«¿Realmente, papá?»

Resumen

Instruyamos a nuestros hijos diariamente para que ellos puedan distinguir la verdad de Dios de las mentiras de Satanás.

En mi hogar, he sido «comisionado solemnemente» con la tarea de acostar a mis hijas en la noche. Esta no es una tarea fácil, pues la «orden principal» es calmarlas en vez de «avivarlas» más. Durante los años, esta tarea llegó a ser más desafiante ya que una de las historias favoritas de mis hijas era: «Las aventuras de papá». Sí, debo confesar que ha sido una lucha constante contener mis emociones al contar estas historias ya que…, bueno, al final, «¡yo estuve allí!».

«Papá, ¿puedes contarnos de la vez que viajaste a la luna y pusiste la bandera peruana allí?» (a propósito, ¡antes de los norteamericanos!).

«Papá, ¿puedes contarnos de la vez que venciste a un dragón sin ningún arma?».

«Papá, ¿puedes contarnos de la vez que derribaste al mismo tiempo todos los bolos en dos pistas al partir una bola de boliche en mitad?».

Mis hijas disfrutaban estas historias que contaba dramáticamente, y pronto me pusieron en aprietos para inventar historias más extravagantes (mientras a la vez trataba de evitar que el ruido llegara al otro lado de la casa). Mis hijas que tenían más edad sabían que estas eran historias inventadas, pero las pequeñas pueden haberse sentido confundidas en ocasiones.

Un día, una de mis hijas (de alrededor de cinco años en tal tiempo) se acercó y me preguntó: «Papá, ¿realmente fuiste el jugador más alto en tu equipo de baloncesto?». Yo solamente mido algo de 1.70 metros; sin embargo, esto era en Perú, y sí, aunque no lo crea, ¡yo era el jugador más alto de mi equipo!

Los niños viven en un mundo de fantasía; les gustan los cuentos de hadas y las historias de súper héroes. Los padres saben esto y usualmente alimentan tal fantasía con historias divertidas que crean lazos fuertes y recuerdos perdurables. Pero hay momentos en que las fantasías deben llegar a su fin y los niños deben aprender a analizar los hechos (1 Juan 4:1).

¿Cómo estamos instruyendo a nuestros hijos? ¿Pueden nuestros hijos distinguir lo bueno de lo malo (Isaías 5:20)? ¿Pueden distinguir una broma de una mentira (Proverbios 26:19), el matrimonio de la fornicación y el adulterio (Hebreos 13:4), la verdad de la creación sobrenatural de las mentiras de la evolución naturalista (Génesis 1), las relaciones aprobadas por Dios de las pasiones vergonzosas (Romanos 1:26-27), o los «derechos de las mujeres» del derramamiento de sangre inocente del aborto (Proverbios 6:17)? ¿Pueden distinguir la Palabra de Dios de la palabra que Él no ha declarado (Levítico 10:1; Deuteronomio 18:22; 1 Corintios 14:37-38)?

¡Instruyamos a nuestros hijos diariamente para que conozcan a Dios y Su Palabra (2 Timoteo 3:15)!