La Construcción del Templo

Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto, como había ordenado Dios cuando dijo a Moisés que lo hiciese conforme al modelo que había visto. El cual, recibido a su vez por nuestros padres, lo introdujeron con Josué al tomar posesión de la tierra de los gentiles, a los cuales Dios arrojó de la presencia de nuestros padres, hasta los días de David. Este halló gracia delante de Dios, y pidió proveer tabernáculo para el Dios de Jacob. Mas Salomón le edificó casa; si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta: El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿O cuál es el lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas cosas? (Hechos 7:44-50).

Es difícil imaginar la grandeza del templo de Salomón. Se lo construyó de piedras talladas y se lo cubrió con el mejor cedro del mundo. El oro que se utilizó en su construcción pesaba al menos 3,750 toneladas, y la plata pesaba 10 veces más (1 Crónicas 29:7). ¡Solamente estos elementos tendrían el valor actual de aproximadamente $170,000,000,000! ¿Por qué Salomón empleó tanto en la construcción de un solo edificio? Lo hizo a causa de su gran respeto por Dios, ya que estaba construyendo esta maravillosa casa en Su honor. Este sería el lugar donde los hijos de Israel vendrían por generaciones a adorar al único Dios verdadero. ¿Cómo se pudiera considerar algún gasto como excesivo o derrochador? Cuando David apartó muchas de estas provisiones durante su gobierno, dijo, “Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos” (1 Crónicas 29:14). Él incluso instruyó a su hijo a añadir a las provisiones que él había juntado (1 Crónicas 22:14).

Cuando consideramos lo que David, Salomón y sus súbditos estuvieron dispuestos a dar para el servicio a Dios, ¿qué pensamos en cuanto a lo que damos para Dios? Solamente le damos lo que es de Él. ¿Es posible que le demos demasiado? Si entendemos cuánto Dios nos ha bendecido, será casi imposible que dejemos de dar. Moisés tuvo que prohibir al pueblo que trajera más ofrenda para la construcción del tabernáculo, ya que ellos habían traído “mucho más” (Éxodo 36:5-7). Pablo dijo que las iglesias de Macedonia habían dado “más allá de sus fuerzas” (2 Corintios 8:3) ya que “a sí mismos se dieron primeramente al Señor” (vs. 5). ¿Es esta una característica de nuestra ofrenda? ¿Es una característica de nuestra adoración? Salomón trajo lo mejor de Israel ante Dios. ¿Cómo podríamos traer algo menos que eso?