No quiero saber nada de la religión organizada
Resumen | La iglesia de Jesús ofrece algo único. En vez de abandonar la religión, busque a una congregación de la iglesia verdadera. |
Escándalo, abuso, confusión, avaricia, mentiras, peleas, conflicto, hipocresía.
Lo entendemos. ¿Por qué alguien quisiera estar afiliado a la religión organizada? Si es de tan poco beneficio para aquellos que la profesan, ¿cómo pudiera ayudarme?
Algunos deciden apartarse completamente de la religión y abandonar la fe en Dios, la Escritura, la iglesia y el cielo. Creen que la iglesia causa confusión y daño, o que por lo menos no tiene sentido o es anticuada.
El 59% de la gente de 18-29 años que tiene antecedentes cristianos ha abandonado la religión. Para ellos, la iglesia es irrelevante, sus miembros son hipócritas, críticos y autojustificados; frecuentemente, los líderes religiosos fracasan moralmente. La iglesia llega a ser otra institución organizada en la cual los postmodernistas no confían.
A los cristianos tampoco les agrada la hipocresía. No excusamos el mal comportamiento de los charlatanes o los hipócritas. Las iglesias falsas que establecen reglas que Dios nunca ha requerido (como el celibato) ponen a los líderes en la ruta al fracaso moral. Los miembros falsos que abandonan la doctrina de Dios pronto también abandonan Su moralidad.
Sin embargo, los títulos noticieros sensacionalistas no representan a la vasta mayoría de gente religiosa. Los cristianos sinceros no declaramos ser perfectos ni ignoramos que el pecado pueda encontrarnos, pero tratamos sinceramente de vivir según la Escritura. No tenemos motivos ocultos en la predicación, el evangelismo o las actividades de la iglesia. Esperamos el cielo, tememos el infierno, y simplemente queremos que la gente esté lista para el Juicio Final.
Otros, a quienes la religión moderna ha ofendido, tienen un enfoque neutro. Ellos quieren ser espirituales, pero no religiosos. De los 22 millones de norteamericanos que dejan a la iglesia debido a problemas con la fe o las relaciones, muchos todavía se consideran cristianos. Ellos oran, leen la Escritura, ven programas religiosos y ayudan a las causas buenas, pero no son parte de una iglesia. Ellos han abandonado la religión organizada para tomar su propio rumbo.
Dejar a una iglesia debido a circunstancias malas no quiere decir que se deba dejar a la iglesia completamente. Muchos que han abandonado a una iglesia están considerando nuevamente el cristianismo verdadero del Nuevo Testamento. Es posible encontrar una buena iglesia. El cristianismo sincero es tan diferente a la religión corrupta como lo es un cirujano hábil que salva vidas a un vendedor de aceite de culebra.
Aquí hay tres razones para no dar la espalda al cristianismo bíblico.
1. La iglesia es el lugar donde nos conectamos con Dios según Sus términos
Los humanos fueron hechos para ser compañeros de la Deidad (Génesis 1:26; 3:8). Cuando el hombre pecó en el Edén, esa conexión fue interrumpida (Génesis 3:6-7,24; Isaías 59:1-2). Dios es santo, y la santidad demanda la separación del pecado. Dios es justo, y la justicia demanda el castigo. Dios también es misericordioso y quiere perdonar al hombre. Por ende, aquí se tiene el dilema divino.
La única manera en que el Dios justo podía recibir al hombre era que se pagara un precio adecuado. Se puso el precio; Cristo lo pagó. Dios dio a Su Hijo para poder adoptarnos como hijos e hijas (Juan 3:16; cf. 2 Corintios 5:21; 8:9).
¿Qué es lo que Dios pide a cambio? Amor, adoración, gratitud, compromiso, justicia.
La iglesia nos permite la participación en la adoración que Dios quiere, de la manera en que Él lo quiere (Juan 4:24). La adoración es el medio del hombre para brindar agradecimiento y alabanza por el regalo indescriptible de Jesús (2 Corintios 9:15). La meta de la iglesia es honrar a Jesús y agradar al Padre (Juan 4:24; Colosenses 1:18; 1 Pedro 2:9).
Dios no aprueba la religión adaptada a cada persona. Se debe dar adoración a Dios como Él quiere, ya que es para Él. Escuchar a un predicador favorito mientras se hace ejercicio en el gimnasio, o cantar canciones mientras se hace los quehaceres en la casa, no puede reemplazar al canto unido a capella del domingo, la oración o la comunión con la hermandad.
