En Busca de Entusiasmo

La historia de Zaqueo nos da la impresión que él era un hombre ocupado y entusiasta (Lucas 19:1-10). Es un trabajo tedioso solamente listar los verbos en el texto: “ver, correr, subir, darse prisa, descender, recibir, ponerse en pie, decir, dar y devolver”. Y también se puede ver un modificante interesante: “Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso” (Lucas 19:6, énfasis añadido). Esas seis letras hacen referencia a un cierto salto en sus pasos, una gran sonrisa en su rostro y una mano lista y extendida para ayudar a su Invitado con Su equipaje. Se puede palpar su entusiasmo incluso desde miles de millas de distancia y 20 siglos de tiempo.

Confucio dijo, “Donde quiera que vaya, vaya con todo su corazón”. Jim Elliot actualizó el lenguaje un poco: “En lo que sea que haga, dé todo de usted. Viva en la cima de cada circunstancia que crea que es la voluntad de Dios”. Halford Lucock dijo que quedó “impresionado varios años atrás cuando Eugene Ormandy se dislocó uno de sus hombros al dirigir la Orquesta de Philadelphia. No sé qué estaban tocando. No era Mozart. Tal vez Stravinsky. Pero en algún momento, ¡él dio todo de sí! Y me he preguntado, ‘¿Alguna vez me he dislocado algo—siquiera un dedo—al perseguir mis metas espirituales?”. Larry Crabb dijo, “El problema principal no es que tenemos mucha pasión por las cosas malas, sino que no tenemos pasión suficiente por las cosas buenas” (2 Reyes 10:31; 2 Crónicas 25:2; Mateo 22:5).

Debemos arriesgarnos a que nos llamen “fanáticos religiosos”. Pablo era un seguidor entusiasta de Cristo (1 Corintios 4:9-10). Cuando fue convertido, ¡abandonó un buen trabajo para llegar a ser predicador (Hechos 9)! Abandonó su posición prestigiosa para llegar a ser “nadie”—“la escoria del mundo” (1 Corintios 4:13; cf. Filipenses 3:4-7). Decidió no tener una familia para poder dedicarse a la vida misionera (1 Corintios 9:5). Sufrió hambre, sed, calor, frío, naufragio, mordedura de serpiente, apedreamiento, prisión injusta, calumnia, azotamiento público, y la tradición cuenta, una muerte de mártir (cf. 1 Corintios 11:23-28). ¿Para qué? Para ganar a Cristo (Filipenses 3:8).

Desde luego, el mundo piensa que es extraño que nuestras prioridades, metas y estilo de vida sean diferentes a los de ellos—algunas veces muy diferentes (Tito 2:14). A la gente mundana le “parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan” (1 Pedro 4:4). Eso no debería apagar nuestro entusiasmo—simplemente debería hacernos recordar que el Señor estaba en lo cierto.

¿QUÉ HARÁ EL ENTUSIASMO POR LOS CRISTIANOS?

Admiramos la agudeza de un granjero a quien se le preguntó en un interrogatorio si podía leer griego. Él contestó que no sabía ya que nunca había tratado de hacerlo. ¡¿Quién sabe lo que pudiéramos hacer por Dios si tratamos de hacerlo con entusiasmo?!

El entusiasmo da vida a las iglesias muertas.

Por dentro, el Centro Comercial de Antigüedades de Morris en Hot Springs, Arkansas, es como cualquiera de los otros centros comerciales alrededor—con olor a viejo y reliquias con polvo. Pero si mira cuidadosamente el exterior, notará que solía ser el local de una iglesia. “Si esas paredes pudieran hablar”, ¿qué historia contarían? En algún momento el entusiasmo murió. La asistencia disminuyó, las ofrendas fueron más escasas, los sermones perdieron el fervor, las Biblias fueron cerradas, los miembros dejaron de evangelizar, los jóvenes se marcharon, los ancianos murieron… En algún lugar del camino al cielo se desviaron del sendero (Apocalipsis 2:4).

Es posible invertir este proceso. Dios puede usar a alguien entusiasta—frecuentemente un predicador, otras veces un miembro dedicado—que está dispuesto a “avivar el fuego”. Otros vendrán a ver el fuego—y también sentirán el calor. Nos gusta el espíritu de los constructores de la catedral en Sevilla, España, en 1401: “¡Construyamos aquí una iglesia tan grande que aquellos que vengan después de nosotros piensen que estuvimos locos por haber soñado en esto!”. Si vamos a construir grandes iglesias (no edificaciones) para el Señor en nuestras comunidades, necesitamos un poco de esa clase de “sueño loco”. Ralph Waldo Emerson dijo, “Todos los movimientos grandes e imponentes en los anales del mundo son el triunfo del entusiasmo. Nunca se logró algo grande sin esto”.

Se elogió esta característica a través de las iglesias de Cristo en el primer siglo. Pablo usó el celo macedónico para incentivar a otras iglesias a cumplir sus responsabilidades (2 Corintios 9:2). El gran celo de Epafrodito por las congregaciones en Colosas, Laodicea y Hierápolis impresionó a Pablo (Colosenses 4:13). La carencia de entusiasmo originaba criticismo. Cuando los laodicenses se enfriaron, estuvieron en peligro de ser enviados al lugar caliente (Apocalipsis 3:15-17). “Si nos calentamos por Dios, estaremos demasiado calientes para que Satanás nos toque”.

El entusiasmo mejora el liderazgo.

