Lo que Quiero Hacer

No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre (Juan 5:30).

Las Escrituras están llenas de ejemplos de hombres y mujeres que vivieron sin considerar en absoluto la Palabra de Dios, y el fin de ellos siempre fue el mismo. Podemos considerar al Rey Acab, quien fue a la guerra con Siria—a pesar de las advertencias que Dios expidió a través de Micaías; Acab murió en aquella batalla así como el profeta había predicho (1 Reyes 22). Cuando Jeremías envió advertencia al Rey Joacim para que se arrepintiera de sus malos caminos, el rey cortó el rollo en pedazos y lo quemó (Jeremías 36). Debido a este desafío, Dios pronunció juicio sobre el rey y Judá (vss. 30-31). El Rey Sedequías no quiso obedecer el consejo para rendirse al rey de Babilonia, y como resultado, no solamente perdió la ciudad de Jerusalén en manos de los caldeos, sino también a sus hijos, sus ojos y su libertad (2 Reyes 25:4-7). Dos de estos reyes habían requerido saber la voluntad de Dios, pero cuando se dieron cuenta que la voluntad de Dios difería de su propia voluntad, rechazaron someterse. Entonces, ¿por qué incomodarse en consultar la voluntad de Dios en absoluto?

Adicionalmente, tenemos a hombres como Jehú. Jehú estuvo más que dispuesto a oír la palabra de Dios siempre y cuando le agradara. Cuando Eliseo envió a un joven a ungir a Jehú para que fuera el siguiente rey de Israel y matara a la familia de Acab, Jehú estuvo feliz de cumplir la voluntad de Dios (2 Reyes 9). Al reclamar celo de Dios como su motivación (2 Reyes 10:16), Jehú mató a la reina idólatra de Acab, a todos los hijos de Acab y a todos los adoradores de Baal que pudo reunir en un solo lugar. “Mas Jehú no cuidó de andar en la ley de Jehová Dios de Israel con todo su corazón, ni se apartó de los pecados de Jeroboam, el que había hecho pecar a Israel” (2 Reyes 10:31). Dios usó a Jehú para sentenciar a la casa de Acab, pero al final fue claro que este hombre solamente estuvo interesado en cumplir la voluntad de Dios cuando tal voluntad estaba en armonía con la suya.

¿Qué acerca de nosotros? Hay algunos que están muy felices de confesar a Jesús (siempre y cuando esto sea conveniente), pero rechazan someterse al bautismo para perdón de pecados (Hechos 2:38). Ellos desean adorar a Dios, pero solamente según sus términos y maneras. Honran la mayoría de los deseos de Dios sobre la conducta personal, pero no cuando se trata de la vestimenta modesta. Se puede medir mejor nuestro amor por Dios en situaciones en que la voluntad de Dios se encuentra en conflicto con la nuestra. Incluso el incrédulo puede hacer la voluntad de Dios cuando le conviene, pero solamente un verdadero hijo de Dios hará la voluntad del Padre cuando no es conveniente. ¿La voluntad de quién está haciendo?