Aunque el cristianismo es una religión que involucra el corazón de cada persona (Mateo 15:8; Romanos 6:17), no tiene el propósito de practicarse a solas. Se realiza una parte en secreto (Mateo 6:6), pero el discipulado no debe ser en secreto (cf. Juan 12:42; 19:38-39). La proclamación del Evangelio desde las azoteas (Mateo 10:27) se realiza adecuadamente en la asamblea pública en vez de un lugar privado.
Algunos piensan que pueden adorar según sus deseos en su propia casa, pero Dios no está obligado a aceptar los deseos del hombre. El hombre tiene el deber de seguir la sabiduría de Dios (Santiago 4:7). En el tiempo de los jueces, cada persona hacía lo que le parecía bien en su propia opinión (Jueces 17:6; 21:26), lo cual dio como resultado un tiempo oscuro en Israel. Moisés prohibió que cada judío hiciere “lo que bien le parece” (Deuteronomio 12:8). En el Nuevo Testamento, Pablo señaló: “Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios” (Romanos 10:3).
La iglesia no es un invento humano; fue la idea de Dios (Efesios 3:10-11). Él la desarrolló durante 4,000 años hasta llegar a edificarla (Gálatas 4:4-5; Hechos 2). Aunque el hombre ha pasado los últimos 2,000 años tratándola de cambiar, la iglesia original de Dios todavía está aquí. Nosotros no debemos abandonarla. La iglesia (el reino) es lo único que Dios salvará de este mundo destinado a la destrucción (1 Corintios 15:24). Nosotros debemos ser parte de ella para el tiempo en que esto suceda (Mateo 25:1-13).
2. La iglesia es necesaria para dar a Jesús la gloria que merece (Efesios 1:6; 3:21)
La iglesia no es simplemente algo a lo que los cristianos van; realmente es lo que son.
En términos bíblicos, no se puede ser cristiano sin la iglesia, así como no se puede ser soldado sin ejército o ciudadano sin país. El cristiano no puede desconectarse de la iglesia, así como un ser humano no puede desconectarse de la humanidad.
Es imposible ser un cristiano fiel sin ser parte de la iglesia de Dios ya que Dios coloca a cada cristiano en la iglesia cuando lo salva (Hechos 2:47). En tal punto, el miembro de la iglesia también es un cristiano; el cristiano es un miembro de la iglesia. En la Escritura, la salvación y la iglesia son inseparables.
En la sabiduría de Dios, reunirse con la iglesia es esencial para el crecimiento espiritual y una relación con Él (Hebreos 10:24-25; Efesios 4:12). La palabra griega para iglesia tiene la idea de congregación como su propio significado. La iglesia primitiva se reunía—de hecho, diariamente (Hechos 2:46). El Nuevo Testamento enfatiza el hecho de que la iglesia se “reúne” (Hechos 14:27; 1 Corintios 11:17-20,33; 14:23,26). Esto era una prioridad para ellos. La historia revela que ellos frecuentemente se reunían antes del amanecer o después del atardecer ya que el domingo era un día de trabajo en el Imperio Romano. Ellos perdieron trabajos, hogares y familiares; algunos incluso dieron sus propias vidas para seguir a Jesús. Si queremos ser auténticos, debemos considerar a la iglesia con más seriedad; necesitamos a la iglesia más, no menos.
Lo que es más importante, la iglesia es parte de la identidad de Jesús. La iglesia organizada es Su esposa y Su cuerpo. Él compró a este grupo de gente con Su sangre y dio a Su esposa Su nombre (Hechos 20:28; Romanos 16:16). Cuando abandonamos a la iglesia, abandonamos a Jesús.
3. La iglesia es donde recibimos lo que no podemos encontrar en el mundo
La iglesia es el almacén de las bendiciones de Dios.
En la iglesia, encontramos el poder de la predicación del Evangelio (Romanos 1:16; Hebreos 4:12). La iglesia es donde se experiencia el mensaje transformador de Cristo en su ambiente óptimo.
Ya que los servicios en línea han llegado a ser comunes, algunas iglesias descubren que su “asistencia” en línea está superando a la asistencia en sus locales. Ya no se tiene que salir de casa el domingo. La sala se convierte en el auditorio; un sofá cómodo se convierte en la banca; Facebook se convierte en el púlpito; una computadora reemplaza el canto congregacional y la comunión. La asistencia a la iglesia se convierte en otra aplicación que le permite “adorar” en comodidad y aislamiento.
