Nuestra batalla espiritual: Las divisiones

Resumen

No hay lugar en la iglesia del Señor para la división, así que los cristianos debemos luchar ardientemente contra ella.

— Lectura bíblica recomendada: Marcos 3:22-25

Introducción

I. Se conoce muy bien el dicho: «Unidos, vencemos; divididos, caemos».

II. Satanás usa la táctica de la división en toda área de la relación humana: en el hogar, el trabajo, la política, la iglesia, etc. Por tanto, debemos estar preparados y unidos en la voluntad y enseñanza de Dios.

Exposición

I. El aborrecimiento divino de la división.

A. En Proverbios 6:16-19, vemos siete prácticas que Dios considera «aborrecibles». La práctica que culmina la lista es «el que siembra discordia entre hermanos».

B. Este aborrecimiento es el fundamento de las constantes advertencias contra aquellos que causan división:

1. Los que causan división son egoístas y mundanos, están desprovistos del Espíritu y no pueden recibir el alimento sólido de la Palabra de Dios (Romanos 16:18; Judas 19; 1 Corintios 3:1-4).

2. Por esta razón debemos apartarnos de ellos (Romanos 16:17; 2 Tesalonicenses 3:14-15; Tito 3:10-11).

3. Los que siembran división no heredarán el reino de Dios (Gálatas 5:19-21).

II. Los peligros de la división.

A. La división es un peligro interno claro y presente para el pueblo de Dios (Gálatas 5:15).

1. Un reino dividido no puede permanecer (Marcos 3:24).

2. Tampoco puede hacerlo la familia dividida (Marcos 3:25).

B. No solamente la división es un peligro para los que pertenecen al reino, sino también es una piedra de tropiezo para aquellos que quieren ser parte de él y ser salvos (Juan 17:20-23; Romanos 2:23-24).

III. La manera de prevenir y vencer la división.

A. Como en el caso de cualquier enfermedad, «la prevención es mejor que la cura».

B. Esto demanda que nos cuidemos de los problemas potenciales (Hechos 20:28-30; 1 Tesalonicenses 5:6-8; 1 Pedro 5:8).

C. Tanto en la prevención y en la cura de la división, debemos tener la actitud correcta: humildad, benignidad, paciencia, perdón, etc. (Efesios 4:1-3; Filipenses 1:27; 2:1-4).

D. En pocas palabras, debemos esforzarnos por tener el sentir de Cristo (Filipenses 2:5-11).

Conclusión

I. No hay lugar en el cuerpo de Cristo para la división, así que debemos luchar firmemente contra ella.

II. Este no es un ruego a favor de alguna unidad que ignora el error (cf. 1 Corintios 11:18-19), sino es un ruego para estar unidos en la revelación de la voluntad del Señor (1 Corintios 1:10-13).