“¿Qué?” y “¿Cuándo?”—Una Lección Sobre la Salvación

Introducción

A. Cada persona adulta entiende la diferencia entre las preguntas “¿Qué?” y “¿Cuándo?”. La primera generalmente tiene que ver con el sujeto, la razón o la causa, mientras que la segunda está relacionada al tiempo.

B. La Biblia responde implícitamente y explícitamente las preguntas, “¿Qué?” y “¿Cuándo?” con respecto a la salvación. Es importante conocer la diferencia.

Exposición

I. ¿Qué nos salva?

A. El Nuevo Testamento frecuentemente usa los términos “perdón” y/o “remisión de pecados”, “justificación”, “santificación”, et.al., intercambiablemente con el término “salvación”. Por tanto:

1. Recibir “perdón de pecados” es equivalente a “recibir salvación” (Hechos 2:38,41,47).

2. Ser “justificado o santificado” es equivalente a “ser salvo” (Romanos 3:24; Hebreos 10:10).

B. Los que creen en la Biblia están de acuerdo que la causa de la salvación es el sacrificio de Cristo. A este regalo de Dios (Juan 3:16) llamamos “gracia”. Por ende, Pablo pudo declarar: “[P]or gracia sois salvos” (Efesios 2:4-8).

C. El Nuevo Testamento indica específicamente que la sangre de Cristo es el agente que borra las trasgresiones delhombre y le provee la salvación de su alma.

1. Jesús declaró: “[P]orque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mateo 26:28; cf. Marcos 14:24; Lucas 22:20).

2. Pablo amonestó a los ancianos en Mileto: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre” (Hechos 20:28). En Romanos 3:24-25, señaló: “[S]iendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados”. En Efesios 1:7, añadió: “[E]n quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (cf. 2:13; Colosenses 1:14).

3. Al hablar del sacerdocio mesiánico, el escritor de Hebreos dijo que Jesús, “no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención” (9:12; cf. 9:22). También señaló que “Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta” (13:12).

4. Pedro señaló que los cristianos han sido rescatados de la vana manera de vivir “con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:19).

5. Juan confirmó que la “sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7). Y en su registro de la revelación de Cristo, hizo referencia a Jesús como aquel “que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre” (Apocalipsis 1:5; cf. 5:9; 7:14).

D. El Nuevo Testamento conecta consistentemente y directamente la sangre de Cristo con la salvación. “¿Qué nos salva?”. Respuesta: la sangre de Cristo (Hebreos 9:14).

II. “¿Cuándo somos salvos?”

A. Aunque puede existir consenso en cuanto a la pregunta anterior, el mundo religioso está dividido en cuanto a esta nueva pregunta.

1. El catolicismo coloca al bautismo infantil desprovisto-de-fe entre el límite de la perdición y la salvación.

2. La idea predominante en el protestantismo es que una persona recibe la salvación al momento de confesar su “fe” en Cristo e “invitarle a entrar en su corazón”.

B. El Nuevo Testamento coloca la fe, el arrepentimiento y la confesión de Cristo en el camino que conduce a la salvación. Por tanto, los escritores del Nuevo Testamento pudieron declarar:

1. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8).

2. “Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte” (2 Corintios 7:10).

3. “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10).

C. Adicionalmente, el Nuevo Testamento coloca el bautismo en el punto culminante en que se obtiene la salvación.

1. Jesús hizo referencia al bautismo como el punto en que una persona llega a ser Su discípulo (Mateo 28:19; Marcos 16:16).

2. Pablo indicó que en el bautismo, una persona llega a ser parte del cuerpo del Cristo (1 Corintios 12:13).

3. En Gálatas 3:27, señaló que en el bautismo una persona se reviste de Cristo.

4. Pedro declaró que el bautismo es para salvación (1 Pedro 3:21).

5. Por tanto: a. En el Día de Pentecostés, se requirió el bautismo para recibir el perdón de pecados (Hechos 2:38). Lucas comentó que los que fueron bautizados, también fueron añadidos al grupo de los “salvos” (Hechos 2:41,47). b. El eunuco fue bautizado inmediatamente después de haber creído, y continuó su camino gozoso de haber obedecido al Evangelio (Hechos 8:35-39). c. El carcelero de Filipos fue bautizado poco después de la medianoche, y “se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios” (Hechos 16:32-34). d. “[M]uchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados” (Hechos 18:8). e. Y Pablo, el último de los apóstoles, fue instado con las siguientes palabras: “Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hechos 22:16).

III. ¿Por qué se recibe la salvación en el bautismo?

A. La sangre de Cristo nos salva (Hebreos 9:14). Cristo derramó Su sangre en el sacrificio de Su muerte (Mateo 27:15-50; Juan 19:34). El bautismo es el único acto en que una persona puede contactar la sangre salvadora de Cristo.

1. Pablo declaró: “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección” (Romanos 6:3-5, énfasis añadido).

2. También añadió: “[S]epultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados” (Colosenses 2:12-13).

B. Así como Dios mandó a Naamán a sumergirse en las aguas del Jordán para ser limpiado de su lepra (2 Reyes 5:10), aunque las aguas del Jordán por sí mismas no tenían el poder de sanarle (cf. 5:12), Dios manda a toda la gente a sumergirse en las aguas del bautismo (habiendo llegado en fe, arrepentimiento y confesión) para obedecer Sus preceptos y contactar la sangre salvadora de Su Hijo.