesús era «el Hijo de Dios» (vs. 34) y «el Cordero de Dios» (Juan 1:29, 36), es inesperado leer que, mientras estaba en la cárcel, comisionara a dos de sus discípulos para ir a preguntar a Jesús si Él era realmente el Cristo. ¿Por qué lo hizo?
Algunos intérpretes han sugerido que la indagación del profeta fue por el bien de sus discípulos en vez del suyo, y que «Juan pensó que enviarlos a Jesús sería la forma de llegar a buenos términos. Pero en cuanto a Juan mismo, él no dudaba. Él sabía que Cristo era el Salvador del mundo; […] lo sabía desde que estaba en el vientre de su madre».[1] Esta también fue la posición antigua que Crisóstomo defendió firmemente en sus homilías sobre el evangelio de Mateo.[2]
Sin embargo, aunque esta posibilidad es completamente plausible, y no puede ser descartada por el contexto inmediato o remoto, la interpretación natural del texto parece favorecer a la conclusión de que hubo cierta confusión o duda en el profeta. Tal duda de ninguna manera indica incredulidad atea (cf. Marcos 9:24), ni tampoco descarta la veracidad del testimonio previo que Juan había presentado en cuanto a Jesús. Lo cierto es que los siervos fieles de Dios no han estado exentos de la duda o confusión. Por ejemplo, Job confundió el rol de Dios en su sufrimiento (Job 7:20), Gedeón dudó del favor y amor de Dios para con Su pueblo (Jueces 6:13), Elías dudó de la protección divina para con Sus profetas (1 Reyes 19), y todos los apóstoles decepcionados se sumergieron en la duda, la desesperación y el temor cuando su Salvador fue clavado en una cruz y finalmente puesto en una tumba fría (Mateo 26-27). Entonces, no es una sorpresa que también Juan, aunque siendo el más grande profeta nacido de mujer (cf. Lucas 7:28), hubiera experimentado duda o confusión en algún punto de su carrera profética.
Se puede especular algunas razones para la posible confusión o duda del profeta.
Tal vez la «oscuridad» (el sufrimiento) de la prisión había dificultado que, en tal tiempo, Juan viera claramente a Jesús como la Luz del mundo (Juan 8:12). El sufrimiento, la presión o la incertidumbre puede conmover la firmeza del siervo más osado (cf. Mateo 26:30-35, 69-75; Hechos 18:9-10; Gálatas 2:11-21).
Tal vez Juan esperaba que, ya que él era el pregonero del Mesías (Juan 1:23), el Mesías ya hubiera hecho algo para liberarlo de la cárcel; sin embargo, parecía que Jesús no tenía intenciones de hacerlo. El elogio de Jesús para Juan, inmediatamente después de la partida de los discípulos del profeta (vss. 7-19), aclara que el Mesías no era indiferente al ministerio, carácter y sufrimiento de Su mensajero valiente.
Tal vez, así como en el caso de los apóstoles (cf. Hechos 1:6) y los judíos en general, había expectativas terrenales equivocadas en el enfoque del profeta en cuanto al reino mesiánico —expectativas que Jesús no estaba cumpliendo, o al menos, que no estaba cumpliendo completamente—. El reporte de un Mesías que come y bebe, y que es amigo de publicanos y pecadores (Mateo 11:19; Lucas 7:34), pudo haber dejado perplejo a este profeta de vida austera (Mateo 3:4; 11:18; Lucas 7:33); la dilación aparente del empleo del hacha divina que ya estaba «puesta a la raíz de los árboles» (Mateo 3:10), pudo haber provocado ansiedad en este anunciador del juicio venidero; o la carencia de aspiración al trono davídico físico (cf. Juan 6:15)[3] pudo haber desorientado a este precursor mesiánico. Simplemente, no podemos saber con certeza lo que probablemente hubiera causado confusión en el corazón del profeta, pero podemos suponer que algo en el reporte que Juan recibió en cuanto a Jesús (Mateo 11:2) no calzaba con sus expectativas mesiánicas.
Además, se debe considerar que el mesiazgo de Jesús, especialmente al comienzo de Su ministerio, fue generalmente una verdad deducida más que una verdad declarada. Pocas veces Jesús declaró abiertamente ser el Mesías (Lucas 22:66-68; cf. Juan 4:25-26; Marcos 14:61-62), y en ocasiones incluso prohibió que los creyentes (e. g., Mateo 16:20; Marcos 9:9), como también los espíritus inmundos (cf. Marcos 1:34; 3:11-12), promovieran o delataran Su identidad mesiánica. Desde luego, esto se debía a que, al comienzo de Su ministerio, Su tiempo todavía no había llegado (cf. Juan 7:1-8). Pero el punto es que esta falta de publicidad mesiánica de Su parte también pudo haber desconcertado a Juan el Bautista.
CONCLUSIÓN
Juan el Bautista pudo haber indagado en cuanto a la identidad mesiánica de Jesús a favor de sus discípulos, o pudo haberlo hecho para recibir confirmación de su propia fe. En todo caso, él acudió a la fuente correcta en el tiempo de duda, y Jesús nunca lo reprendió por buscar tal confirmación. Por otra parte, Jesús no le ofreció una respuesta directa (tal vez con la intención de evitar conflicto prematuro en cuanto a Su identidad al comienzo de Su ministerio),[4] sino dirigió la atención del profeta a Sus palabras y obras que cumplían la descripción mesiánica (cf. Isaías 61:1-3). Juan el Bautista no hubiera tenido problemas en llegar a la conclusión correcta en cuanto al mesiazgo de Jesús después de recibir el testimonio de sus discípulos.
[1] Hugh Latimer, Sermones y cartas selectas [Select sermons and letters] (Philadelphia, PA: Paul T. Jones, 1842), 278.
[2] «Las homilías de san Juan Crisóstomo», Mateo XI. 1, en Padres nicenos y posnicenos [Nicene and post-nicene fathers], ed. Philip Schaff (Grand Rapids, MI: Eerdmans), 1-10:233-235.
[3] Es cierto que este evento sucede después de la muerte de Juan el Bautista, pero Jesús nunca aspiró a un trono físico, y esta falta de aspiración pudo ya haber sido aparente al comienzo de Su ministerio.
[4] Vea Moisés Pinedo, «No digas a nadie nada», EB Global, 2021, https://www.ebglobal.org/articulos-biblicos/no-digas-a-nadie-nada.
Publicado el 1 de julio de 2024 en www.ebglobal.org.