Tesoros en el Cielo

No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón (Mateo 6:19-21).

Cuando el mercado bursátil colisionó en 1929, cientos de personas cometieron suicidio, decidiendo que sus vidas no valían la pena sin sus tesoros terrenales. Después de ese desastre económico, el gobierno federal introdujo la Compañía de Seguros del Depósito Federal, que tiene la intención de garantizar el dinero que se guarda en los bancos de Norteamérica. Sin embargo, los inversionistas deben saber que este seguro solamente es tan “seguro” como el gobierno federal. ¡La buena noticia es que hay inversiones que podemos hacer que Dios mismo garantiza!

El problema con la riqueza terrenal es que se la puede perder rápidamente y fácilmente. Las criaturas que parecen inofensivas, como las polillas y termitas, pueden causar daños tremendos. Las inundaciones, los incendios, las tempestades y los terremotos pueden destruir en minutos lo que tomó años construir. Además, la riqueza terrenal no puede darnos las cosas que deseamos más. Puede comprar un seguro médico, pero no puede comprar la salud. En vez de felicidad, el deseo de las riquezas da la bienvenida a la tentación, el dolor y la destrucción (1 Timoteo 6:9-10). Como el joven rico aprendió, las riquezas terrenales frecuentemente tienen un precio muy alto (Mateo 19:21-22). La realidad es que dejaremos este mundo teniendo nada más de lo que trajimos al comienzo (Job 1:21). Recordar esto hará que consideremos las cosas según una perspectiva correcta.

Jesús dijo que debemos hacer tesoros en el cielo—el único lugar en que pueden estar perfectamente seguros. La herencia que tenemos allí nunca se desvanece (1 Pedro 1:4). Alguien puede ahorrar toda su vida para disfrutar los frutos de sus inversiones en la jubilación, pero si incluso tal persona vive para lograr eso, ¿cuánto durarán tales riquezas? En el cielo, los beneficios son eternos, ¡y no tenemos que esperar hasta los 65 años para comenzar a gozar tales beneficios (Marcos 10:29-31)! Sin embargo, así como los tesoros terrenales, las riquezas celestiales tienen un precio. El que almacena tesoros en el cielo debe estar dispuesto a abandonar lo que tiene para obtenerlas (Mateo 13:44). De hecho, debe dar su propia vida (Lucas 9:23-24). Pero las recompensas exceden grandemente el precio (Romanos 8:18).

¿Está listo para comenzar? Primero, debe abrir una cuenta. Cuando se abre una cuenta en un banco, se firma un acuerdo que bosqueja los términos en cuanto al interés, el depósito, los retiros, etc. Para abrir una cuenta en el cielo, debe hacer un pacto con Dios que Cristo sella con Su sangre (Hebreos 10:29). Esto se realiza por medio del bautismo en la muerte de Cristo (Romanos 6:3; Colosenses 2:11-13). Una vez que es parte de este pacto, puede hacer depósitos al soportar la persecución (Mateo 5:10-12), orar y hacer obras en secreto (6:1-8) y perdonar a otros (6:14-15). En breve, se almacena tesoros en el cielo cuando se pone el reino de Dios en primer lugar en la vida (Mateo 6:33).

Se vigiló las tumbas de los faraones por siglos, pero finalmente fueron abandonadas y saqueadas. Los tesoros que almacenamos para nosotros en este mundo serán destruidos un día, pero los tesoros que hacemos en el cielo son completamente seguros y nos beneficiarán eternamente. Se puede decir que la única caja fuerte segura está en el cielo. ¿Le gustaría abrir una cuenta?