Los servicios en línea son importantes para los que no pueden salir del hogar, para aquellos que están buscando una nueva iglesia, y como una herramienta de estudio durante la semana, pero no son un reemplazo para la adoración. Mirar un servicio o escuchar un sermón en línea en nuestros piyamas mientras se come cereal no es lo mismo que estar en el servicio de la iglesia. La iglesia por internet realmente no es la iglesia. No ofrece los beneficios de estar con compañeros adoradores en la presencia de Dios. No hay interacción, saludos y conversaciones amigables, no hay voces que se unan en alabanza. Estar juntos—con Dios y los demás, es el punto de la adoración (Salmos 116:14). Los cristianos no deben dejar de congregarse (Hebreos 10:25). Jesús dijo que “donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20). Esto requiere comunión cercana con gente real (Hechos 2:42). Mirar la TV como un espectador no es un sustituto adecuado para la participación como un adorador.
La predicación es el medio por el cual el poder de Dios intercepta el corazón del hombre (Romanos 1:16). Se necesita el estudio personal, pero la enseñanza, el ánimo, la corrección y el desafío también es esencial (2 Timoteo 4:2). La adoración nutre el alma (Hechos 20:32). Un hombre que asistía a los servicios de la iglesia escribió al editor de un periódico: “He asistido a los servicios de la iglesia por 30 años. Durante ese tiempo, he oído alrededor de 3,000 sermones, pero no puedo recordar ninguno de ellos. Estoy perdiendo mi tiempo, y los predicadores están perdiendo el suyo”. Esto causó controversia por una semana, pero una carta al editor puso final a la controversia: “He estado casado por 30 años. Durante ese tiempo, mi esposa ha cocinado algo de 32,000 comidas. No puedo recordar el menú completo de ninguna de ellas. Pero una cosa sé: Esas comidas me nutrieron y me dieron la fuerza que necesitaba para mi trabajo. Si ella no hubiera cocinado, ahora estuviera muerto. De igual manera, si no hubiera ido a la iglesia, ahora estuviera espiritualmente muerto”.
En la iglesia, se forjan matrimonios y familias fuertes. La iglesia completa el triángulo matrimonial conformado por Dios, el esposo y la esposa (Mateo 19:6). Reafirma la filosofía y propósito supremo que sustenta el matrimonio (Génesis 2:18-24). Permite la conexión más profunda por medio de las creencias compartidas (1 Pedro 3:1-7) y da motivación constante para la fidelidad y el trabajo de mejoramiento (1 Pedro 2:11; Hebreos 13:4; Filipenses 3:12). La iglesia es donde los niños aprenden a amar a Dios, su propósito y la moralidad saludable (Proverbios 22:6; Mateo 19:13-14).
En la iglesia, descubrimos, desarrollamos y usamos nuestros talentos (1 Corintios 12; Romanos 12:4-8), y encontramos oportunidades para servir a otros (Romanos 1:14; Gálatas 6:2). Siempre hay gente a quien ayudar, enseñar, animar y estimar (Gálatas 6:10). El enunciado “La iglesia realmente no me necesita” es tan falso como el enunciado: “Realmente no necesito a la iglesia” (cf. Lucas 10:2). La iglesia tiene programas que facilitan la ayuda a otros. Se siente bien ayudar a otros (Proverbios 22:9). Jesús prometió una bendición para el servicio abnegado (Mateo 10:42).
En la iglesia, nos conectamos con personas buenas (cf. Romanos 16:1-23). Los seres humanos somos criaturas sociales. Todos deseamos una comunidad y una familia. Todos necesitamos amistad y comunión, maestros piadosos y ejemplos buenos (Tito 2).
Cuatro de cada 10 personas sufren de soledad intensa, pero muchos de ellos no han considerado buscar conexión en la iglesia. Algo del 65% de los norteamericanos se considera cristiano, pero solamente el 47% asiste regularmente a la iglesia.
Como los granos de trigo que se unen para producir pan que sustenta la vida, los creyentes contribuyen a una congregación saludable. Todos estamos al mismo nivel en vista de la cruz; no hay grados o niveles entre aquellos que siguen al Nazareno humilde.
En la iglesia, encontramos esperanza para esta vida y el más allá. Todos buscan una razón de esperanza y un sentido de propósito. Jesús fue a preparar un lugar para nosotros (Juan 14:2).
Lo que la iglesia ofrece no se puede encontrar en ningún lugar más. Abandonar a la iglesia no es la respuesta, así que busque a una iglesia buena.
Nosotros conocemos a una que podemos recomendar.
Derechos © 2020. Traducción por Moisés Pinedo. Título original en inglés, «I’m giving up on organized religion», en House to House, 25[1]:1-3.