No se puede juzgar a un libro por su cubierta

Resumen

Debemos ser compasivos con los demás, pues, aunque podemos ver lo exterior de ellos, no podemos conocer su interior.

El autor y comediante Robin Williams murió el 11 de agosto de 2014. Los investigadores encontraron una correa alrededor de su cuello y cortes profundos en su brazo izquierdo; él tenía sesenta y tres años. Aunque algunas de sus películas eran inapropiadas y su humor podía ser vulgar, él también podía ser muy gracioso. Pero lo que sucedía dentro de su cabeza (sus pensamientos) y su corazón no era una broma. Él estaba sufriendo dentro de sí.

Pablo escribió: «Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno» (Romanos 12:3). El autoengaño es la forma de engaño más letal. Podemos engañarnos a nosotros mismos y a otros. Lo que se percibe exteriormente no siempre armoniza con lo que hay en el interior.

Tal vez usted ha conocido a personas en la escuela o la universidad que eran consideradas atractivas, atléticas o incluso populares, pero que, internamente, eran personas solitarias, resentidas o incluso llenas de odio. El mundo de Hollywood es un ejemplo principal de este estilo de vida. Exteriormente, muchos famosos parecen ser gente feliz, especialmente cuando se presentan en la televisión para recibir sus premios. Pero, privadamente, muchos de ellos son adictos a las drogas, tienen matrimonios disfuncionales, son profundamente egoístas, tienen trastornos de alimentación, viven como marinos empedernidos y están continuamente a un paso de la muerte.

Sin embargo, tal hipocresía no les afecta solamente a ellos; frecuentemente la gente común también cae en el mismo error. Yo he vivido en el extranjero por más de siete años, y puedo decir que los seres humanos no somos realmente diferentes en este punto. Podemos tener un lenguaje diferente, lucir de manera diferente, tener niveles diferentes de educación y economía, actuar, pensar y hablar de manera diferente, pero en realidad, tales diferencias son solo superficiales. Detrás de la apariencia externa, somos como los demás; tenemos las mismas debilidades y podemos caer en las mismas tentaciones.

Por esta razón, Pablo aconsejó que debemos reconocer que hemos recibido la gracia de Dios y evitar la evaluación personal exagerada. En realidad, debemos pensar sobriamente en cuanto a la medida de fe que Dios nos ha otorgado. Al mismo tiempo, debemos considerar a otros con gracia y compasión, pues, aunque podemos ver la «cubierta» de la gente, no podemos saber lo que hay en sus «páginas» (su corazón o mente).