Con un liderazgo entusiasta y con visión, los miembros se sienten animados a traer a sus amigos a los servicios de la iglesia, y a involucrarse en los estudios bíblicos, las visitas, la lectura de la Biblia, la oración constante, la ofrenda generosa y los programas de la iglesia. Con miembros entusiastas, los líderes se sienten animados a planificar, involucrar a los miembros en alguna fase del plan y conservar a todos enfocados en su camino al cielo. Es difícil mover el timón de un auto estacionado; pero los ancianos pueden dar dirección a una congregación entusiasta.

El apoyo de los seguidores da ánimo a los ancianos a “subir el árbol” de las misiones y los programas de construcción. El entusiasmo da fortaleza para preservar a la iglesia hasta que se alcancen las metas. El mundo del negocio sabe que “es mejor empujar que arrastrar”. El granjero sabe que un caballo Suffolk que jala un poste hasta que caiga vale mil veces más que un animal que deja de jalar tan pronto como su collar comience a apretarle.

El entusiasmo mejora la predicación.

Esperamos que algunos de los niños en la Escuela Bíblica de Vacaciones de este año un día escojan la vocación de predicación. Esperamos que algunas de las niñas en la escuela bíblica un día se casen con predicadores. Si decide ser un predicador, decida ser uno bueno. Y los buenos son los que son entusiastas por la causa de Dios.

Thomas Fuller dijo, “Cuando el corazón está en llamas, algunas chispas saldrán volando por la boca”. Un predicador mayor dijo a un predicador joven: “Si no puedes poner algo de fuego en tu sermón, pon tu sermón en el fuego”. Los buenos predicadores entienden lo que el salmista sintió: “Mi celo me ha consumido, porque mis enemigos se olvidaron de tus palabras” (Salmos 119:139). Isaías sintió lo mismo: “Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha” (62:1).

Nunca se debe poner a la fe en conflicto con la razón, ya que la fe se basa en la evidencia (Mateo 17:20; Juan 20:31; Hebreos 11:1); sin embargo, la fe debe ir más allá de la razón, ya que la naturaleza de Dios es más que racionalismo. La fe es emoción como también razón. Incluso el lunático Hitler sabía esto. Sus discursos eran disparates despóticos, pero tenían fervor; y si se debe hacer una elección entre la razón y el fervor, los hombres usualmente tienden a escoger el fervor.

El entusiasmo hace extraordinarios a los cristianos ordinarios.

El caricaturista Doug Hall dibujó a una secretaria de una iglesia que decía, “Un hombre del programa ¡Créalo o No de Ripley! quiere una foto de alguien en llamas por el Señor”. Esto debería ser la regla, no la excepción. Charles Schwab dijo, “Un hombre puede tener éxito en cualquier cosa por lo cual tiene entusiasmo ilimitado”. Se nos ha transmitido la religión de “todas las cosas” (note el énfasis añadido en los siguientes versículos): “[P]ara Dios todo es posible” (Mateo 19:26); “todo está dispuesto” (Mateo 22:4); “todo” viene por la oración (Mateo 21:22); “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28); “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).

El entusiasmo hace que los cristianos adolescentes sean un ejemplo de los creyentes (cf. 1 Timoteo 4:12). Una de las cosas por las cuales se conoce a los adolescentes es su entusiasmo. Ese es un elemento que ellos pueden añadir a una congregación que carece de esta virtud. Su celo puede encender un fuego para que los miembros mayores se calienten. No obstante, debemos recordar que el celo sin conocimiento (guía) puede ser más dañino que útil. El grupo de jóvenes debe considerar a los adultos y las Escrituras en sus proyectos, y luego realizarlos con tal entusiasmo que todos quieran ser parte de tales actividades.

El entusiasmo produce ganadores extraordinarios de almas.

Apolos era “de espíritu fervoroso” y “hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor” (Hechos 18:25). Jesús dijo al hombre gadareno: “Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo” (Lucas 8:39a), y el hombre sanado “fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él” (Lucas 8:39b). Alguien lo declaró de esta manera: “El fuego de Dios en su corazón derretirá el plomo de sus pies”.

El entusiasmo produce empleados extraordinarios.

El principio “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas” (Eclesiastés 9:10) le ayudará a ascender más allá del 95% de sus compañeros de trabajo (cf. Efesios 6:6; Colosenses 3:22-23). Un hombre pensó, “Lo que el mundo necesita es más personas jóvenes que realicen sus trabajos con el mismo entusiasmo que tienen para adelantarse en el tráfico”.

Jesús era un hombre que apreciaba el entusiasmo. Tenía una manera de hacer las cosas: “inmediatamente”. En ocasiones, Su rostro podía brillar con transpiración producida por el celo. Después que echó fuera a los cambistas del templo, “se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume” (Juan 2:17). ¿Entendió eso? A Jesús le consumía el celo.

Se manda (Apocalipsis 3:19) y se espera (Tito 2:14) que los seguidores de Cristo tengan celo. Como Finees del Antiguo Testamento, los santos de Dios tienen “celo por su Dios” (Números 25:13). Pablo dijo, “Bueno es mostrar celo en lo bueno siempre” (Gálatas 4:18). El mundo llamará “fanático” a tal hombre; nosotros le llamamos un “idealista dedicado”. Alguien definió a un “fanático” como “una persona que es muy entusiasta en cuanto a algo en que usted no está incluso remotamente interesado”.

H.W. Arnold dijo, “La peor bancarrota en el mundo es la persona que ha perdido su entusiasmo”.