Una mejor versión de usted

Resumen

Los problemas llegarán, pero si nuestros corazones son puros y nuestra confianza está en Dios, podremos superarlos.

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos (Mateo 5:3-10).

Hoy hay muchas clases de libros de autoayuda. Hay libros que garantizan cambiar al hijo rebelde por medio de respuestas memorizadas y consecuencias prescritas. Hay programas electrónicos que puede comprar para «aprender» un idioma en solo diez días, sin ningún libro de texto o todo el trabajo de memorización que causa frustración. Se garantiza que puede perder seis pulgadas de cintura en seis semanas sin ejercitarse o cambiar su dieta. Afortunadamente, muchos de nosotros hemos aprendido a sospechar de tales declaraciones. Uno de los problemas principales de los libros de autoayuda es que tienen un enfoque de cambio de lo externo a lo interno. Si su hijo discute constantemente con usted y no escucha lo que dice, tal vez es porque usted está usando las palabras equivocadas; use palabras nuevas. Si no puede aprender un nuevo idioma, el problema no tiene que ver con usted; debe ser la técnica. La idea es que usted puede manipular su ambiente y a la gente que lo está limitando para que finalmente pueda alcanzar su potencial completo y permitir que otros vean cuán exitoso es. Este era el enfoque de los escribas y los fariseos, pero Jesús refutó tal enfoque equivocado en Su famoso sermón del monte. Realmente, el cambio eficaz no comienza afuera, sino comienza adentro y se extiende hacia afuera.

En vez de simplemente tratar de controlar el comportamiento externo, debemos cambiar el corazón que produce tal comportamiento. No es suficiente evitar el homicidio del prójimo con quien estoy enojado, sino necesito un corazón que busque la reconciliación con él (Mateo 5:21-24). No es suficiente abstenerse del adulterio, sino necesito un corazón que evite la lascivia en primer lugar (5:27-30). No es suficiente cumplir los juramentos que hago ante otros, sino necesito un ejemplo de vida que cause que otros confíen en mí sin tener que hacer ningún juramento (5:33-37). No es suficiente no hacer daño a los que no me han hecho daño, sino necesito un corazón que incluso soporte el agravio (5:38-42). No es suficiente que me sienta obligado a amar a mi prójimo, sino necesito un corazón que demuestre amor incluso por mis enemigos (5:43-48). Jesús dijo: «Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos» (Mateo 5:20). Esto no quiere decir que nuestras acciones externas excederán las demostraciones externas de los fariseos, sino significa que los motivos de nuestra justicia nos guiarán a buscar la honra de Dios en vez de la honra personal. Tal meta producirá un corazón saludable, y por extensión, una fe y religión saludable.

Cuando el corazón es saludable, el cuerpo mostrará señales de bienestar. Haremos buenas obras, pero no para que los hombres nos alaben (6:1-18). Por ende, nuestras oraciones y nuestras limosnas serán hechas en lo oculto, y aunque podemos no recibir la aprobación que otros reciben, recibiremos la aprobación de Dios. No nos preocuparemos de las cosas que están fuera de nuestro control ya que hemos encomendado nuestros corazones a Aquel que reina sobre todas las cosas (6:19-34). Aunque nos ayudaremos mutuamente en nuestras debilidades, no nos juzgaremos injustamente, ya que todos tenemos nuestras propias debilidades (7:1-5). Las lluvias y los vientos de la vida todavía llegarán, pero si nuestros corazones son saludables, podremos sobrellevar tales adversidades (7:24-27).