¿Tiene apetito?

Resumen

Así como los niños necesitan nutrición adecuada para vivir, nuestra alma necesita el alimento de la Palabra de Dios.

[D]esead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor (1 Pedro 2:2-3).

Frecuentemente el Nuevo Testamento usa el concepto del hambre y la sed como una analogía para la actitud que debemos tener en cuanto a la Palabra de Dios. Se sabe que uno de los esfuerzos más vitales de la vida humana es la provisión de alimento y agua para sostener el cuerpo. Así como el cuerpo no puede vivir sin nutrición física, el alma no puede vivir sin nutrición espiritual. Jesús vino como la fuente de esa nutrición espiritual sin la cual ningún alma puede vivir (Juan 4:5-14; 6:22-59). En Su ministerio terrenal, garantizó que los que tienen hambre y sed de justicia serán satisfechos (Mateo 5:6). La clave es asegurarnos de tener apetito adecuado de la justicia de Dios.

Como Pedro declaró, esta hambre y sed debería ser comparable al deseo que un recién nacido tiene de la leche de su madre (1 Pedro 2:2-3). Todos los que han visto a un bebé con hambre pueden entender el grado de intensidad que esta comparación requiere de nosotros en cuanto a nuestro deseo de la Palabra. Nada satisfará a ese bebé hasta que sea saciado con la leche de su madre. De la misma manera, nada satisfará al alma hambrienta hasta que sea saciada con la Palabra de Dios. Si el bebé pierde su interés de la leche de su madre, los que cuidan de él se preocuparán y rápidamente se asegurarán de que el bebé reciba la ayuda que necesita para restaurar su apetito. Lo mismo sucede en el caso de los adultos que pierden el apetito: esto indica que hay un problema interno. Este concepto también se aplica espiritualmente a los hijos de Dios: se debería hacer algo inmediatamente cuando se pierde el apetito de la Palabra de Dios, y otros también deberían ofrecer ayuda cuando ven que esto sucede con un hermano en Cristo.

Así como es imposible que los niños crezcan sin nutrición suficiente, es imposible que nuestra alma crezca sin el alimento espiritual que el Señor provee. Este es un proceso que se desarrolla y cambia con el tiempo, así que debemos adaptar nuestra dieta con el paso del tiempo. Los niños comienzan consumiendo leche, hasta que se desarrollan al punto en que necesitan comida sólida. Los hijos de Dios comienzan con la leche de la Palabra, hasta los principios más profundos de la voluntad de Dios (1 Corintios 3:1-3; Hebreos 5:11-6:2). Así como no hay atajos en el desarrollo físico de un niño, no hay atajos en nuestro desarrollo espiritual.

Otro punto al cual debemos dar atención equivalente es la importancia de consumir la dieta adecuada. Note que Pedro instruyó a desear la leche «no adulterada» de la Palabra; la idea es de algo que no está mezclado con elementos ajenos. Esto es importante, pues en el mundo religioso hay una mezcla de ideas que se añade a la leche de la Palabra. Así como nunca alimentaríamos a nuestros hijos con leche adulterada (o alimento adulterado), tampoco deberíamos ingerir alimento espiritual adulterado. Esto demanda que inspeccionemos cuidadosamente el alimento que nuestra alma consume (cf. Mateo 7:15-20; Juan 6:53-58; 8:31-32; Hechos 17:11).

¿Tiene apetito?